Amargura. Vicente Rodríguez Lázaro

Minimalismos
Vicente Rodríguez Lázaro

(A la leyenda de la calle de la Amargura)

Ella dio su palabra de honor. Y jamás faltó a sus promesas. Tampoco lo iba a hacer en esta ocasión. Aunque el invitado fuera el asesino de su hijo, de la razón de su existencia. Al amanecer le dejó marchar, sin delatarle, sin ánimo de venganza.

La palabra, su palabra por encima de los sentimientos, de las tendencias, del amor de madre.

Al amanecer, le ve deslizarse calle abajo, arrimado a las paredes de las casonas cercanas, perdiéndose por los adarves de la zona oriental, diluyéndose en las sombras del olvido, dejando en el ánimo de la matrona el envase de hiel repleto, la amargura que no dejaría de deslizarse a través de la vía a lo largo de los siglos venideros.

Así viviría hasta el final de su existencia, con el dolor y el honor conviviendo en un equilibrio precario de un recuerdo amargo de profunda tragedia.

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