Suárez Illana

Con ánimo de discrepar
Víctor Casco

Hay personas cuyo único mérito es «ser hijo de…» Esa es su carta de presentación, su oportunidad de oro, su billete para sentarse en la mesa de los privilegiados sin necesidad de realizar esfuerzo alguno. Personas sin capacidad, sin mérito… sin inteligencia en fin. Esos que aprueban carreras comprando notas u obtienen lucrativos puestos apelando al pedigrí del apellido.

Es el caso de Adolfo Suárez Illana, «hijo de» y, hoy, candidato número dos en la lista de Pablo Casado (otra luminaria) al Congreso de los Diputados por el PP.

Niño pijo, cosechó hace unos años uno de los peores resultados del PP en Castilla La Mancha. No importa. Tampoco que esté demostrando una supina ignorancia, rozando la imbecilidad y que, sin mayor desparpajo, se dedique a contar en público lugares comunes, mentiras manifiestas o afirmaciones fantásticas que cualquier persona con alguna neurona operativa simplemente no podría creerse jamás.

Hay gente que dice barbaridades en la barra del bar tras meterse en vena varios litros de «guiski» del garrafón y gente que se cree a pies juntilla lo que allí se dice… incluso estando sobrio. Ese es Suarez Illana, futuro Diputado en Cortes si nadie lo remedia.

«En Nueva York se ha aprobado una ley que permite abortar después de haber nacido». Ha dicho. Y tan pancho. Tras el revuelo, ha pedido disculpas tras «consultar con un despacho de abogados de Nueva York» donde le han confirmado que «en Nueva York, la ley no permite abortar tras el parto».

Lo grave es que alguien tenga que consultar con un abogado para que le diga que el infanticidio es un delito en casi todo el mundo, incluso en EEUU.

Es más: el objetivo del aborto (que siempre tiene un plazo límite) es que «no se produzca un nacimiento». Además, piensen ustedes el problemón de tener una norma que permite abortar después de nacer. ¿Le ponemos una fecha? Porque ya sería una putada que te puedan abortar cumplidos los 30 años.

Adolfo Suárez «hijo». Un prodigio. Un milagro. Objeto hoy de mofas y cachondeos en este país donde estamos viendo de todo. La imbecilidad, señores, que como el Universo también puede ser infinita.

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