c.q.p.
Felipe Fernández
Quizá por influencia del Comisario Jaritos y su afición por visitar el Dimitrakos, he acudido a la RAE para buscar la definición adecuada de ingratitud; he encontrado este resultado: “Desagradecimiento, olvido o desprecio de los beneficios recibidos” Ahora me siento mucho mejor. Daría todo lo razonablemente posible para que las tres madres descritas en esa definición leyeran este artículo; ojalá lo hagan y, si no, ojalá alguien se lo cuente. No obstante, reconozco que es complicado encontrar las palabras justas para describir el hecho y sus consecuencias, aunque debo intentarlo de la manera más objetiva posible: “Tres alumnas brillantes, muy brillantes, no han obtenido la calificación honorífica de Matrícula de Honor a pesar de cumplir las condiciones previstas en la ley; como había siete alumnos que empataban en todos los requisitos exigidos y empataban también en los criterios de desempate, hubo que recurrir a un sorteo para adjudicar cuatro menciones, las que permitía la legislación vigente”. El azar no es una solución preferente, pero es la última opción a la que recurre la administración cuando no encuentra otro argumento objetivo.
Lo importante es el trabajo y el esfuerzo; lo demás es puro azar
Por sorteo se adjudican viviendas, se decide la admisión en centros educativos y hasta se eligen alcaldes. Sin perjuicio, por lo tanto, de la autocrítica debida –es necesario revisar los criterios e incluso añadir alguno nuevo para evitar más empates– el peregrinaje emprendido por las tres madres agraviadas es digno de ser comentado. Respetando la jerarquía preestablecida, visitaron por este orden al Director, al Servicio de Inspección y a la Secretaría General de Educación, lugares en los que obtuvieron siempre la misma reflexión: “no es la mejor solución, pero es la única posible” Disconformes con las respuestas obtenidas, exhibiendo más frustración que sus propias hijas, acudieron a la revisión de los documentos del centro, conscientemente ignorados durante los seis años anteriores, no sea que encontraran alguna grieta administrativa que les abriera la puerta a una posible reclamación. A continuación, periódico y redes sociales, dejando caer sibilinamente que los favorecidos en el sorteo deberían renunciar “como se ha hecho en otros lugares” ¿Qué será lo siguiente? Puedo anticiparlo. Dirán que sus hijas han obtenido esos resultados gracias a su talento y al ambiente familiar, pero también gracias al trabajo del instituto y de sus profesionales, algo que han olvidado comentar, ¡cachis!, en sus distintas reclamaciones. Y todos contentos, porque quedará acreditado, por fin, que lo importante es el trabajo y el esfuerzo; lo demás es puro azar.
Cuando una persona hace algo que le da vergüenza, siempre declara que es su deber. (George Bernard Shaw)
Buenas tardes Sr. Felipe. Permítame responder de nuevo y hacerle algunas precisiones a sus comentarios del pasado sábado 14 de junio de 2019.
En primer lugar, no pienso que la credibilidad de mis observaciones en torno a su falta de equidad en los hechos que nos ocupan se vea mermada por la identificación de quién las escribe. En cualquier caso, mi nombre es Fernando Román, soy un docente con más de tres décadas dedicadas a la formación de personas y mi horario de trabajo – que es exactamente igual que el suyo- y la distancia geográfica que nos separa- más de 500 Km- impiden que mantengamos este intercambio de opiniones vis a vis en su despacho, tal y como Vd. solicita repetidamente a todas las personas que respondieron a su desafortunado escrito. No considero oportuno dar más datos sobre mí en este foro público, aunque no tendría ningún problema en dárselos privadamente, para que la excusa del anonimato de quién le responde no reste un ápice de credibilidad a las afirmaciones realizadas.
