Ana Gragera. Resignificados nace la reflexión que va más allá de las cifras
La periodista Ana Gragera.

La Diputación de Cáceres, además de fomentar la cultura, apuesta también por la calidad informativa con los Premios Dionisio Acedo. Ahora, tras haber conocido a los ganadores de los Certámenes Literarios, pasaremos a conocer los trabajos periodísticos galardonados con el citado premio este año. 

En concreto, hablamos con Ana Grajera, ganadora del XLI en la modalidad de Prensa Audiovisual gracias a su trabajo ‘Resignificados’, un emotivo retrato de la pandemia de la Covid más allá de la frialdad de los datos, emitido en Canal Extremadura Radio. 

Las periodistas estamos acostumbradas a todo, pero nadie esperaba una pandemia, ¿cómo viviste este hecho desde el punto de vista profesional?

Con una sensación de irrealidad que no se ha ido, y desde que llegó a esta parte del mundo (creo que minusvaloramos lo que sucedía en Wuhan) con vértigo al tomar conciencia del peso que la información tenía en mitad de todo esto. Era mucha, atropellada, veloz… Contrastarla era fundamental y nada fácil.

Creo que todxs lxs compañerxs en la profesión hemos aprendido mucho en este tiempo. Desde buscar herramientas que permitieran «escuchar» la voz de la opinión pública aunque estuvieran confinados, hasta reinventarnos tecnológicamente para que eso fuera posible. Se trataba de saber que estaba pasando y contarlo para que tuviera utilidad pública, eso era lo único importante.  

Respecto a cómo se contaba la pandemia, hubo algo que me provocaba bastante desasosiego…y era la sensación de que la información se reducía a números. Solemos vincular las cifras con el rigor, pero sin análisis y sin rostro están vacías. 

 Por todas partes brotaban  enumeraciones de contagios, por zonas, por países, números que sintetizaban contactos,  personas fallecidas…Números sin límite alusivos a personas pero sin personas. La cifra se las comía. Es algo así como lo que pasa cuando llamas MENA a un niñx, que tras el acrónimo, el niñx desaparece. Con la COVID sentía que sucedía algo parecido. La magnitud de lo cuantitativo hacía desaparecer las historias, los nombres, los rostros de sus protagonistas. De esta reflexión nació Resignificados. 

Siguiendo con este oficio, vamos siempre pegadas a la actualidad y casi no hay tiempo para la reflexión ¿cómo surge ‘Resignificados’?

De la reflexión que comentaba anteriormente. De la reivindicación del valor informativo que también tiene lo cualitativo. Creo que más allá de datos, hay reflexiones y emociones emanados de esas cifras que, compartidos, son de gran valor.

La  información es poliédrica y nunca está completa, pero creo que gana si suma las el análisis y el sentir que las personas aludidas están vivenciando en cada momento. Es algo que está siempre presente al alcance de nuestro foco, solo que no estamos acostumbrados a preguntar a esas fuentes ni a darles  tanto valor informativo.

Como tantxs otrxs compañerxs, andaba con ese bucle en la cabeza y en las conversaciones y quien más tarde sería el protagonista de otra saga de reportajes de radio  (La Pimienta), Antonio Gómez, me dijo una de sus máximas: «Si crees que algo falta, apórtalo «. Y junto a las publicaciones de otrxs compañerxs de profesión en la misma línea, esta fue mi aportación.  

En mi caso se fraguó casi siempre desde casa, en teletrabajo, con un reencuentro precioso con el montaje y diseño sonoro (que hacía mucho que no practicaba y me encanta ) y con mi teléfono móvil pitando como una centralita las 24 horas, comenzaron a forjarse estas sencillas conversaciones individuales vía whatsapp (estábamos casi siempre confinadxs), al principio con personas conocidas, con el paso de las semanas y el efecto enormemente expansivo de whatsapp, con personas desconocidas. Muchas, diversas, en situaciones de lo más variopintas…

Todas ellas expresaban  sus emociones, qué les había tocado vivir y, sobre todo, cómo lo gestionaban.   Ponían voz a este zarandeo repentino que nos llevó a repensar la vida, la muerte, los lazos que nos unen, los pilares que nos sostienen. ¿A aprender? ¿A cambiar? Bueno…eso, si seremos capaces de transformar  todo lo sufrido en algo bueno, supongo que lo iremos descubriendo con el paso del tiempo.

Entre los 19 capítulos de «Resignificados» hubo temas «más ligeros» y otros más íntimos. Desde los hábitos frikis que empezamos a incorporar para matar el tiempo del confinamiento, pasando por los miedos, las angustias del teletrabajo, la ausencia de contacto, el exceso de redes sociales o los efectos anímicos que la pandemia dejaba en cada fase. 

Cada momento de lo vivido el año más duro de la pandemia, ha ido dejando momentos y vivencias distintas .En todos ellos multitud de conceptos se han ido resignificando. Un paseo, un encuentro con amigxs, un abrazo a lxs abuelso…. Y desde el principio, al menos para mí, multitud de canciones que, re-escuchadas, adquirían otro sentido, aunque fueran antiguas.

Tal vez por eso, la música en Resignificados es una narradora más, hilvana miradas individuales para que, montadas, resulte una aparente conversación. Eso que tanto añorábamos. 

Así nació «Resignificados», como un intento casi terapéutico de crear una conversación íntima entre desconocidxs que se ha materializado en 19 capítulos y la certeza de que, ante el abismo, el apoyo mutuo, aunque solo sea en forma de voz humana, es una balsa-espejo-red en la que sentirse menos solx.  

Ahora, ya sin mascarillas y más de un año después, ¿seguimos apreciando los abrazos?

Más ¡mucho más! ¡Sin duda!

