Desde mi ventana
Carmen Heras
Me ha interesado un artículo de José Antonio Marina en el que realiza una recopilación de textos de distintos autores hablando sobre la manipulación y el capitalismo. Vivimos tiempos en que ambas conceptos conviven de forma práctica y se ayudan. La prueba está en las innumerables veces en las que una gran compañía, unas organizaciones o unos líderes de opinión utilizan la información, que poseen, de los gustos y afinidades de los ciudadanos para persuadirlos de modo tal, que sus creencias, deseos y emociones puedan ser predecibles, produciéndoles así unas determinadas ganancias o logros que van desde lo puramente económico hasta la consecución del poder.
Cada día, supongo que a ustedes les ocurre lo mismo, recibo muchos e-mails inesperados. Con ofertas de todo tipo, con remedios para múltiples cosas: para rellenar mi tiempo libre, para enseñarme, vestirme y hasta medicarme. Y como quiera que yo no he dado mi dirección a ninguno de mis remitentes, las preguntas que me hago son, no solo quien lo ha hecho, sino también por qué, sin mi permiso, estoy en todas esas listas de posibles receptores de información, propaganda, etc., que me llenan el buzón y hasta me agobian.
La importancia de las redes sociales estriba en que apenas se hace notar
La importancia de las redes sociales estriba en que apenas se hace notar y sin embargo empiezan a influir poderosamente en nuestras vidas de ciudadanos teóricamente autónomos. Escribe Marina que la biografía de la humanidad es, en gran parte, la historia del poder manipulando a los ciudadanos y que, desde siempre, el poder se ejerce de varias maneras: dando premios, infligiendo castigos, cambiando creencias y sentimientos. Siendo esto último de lo más inquietante. Y a lo qué nos referimos en este artículo.
Puesto que estamos en periodo previo a unas elecciones dentro de una democracia, conviene no olvidar que en ella la opinión del ciudadano es crucial, y que como dijo Jefferson, no existe ninguna alternativa mejor. Por lo que si el votante no está formado e informado habría que formarlo, en vez de buscar su sustitución.
El convencimiento de que habitualmente se intenta influir en todos nosotros proviene de una observación fría de la realidad. La manipulación surge desde diferentes lugares y amenaza con intentar convertir a los humanos en seres adictos y moldeables. Si es que no lo somos ya, como especie que se puede adiestrar. El poder económico, el poder político, el poder mediático lo saben. Y manejan los datos de manera tal que pueden adelantarse a ofrecer lo que antes todos nosotros de manera indirecta o implícita hemos dicho que preferimos. Un ejemplo que siempre me “enternece” es el de un programa cualquiera de radio que (en aras a la participación) admite entradas de oyentes con las opiniones de estos retroalimentadas con las previas dadas por los guionistas del propio programa. Que a su vez se sirven de informaciones recogidas de ciudadanos comunes. Un pequeño galimatías, pero ustedes me entenderán.