Ya le manifesté – y le exponía mis razones- la extrañeza que me causaba que una persona como Vd. pudiese establecer alguna analogía, que justificase un sorteo, entre los criterios para la concesión de Matrículas de Honor y el proceso para la elección de alcaldes o la adjudicación de viviendas. Veo con sorpresa que continúa por ese camino, manifestando que es mucho más importante la decisión sobre la escolarización de alumnos que las posibles menciones honoríficas. Permítame decirle que de nuevo se equivoca: Olvida Vd. que el sorteo, como procedimiento establecido por las administraciones educativas para el desempate entre el alumnado que desea acceder a un determinado Centro – y cuyas puntuaciones están basadas, entre otros apartados, en el lugar de residencia, la renta familiar o los hermanos escolarizados -, únicamente sirve para determinar el Centro concreto de escolarización, pero no le priva de ningún derecho al alumnado que queda fuera, siendo escolarizado en otro. En el caso que nos ocupa, el sorteo establecido por Vd. sí que ha dejado fuera a personas que tienen exactamente los mismos méritos académicos.
Dado que no le convencen estos ejemplos, pongamos otro: En el proceso de elección del Director de un determinado Instituto participan tres candidatos. Todos ellos presentan su Proyecto de Dirección y alcanzan exactamente la misma puntuación. Ante tal circunstancia, una vez comenzado el procedimiento, el tribunal encargado de juzgar dichos proyectos y a esos candidatos determina un sorteo para adjudicar la Dirección del Instituto para los próximos cuatro años, sin entrar a valorar –como por otra parte sí hace la Administración con toda lógica- los méritos académicos, profesionales, publicaciones, etc.. ¿Seguiría Vd. afirmando: “iguales requisitos, iguales méritos: sorteo” y que el sorteo es lo más adecuado para resolver el empate, dada la importancia de la decisión? ¿Se da Vd. cuenta que las administraciones educativas han previsto esta posibilidad y jamás acudirían al azar?
Me indica que la decisión que tomaron para establecer los criterios de desempate fue fruto de un amplio debate y que se tomó por total unanimidad y tras algunas consultas. No lo dudo, pero su responsabilidad como Director no estuvo a la altura: se tomó la decisión más fácil, pero no la más equitativa y justa. Continúa afirmando que los criterios establecidos en su Instituto son “fruto de la observación, académicos y que respetan la equidad”. A la vista están los resultados. Por cierto, ninguna Consejería va a ir en contra de que un Centro Educativo establezca unos procedimientos basados exclusivamente en los expedientes académicos del alumnado a lo largo, si es necesario, de varios cursos académicos. Llegados a este punto, me gustaría remitirle al pensamiento – voluntariamente suavizado en sus términos exactos por mí- del dramaturgo inglés que encabeza esta respuesta.
La frase que Vd. atribuye a estas familias y que aparece entrecomillada en el Periódico de Extremadura, no es tal y se puede comprobar fácilmente acudiendo al artículo. Nunca estas personas han pretendido que el alumnado agraciado con las Menciones de Honor las rechazase. Me consta que siempre han manifestado que las merecen igual que el resto, y lo único que se destacaba era el valor moral de dicho gesto, que Vd. califica como demagógico y que yo considero ejemplar y que les honra.
Finalmente le recuerdo que es Vd. quién ha decidido mantener estas discrepancias en público cuando envió a este medio digital el pasado lunes 10 de junio de 2019 su –permítame calificarle de nuevo – desafortunado artículo “tres eran tres o la ingratitud”. A tenor del número de lecturas, que ya superan el millar, no parece que se trate de un asunto menor y que deba circunscribirse a ser hablado entre las cuatro paredes de su despacho. Además, como podrá comprobar, su repercusión ha traspasado ya las fronteras de su Comunidad Autónoma, llegando a lugares muy alejados de su Instituto y que siguen manifestando sus opiniones.
Por mi parte creo que nuestras posturas han quedado suficientemente aclaradas para todas aquellas personas que deseen reflexionar sobre el fondo de la cuestión y no deseo seguir alimentando la polémica. Mis disculpas si mis opiniones le han llegado a incomodar, y permítame una última invitación: pídalas Vd. públicamente y en persona a esas familias a las que ofendió con su desafortunado artículo. Para la comunidad educativa que Vd. dirige y para gran parte de la sociedad supondría un honorable gesto. Seguro que lo hará ¿o no?… Saludos.
