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“El bienestar y el alma de toda sociedad depende de cómo se reconocen los derechos humanos y de cómo actuamos para garantizarlos”. La frase la pronunció recientemente el director ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, ante el 25 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) que fue aprobada por la Asamblea de Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Hasta entonces, los derechos de la infancia no eran reconocidos expresamente por ningún tratado internacional; a partir de esa fecha los niños pasaron a ser reconocidos como sujetos de derecho.

La Convención es un hito de crucial importancia para todas las sociedades, y es el tratado internacional más ratificado de la historia. Su 25 aniversario nos desafía a todos a encontrar nuevas maneras de llevar a cabo su mandato universal para todos los niños en todos los rincones del planeta: desde los niños que sufren las consecuencias de la epidemia del ébola o de guerras y conflictos, hasta los niños que mueren por no tener agua o una vacuna, y los niños que viven en pobreza y exclusión en los países ricos. Todos los niños y niñas tienen los mismos derechos.

Pero que un derecho esté reconocido no significa necesariamente que sea disfrutado. Los derechos de los niños no se hacen realidad a través de declaraciones, sino con la acción que estas palabras pueden inspirar, a través del compromiso político sostenido y con inversiones estratégicas. Sin acción, las mejores pretensiones de la CDN siguen siendo solo palabras en un papel.

Desde que existe la Convención sobre los Derechos del Niño se han dado pasos de gigante para la infancia: se ha salvado la vida de millones de niños, y se ha transformado la de cientos de millones en todo el mundo; hoy, más niños que nunca sobreviven a su quinto cumpleaños; más niños reciben vacunas que salvan vidas; más niños van a la escuela; más niños tienen agua potable, y reciben una nutrición adecuada. Son logros impresionantes, son una realidad, y demuestran que con objetivos comunes y esfuerzo compartido se puede impulsar un cambio real en la vida de los niños. Pero, por desgracia, no todos los niños se están beneficiando de estos avances. Millones de niños y niñas se quedan al margen porque no existen los recursos suficientes para llegar a todos los que necesitan apoyo, o porque permanecen invisibles o porque los lugares en los que se encuentran son inaccesibles. Niños que son víctimas de prejuicio sistemático y discriminación basada en el género, discapacidad, religión o color de piel. Niños que carecen de casi todo. Niños sin esperanzas.

No podemos proclamar que los derechos de los niños están siendo respetados cuando 17.000 niños menores de 5 años mueren cada día, principalmente por causas que se pueden prevenir; cuando una niña se queda en casa para encargarse de las tareas del hogar en vez de ir a la escuela, mientras sus hermanos reciben una educación; cuando una madre no puede comprar una simple vacuna para su hija porque viven en una comunidad remota; cuando uno de cada cuatro niños vive en riesgo de pobreza en España; cuando hay niños separados de sus familias, reclutados por grupos armados, y obligados a luchar y morir por causas que apenas pueden entender.

Es cierto que entre 1990 y 2013 se ha logrado salvar la vida de casi 100 millones de niños y niñas, entre los que se cuentan 24 millones de recién nacidos; pero no podemos estar satisfechos sabiendo que 223 millones murieron en esas dos décadas antes de su quinto cumpleaños por causas que podemos evitar. El dato es escalofriante.

Y ante semejante escalofrío es necesario y obligado redoblar esfuerzos y afianzar compromisos. Debemos hacerlo con el objetivo puesto en todos los niños y en todos los rincones del mundo. Sabemos que pertenecer a los países ricos y desarrollados del planeta no asegura la plena protección de los niños. El último informe de UNICEF sobre Bienestar infantil en los países ricos  señala que, en general, la situación de la infancia empeora en la mayoría de los países ricos afectados por la crisis. Es cierto que la foto no es uniforme. Hay países que han logrado reducir la pobreza infantil, lo que demuestra que con las políticas adecuadas podemos revertir la situación. No es el caso de España, donde, a pesar de la leve mejoría de la economía, la recesión para la infancia continúa y la pobreza sigue teniendo rostro de niño. Según datos del INE, en 2013 un 27,5% de los niños estaban en riesgo de pobreza en España. El informe refleja que las políticas de infancia en nuestro país no están siendo efectivas para frenar la pobreza y la desigualdad, y que el esfuerzo de inversión en políticas de protección social de la infancia es muy inferior a la media de la UE. Para atajar esta situación UNICEF Comité Español ha pedido con urgencia la firma de un Pacto de Estado por la Infancia que blinde los derechos de los niños, y la puesta en marcha de medidas e inversiones que garanticen ese blindaje

En este sentido UNICEF Comité Extremadura, firmó un Pacto por la Infancia en abril de 2011, con los Sres. Guillermo Fernández Vara Secretario General del Partido Socialista, D. José Antonio Monago Terraza Presidente Regional del Partido Popular y D. Pedro Escobar Muñoz Coordinador General de Izquierda Unida en Extremadura.

El objetivo de este pacto fue el de sentar las bases para  que todos los partidos políticos comenzaran a adquirir unos compromisos básicos para posicionar  a la infancia entre las prioridades de la agenda política y social a nivel local y a nivel autonómico, derivados de la Convención de los Derechos del Niño, ratificado por la mayoría de las naciones el 20 de noviembre de 1989.

Estamos pues ante un momento delicado. Para cumplir la promesa de la Convención sobre los Derechos del Niño tenemos que desafiarnos a nosotros mismos. Tenemos que seguir trabajando por esos derechos. Es un imperativo moral y una oportunidad para acelerar el progreso de la humanidad y el desarrollo pleno de todos los niños en todos los rincones del mundo. Como señala Anthony Lake “tenemos la responsabilidad de encontrar nuevas formas de enfrentarnos a los desafíos que no hemos vencido aún, para llegar a aquellos niños a los que todavía no hemos llegado, y para establecer la igualdad y los derechos de los niños como centro de la agenda de acción para todos los niños”.

En esa tarea debemos estar comprometidos todos, porque los derechos de los niños y la igualdad son nuestro futuro común, porque sabemos hacerlo, porque podemos hacerlo y porque debemos hacerlo.

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