ha comenzado el debate. Emilia Guijarro.

Lunes de papel
Emilia Guijarro

Hace meses, durante el período electoral, ya vimos que había debates inaplazables. El de la eutanasia es uno de ellos. Era necesario formar un gobierno porque hay asuntos como el de la muerte digna que no pueden eternizarse. Conozco a pocas personas que estén en contra de evitar el sufrimiento insoportable en aquellas personas que así lo deseen, que estén abocadas a una vida sin esperanza de alcanzar un mínimo de dignidad. Haberlos los hay y su opinión es tan respetable como la de los que defendemos que morir en determinadas circunstancias, bien delimitadas por la ley, es un derecho más de las personas.

En los últimos tiempos hemos visto hechos tan kafkianos como el vivido por Ángel, que tuvo que soportar la decisión de la Audiencia Provincial de Madrid de devolver al juzgado de Violencia contra la Mujer la muerte por eutanasia, por suicidio asistido, de María José Carrasco, en contra del criterio de la fiscalía y de la propia magistrada.

Necesitamos un gobierno que plantee una ley que entienda los límites

Era impensable que su esposo, que la había cuidado con amor durante tantos años, que había soportado el dolor de asistir al deterioro físico y mental, con su constante sufrimiento, haya tenido que pasar por el calvario de una acusación de violencia de género, a pesar de que la magistrada que estudió el caso no vio ningún indicio de cualquier clase de maltrato.

Pero esto pasa en un país en el que una cosa es la justicia y otra la aplicación de las leyes.
A veces la sinrazones se juntan y en el tema de la eutanasia, que acaba de iniciar su tramitación en el Congreso de los Diputados hemos tenido que escuchar barbaridades tales como que la razón de impulsar la ley tiene un motivo económico. Empezamos a oír a los mismos que clamaban contra el aborto, la homosexualidad, la investigación genética y todo aquello que suponga un paso adelante hacia otras formas de entender nuestra relación como seres humanos con nuestra vida y nuestro cuerpo.
Estas fuerzas, ideológicamente conservadoras, lo único que no han podido evitar es el suicidio, todo lo demás entra en el campo de lo prohibido. Necesitamos un debate con tranquilidad sobre la eutanasia «la dulce muerte» como la llamaron los griegos, que cuando le pusieron ese nombre ya entendieron que frente a la mala muerte había otra forma de morir, en paz, con dignidad, en su casa, rodeado de sus seres queridos.
Necesitamos un gobierno que plantee una ley que entienda los límites del «insoportable sufrimiento «para aquellos que libremente elijan esa opción y que amplíe los recursos para los que quieran seguir viviendo. Ante el mismo hecho, ante la misma enfermedad, ante la misma invalidez, cada persona reacciona de distinta manera y todas son igualmente respetables.

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