Buenos días, Fernando Román:
Me permitirá usted que «aunque no desee seguir alimentando la polémica» pueda manifestar mi discrepancia con algunas de sus afirmaciones, verdad? Empezando por el final, yo no «quiero mantener discrepancias en público», sino que he ejercido mi derecho a la libertad de expresión en un medio que me lo permite y en el que llevo escribiendo artículos hace ya algunos años. Las discrepancias las comienza usted con su comentario, legítimamente, por supuesto, porque para eso se permite hacerlos en este medio. Pero, como podrá comprender, tengo todo el derecho del mundo a discrepar de sus afirmaciones, sobre todo si van envueltas en pequeñas tergiversaciones. Está muy bien traído el ejemplo de la elección del Director, porque si se produjera un empate, no tengo ninguna duda de que alguna de las personas de la comisión cambiaría algún dato para no llegar a esa situación. Nosotros también podríamos haber variado algún dato, sabiendo que solo podíamos otorgar cuatro menciones. Y no lo hicimos. Y hubiera sido igualmente justo, demostrable y equitativo. Y no lo hicimos. Por eso, cuando acudimos a los criterios aprobados para resolver desempates, amplia y previamente debatidos, ya sabíamos que no era la mejor solución. Le imagino conocedor de esos criterios, puesto que, apesar de vivir tan lejos, parece bien informado. Solo puedo añadir, en este sentido, que fueron tomados en conciencia y previo análisis de muchos miembros de la comunidad educativa.
No me detendré mucho en la «posible renuncia de los afortunados»; esa afirmación fue hecha en mi despacho y en el Periódico Extremadura. Me sorprende que viviendo tan lejos, conozca usted la verdadera intención de esas palabras. Yo las escuché «in situ». La propia información del Periódico atribuye la frase a una de las madres, como es fácilmente comprobable; de ahí, mi afirmación del entrecomillado.
Por cierto, cumplir con mi deber es una de mis máximas prioridades desde que me hice cargo de la dirección hace ahora 18 años. No concibo otra manera de dirigir un centro educativo en el que trabajan 63 docentes y estudian más de 700 alumnos; lo contrario sería arbitrario, peligroso y, sobre todo, injusto. Las calificaciones personales que resulten de ahí, a pesar de que puedan sustentarse en el gran dramaturgo británico, las asumo con naturalidad. Puedo asegurarle que me influyen muy poco. Los excesos verbales, como usted bien sabrá, suelen ocultar cierta pobreza argumental y caracteres poco equilibrados, características estas que ningún docente -bueno, malo o regular- puede permitirse.
Ya le pedí disculpas a las familias no agraciadas. Les dije lo mismo que reflejo literalmente en mi artículo: que no era la mejor solución, pero que llegados a ese punto, era la única posible. Se lo dije personalmente a las tres madres en mi despacho, cara a cara. Y a partir de ahí, emprendieron un recorido ya conocido para perseguir no sé muy bien qué objetivo. Porque, ¿cuál era la pretensión última?, ¿qué perseguían exactamente? En este sentido, permítame añadir estimado Fernando, una pregunta retórica: ¿Qué hubieran hecho estas tres familias si ellas hubieran sido las agraciadas? ¿Hubieran renunciado de manera simbólica? ¿Hubieran recorrido estamentos educativos y medios de comunicación denunciando tamaña arbitrariedad? La respuesta es tan evidente que no es necesario verbalizarla.
Finalmente, para devolverle la cortesía de su cita al comienzo y agradeciéndole una vez más su tono educado y pedagógico, permítame despedirme con estas palabras de Antonio Orejudo, un escritor que me gusta particularmente: «Quien empieza negando la autoridad ajena, acaba siempre imponiendo la suya»
Saludos!!
“Un buen juez decide siempre con justicia, prefiere la equidad al rigor de la ley.”