Recuerdo una conversación con una persona que en una etapa de su vida pasó mucha hambre. Me dijo: «Si conoces el hambre una vez, ya no la olvidas jamás». Creo que pueden darse ciertos paralelismos con la falta de abrazos y sus efectos…. y que no olvidaremos fácilmente esa carencia.

Fisiológicamente, emocionalmente, ha sido brutal. Yo la he sentido así y creo que todxs hemos empatizado mucho más con la situación de tantas personas , sobre todo mayores, que envejecen y fallecen solas.

En el caso de la pandemia, en mi caso como tantas personas sin tacto humano durante meses,  no olvidaré jamás el día que mi padre, unilateralmente, se desconfinó de abrazos. Hacía tanto que no me abrazaba nadie que el escalofrío que sentí me recorrió todo el cuerpo durante largo rato.

La ausencia de esa sensación, sanadora a todas luces, durante meses…me parece una de las  heridas de esta etapa, sobre todo entre las personas que anímicamente estaban más débiles, entre quienes perdían amigxs o familiares, y entre las personas más mayores o con estados cognitivos más deteriorados, para quienes el tacto era fundamental.

He llorado mucho elaborando el 90%de los capítulos de Resignificados, la escucha de otros seres humanos es lo más conmovedor con lo que pueda una toparse,  pero me pasó especialmente en el capítulo «Frágiles, no tocar», centrado en las vivencias de las personas mayores en residencias, sus familiares y las personas que les cuidaban. No seremos capaces de olvidarlo, ni aunque queramos. 

Siempre me emociona recordar a Gabriel Matos, un joven enfermero en la planta UCI de su Hospital que, respetuoso con la negación de tacto, pero rebelde ante la idea de privar del necesario cariño a sus pacientes, me explicaba sus artes para «abrazar» de otros modos a sus pacientes y hacerles llegar aliento de vida. Hay personas tan maravillosas cerca de nosotrxs que me fascina haber tenido la oportunidad de conocerles «en sus por dentros» a partir de la creación de estos reportajes. 

Al hijo de lo anterior, el periodismo es un oficio ingrato en muchas ocasiones ¿Qué ha supuesto recibir el Premio Dionisio Acedo?

Un enorme honor. No me lo esperaba, sinceramente. Se han hecho trabajos fantásticos en la región en este año tan difícil, así se que ha sido una gran alegría.

No tengo la impresión de que el oficio del periodismo en esencia sea ingrato, al contrario. Lo que, desde mi punto de vista es ingrata y puede convertir la experiencia periodística en negativa, son otros factores como por ejemplo la gran precariedad del sector. Es algo que amenaza la calidad del periodismo que se hace y las energías de las personas que intentan dignificarlo. Y me preocupa enormemente. 

Durante casi una década impartía clases en el Grado de Comunicación Audiovisual de la UEx y durante ese tiempo crucé caminos con profesionales maravillosos. A multitud de ellxs, la crudeza del mercado y los modos que impone les ha ido expulsando poco a poco de la profesión. 

Sobre el premio en sí, además de la sorpresa y de la alegría, mis sensaciones son de motivación  e impulso para seguir formándome y experimentando en nuevos caminos narrativos, pero sobre todo de enorme agradecimiento. Por un lado a la Diputación de Cáceres, a los miembros del jurado (menudo honor que estuviera presidido por Nieves Concostrina, la admiro muchísimo), a mis compañeros de Canal Extremadura por albergar la propuesta , a  mis colegas al otro lado del océano Diego Dagá, Cecilia Aguilar y María Eugenia Pérez por sus apoyos constantes, a mi hermana y conviviente aquellos días por su infinita paciencia, y cómo no, a todas las personas que anónima y generosamente compartieron sus vivencias  aportando enormes lecciones de vida y sobre todo, recordándonos que este año que tanto nos quitó, también fue vida y nos enseñó muchas cosas. 

Para terminar, pese a las dificultades que tenemos en el día a día ¿sería el de invitar a la reflexión el verdadero papel del periodismo?

Y escuchar. Es una de las lecciones que me ha reforzado «Resignificados»: Hacer radio ( u otro medio) no es hablar. Es callar y escuchar.

Solo así es posible que nazcan los ambientes propicios para la reflexión, tan necesaria para no ser autómatas. 

La prisa irracional y la brevedad de tuit que se ha instalado en el periodismo de los llamados medios tradicionales (supongo que en vez de para aliarse, para competir con las redes), desde mi punto de vista perjudica la calidad informativa de lo que hacemos y  no deja margen para que se generen espacios para la reflexión. Cuando lo hace, casi nunca incorpora a todas las personas que creo que merecen participar de esos espacios como voces válidas. Hay mucha sabiduría en nuestras calles. 

Me gusta mucho como planteas la pregunta en torno a la reflexión. «Invitar a «.
Creo que todxs estamos cansados de que nos den el argumentario masticado y la reflexión hecha , de los contenidos que en lugar de invitar a pensar, inducen a «pensar por lxs ciudadanxs».

Desde mi mirada, la belleza y el sentido de la comunicación y el periodismo está en movernos por todos los ángulos posibles,  anulando ángulos muertos, visibilizando a quienes no lo están,  en no parar de preguntarnos nunca porqué, a nada, hasta ser cansinos. Solo así es posible abrir grietas al pensamiento y cuestionarnos. Es incómodo, pero necesario, personal y socialmente.  Creo que en todas las redacciones lo hemos refrescado a partir de la experiencia de la pandemia. Hemos reabierto debates apasionantes sobre verificación, pluralidad, bulos, efectos de las informaciones… Ha sido, está siendo, un reto y una cura de humildad que creo que nos da la oportunidad para reactivarnos, para seguir aprendiendo y para hacer nuestra labor de la mejor manera posible. Hay mucho en juego. 

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