8 de marzo. Víctor Casco.

Con ánimo de discrepar
Víctor Casco

Más de 10.000 personas. 7.500 según las cifras ofrecidas por la Delegación del Gobierno. Este pasado 8 de marzo, Día de la Mujer (trabajadora), la Plaza Mayor de Cáceres se tiñó del color morado. El color del feminismo, de la lucha por una sociedad igualitaria donde tu género no te condene a la discriminación: peores trabajos, salarios más bajos, precariedad, exclusión social. Durante varios minutos todo el paseo de Cánovas, en toda su longitud, estuvo ocupado por un río de humanidad. Los últimos de la manifestación no llegaron a la Plaza hasta pasadas dos horas. Cáceres gritó sí a la igualdad. No a la violencia machista y a los discursos y programas políticos machistas. Sí a una sociedad libre.

El Dia de la Mujer, (trabajadora), he dicho. El 8 de marzo fue una propuesta realizada por Clara Zetkin en la II Internacional Socialista en 1910 para reclamar la reducción de la jornada laboral –entonces fijada en 14 horas–, mejores salarios y el derecho al voto. Fue aprobado por unanimidad en una Conferencia de dicha Internacional con mujeres de más de 17 países.

En 1911 se produjo el incendio de la fábrica textil Triangle Shirtwaist de Nueva York donde murieron 123 mujeres que estaban haciendo huelga y habían sido encerradas por el dueño en el edificio. La responsabilidad del incendio nunca se aclaró. Las celebraciones posteriores en el Día de la Mujer fueron masivas: millones de mujeres ocuparon las calles, protestaron, se organizaron. El color morado se adoptó como símbolo de la lucha feminista en homenaje y recuerdo de aquellas “camiseras” quemadas vivas por protestar y que estaban trabajando con telas de ese color.

Este pasado 8 de marzo la Plaza Mayor de Cáceres se tiñó del color morado

Y también un 8 de marzo de 1910, en España, se aprobó el derecho de toda mujer a acceder a la enseñanza superior en igualdad de condiciones con el hombre. Emilia Pardo Bazán era entonces consejera de Instrucción Pública. En 1849 Concepción Arenal había asistido a la Universidad disfrazada de hombre y desde 1888 algunas podían asistir “con un permiso especial otorgado por el Consejo de Ministros y como alumnas de enseñanza privada”.

La riqueza de ese día no se agota. Tampoco la capacidad de expresión de millones de mujeres en todo el mundo. Es una jornada de lucha y conciencia global: contra la brutal discriminación que siguen sufriendo en muchísimos –demasiados– países. Contra la discriminación económica y salarial que viven en el nuestro. Contra el patriarcado y las múltiples violencias machistas.

El 8 de marzo fue un Día Histórico en Cáceres, en Extremadura y en España. Afortunados somos quienes pudimos vivirlo junto a ellas, con ellas, al lado de ellas.

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