Lunes de papel
Emilia Guijarro
Extraño el ruido de los coches en la calle, que desde mi ventana veo vacía, y el choque de las carteras escolares contra las piedras. Es un silencio cortado por los trinos de los pájaros que han tomado la ciudad desierta.
Nada es como era ayer. Una pandemia nos ha cubierto y ataca a la humanidad sin respetar fronteras, clases sociales, razas, edades y no podemos continuar viviendo ajenos a ello.
Ningún medicamento sirve específicamente para combatir esta plaga, todo está por descubrir, sólo el aislamiento y la reclusión pueden evitar que nos contagiemos. Cierren puertas y ventanas, decía el poeta, que no entre nadie.
Esta nueva pandemia nos obligará a pensar en la importancia de nuestros sistemas de protección
#yo me quedo en casa# y reflexiono sobre otras pandemias que han asolado el mundo. Recuerdo cuando leíamos el Decamerón y Bocaccio nos contaba la vida de esos jóvenes recluidos en su villa campestre huyendo de una peste que llenaba las calles florentinas de cadáveres. Creíamos que eran cosas del pasado, no otra cosa que una forma literaria para encadenar cuentos. Y cuando ya pensábamos que lo habíamos visto todo, el coronavirus nos ha puesto ante nuestra pequeña realidad humana, sin ser conscientes de nuestra fragilidad.
Dábamos por hecho que una epidemia en el mundo moderno y desarrollado era cosa del pasado, y en menos de un mes alguien se come una sopa de murciélago en un mercado chino y pone a la humanidad contra las cuerdas.
No vamos a ver cadáveres tirados por las calles, ni ritos de danzas de la muerte, el escenario serán sanitarios enfundados y ataúdes alineados es salas asépticas, pero la enfermedad cambiará nuestras vidas.
Esta nueva pandemia nos obligará a pensar en la importancia de nuestros sistemas de protección, en la importancia de la sanidad pública, el único ejército preparado para luchar contra el mal que nos ataca. Y en definitiva hacer caso fielmente a las recomendaciones que no son tan difíciles de cumplir.
Hay que quedarse en casa, #yo me quedo en casa y después del coronavirus habrá que recuperar valores perdidos y olvidados.
Y no olvidar que las fronteras y vallas mas altas las destruye una minúscula bacteria.