Historias de Plutón
José A. Secas
Dentro del marco que yo entiendo sobre la creatividad, comparten espacio y peso conceptos condensados en palabras como: vincular, aplicar, desarrollar, conectar, sumar, resolver, satisfacer y liar(se). Ese último verbo, entendido como la capacidad para involucrar a personas alrededor de una idea original. En este caso, la imaginación constructiva generada, se contagia ante la consciencia individual y colectiva, de saberse descubridor y parte de un una idea recién nacida.
Todos compartimos el gozo de ver nacer, crecer y multiplicarse, movimientos sociales o culturales que conocemos y con los que nos sentimos (o no) identificados, en los que sus miembros avanzan unidos, apoyando causas y a las personas que las representan. Desde George Floyd a Greta Thumberg; desde Mark Zuckerberg a Fidel Castro; desde estrellas musicales que comienzan a lucir (muchas de ellas empujadas por los más jóvenes), hasta partidos políticos que surgen tras un cambio de rumbo; desde Heidi a Steven Spielberg; desde el Dalai Lama hasta Leo Messi; desde una saga cinematográfica hasta una colección de libros o videojuegos; desde Félix Rodríguez de la Fuente a Madame Curie; desde las olimpiadas a cualquier marca comercial.
Todas los ideales y signos de progreso y evolución se asientan en una apuesta colectiva. Los líderes y personas de referencia, están arriba porque nosotros, de un modo u otro, los hemos puesto ahí. Todas las ideas innovadoras que han triunfado y perdurado en el tiempo, son el fruto de la iniciativa, compromiso y esfuerzo de quienes las disfrutan y difunden y de su gozo y orgullo de pertenencia. Todas esas redes de apoyo a la causa, se construyen entre personas entusiastas que disfrutan el proceso. Entre todos ellos tejen una trama basada en la comunicación en positivo y con una ilusión. En esas relaciones personales se pide y se entrega, se toma por favor y se dan las gracias.
Quienes asumen nuevas causas nobles y positivas, pasan a compartir y transmitir corrientes de creatividad y desarrollo permanentes, vinculadas al proceso de nacimiento y devenir de esa idea (encarnada o no en una persona). Estos protagonistas activos de la evolución y crecimiento, ponen al servicio de la causa toda una energía contagiosa e ilusionante. Aquéllos que tenemos la fortuna de sentirnos parte de “algo” bueno, solo tenemos que mirar alrededor, tender la mano a otras realidades positivas afines, pedir y dar. Y entretanto, disfrutar de cada momento del proceso. Eso es vivir.