Cora Ibáñez. El frío del invierno

Las crónicas de Cora
Cora Ibáñez

Se terminaron las luces y la música un año más.

Por fin, en enero, ha llegado el invierno más crudo, aunque el frío sea el mismo que hace quince días.

Ni siquiera la gente llena las calles al llegar la noche. Todo el mundo se recoge y la ciudad se queda silenciosa.

Nunca me gustaron estos meses. Enero y febrero componen la época más apagada del año. El hastío nos envuelve y nos aleja de las opíparas comilonas y un sinfín de brindis, a veces, opacos e hipócritas. La vida se vacía por momentos y la rutina nos aplasta y nos hunde.

Estoy deseando que llegue la luz de marzo, esa que anuncia otras alegrías. Para que se terminen los buenos propósitos que juramos hacernos en este año, para que todos aquellos cambios no modifiquen nuestra cotidianidad.

Esta es una etapa de hartazgo, olvido y falsas promesas. No nos queda más remedio que esperar a que el viento cambie su rumbo y podamos sacarnos del cuerpo esta gripe insidiosa que viene pegada a los días posteriores al año nuevo.

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