—Máxima jurídica
Buenas tardes Felipe, permíteme que imite el comienzo de tu artículo para hacer algunas reflexiones sobre tus palabras. Comienzas buscando en la RAE el significado de Ingratitud para calificar a unas personas; yo también he acudido a esta fuente para indagar en un par de términos que se me vienen a la mente en estos momentos. Uno es el término injusticia: “Acción contraria a la justicia” y justicia: “Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”, y en su segunda acepción la define como “Derecho, razón, equidad”. ¿Te suena de algo? Equidad: “Bondadosa templanza habitual, propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley” A estas alturas de mis palabras creo que ya te habrás dando por aludido. Efectivamente, su ausencia es la que mejor define tus actuaciones antes, durante y después del hecho que nos ocupa.
Sabes perfectamente que la responsabilidad de no haber tenido la diligencia –esperada en un Director- estableciendo a su debido tiempo los procedimientos para la concesión de las Matrículas de Honor entre el alumnado que finaliza sus estudios de bachillerato y unos criterios de desempate ecuánimes, ha sido exclusivamente tuya, y, solamente cuando has visto la que se te venía encima, en el mes de marzo, en una rápida reunión de la CCP y sin que estos apartados estuviesen convenientemente aprobados por el Claustro e incluidos a tiempo en la Concreción Curricular de Bachillerato y en el Proyecto Educativo de tu Instituto, te has puesto las pilas, estableciendo el azar como criterio final de desempate. Supongo que conoces la legislación. No eches balones fuera: nadie te ha obligado a establecer la opción del sorteo como criterio de desempate. Había otras opciones más justas; de nuevo destaco tu falta de equidad, y lo sabes.
Afirmas en tus palabras que estas madres ignoraron estos documentos durante años. Deberías saber que probablemente lo hicieron porque tenían plena confianza en tu buen hacer como docente y como Director del Instituto. Nuevamente les defraudaste.
Estoy seguro que, unos días después de que hayas publicado este artículo te arrepentirás de la comparación realizada entre el reconocimiento que merecen estas esforzadas alumnas y la elección de alcaldes o la adjudicación de viviendas; creo que no responden a la altura intelectual que te supongo como Director de un Centro educativo. El primero de los ejemplos no se corresponde, porque no es cuestión de méritos sino de votos; el segundo tampoco, porque tampoco son los méritos los que se valoran, sino los requisitos que corresponden a la necesidad, que es bien distinto. La comparación que se me ocurre, y te permito que la asumas, es la de unas corredoras de fondo, de maratón. Habría que imaginar a deportistas, exhaustas por el esfuerzo, que cruzan la meta exactamente al mismo tiempo. Unas reciben la medalla de oro y otras nada. ¡Vaya equidad!
Seguramente sea esa mala conciencia por tu falta de diligencia estos años la que te ha llevado a utilizar los calificativos que diriges a esas tres madres – que seguramente podrían ser muchas más – cuando lo único que han buscado es la reposición de una injusticia. Las calificas – y eso da idea de tu falta de sensibilidad- de ingratas por no reconocer que en parte ese brillante expediente académico se debe a la labor del profesorado. No te quepa la menor duda de que eso es así, aunque – y a la vista está- no podamos afirmarlo en todos los casos. En cualquier caso, si es tanto lo que dependen del profesorado los magníficos expedientes, entonces ¿también será mérito del profesorado el fracaso de tantos y tantos alumnos?
¿Cómo puedes afirmar que lo que pretendían estas personas es que los alumnos y las alumnas beneficiadas por el sorteo devolviesen sus menciones? Nada más lejos de la realidad; la tienen merecidamente y ellos lo saben. En algún caso, y me consta, esos brillantes alumnos y alumnas han demostrado mayor sentido de la equidad – bendito término- que tú mismo. Ojalá que la última lección que se lleven del Instituto sea esta y no la que tú les has dado. Algún día todos celebraremos que estas alumnas logren su meta final, y no nos acordaremos de alguna meta volante y de alguna persona que tanto les defraudó en sus tempranas vidas.
PD. Sirva esta carta de reconocimiento a todos los docentes que dedicamos una parte de nuestras vidas a sacar adelante a personas formadas, buenas, críticas y justas.
Buenas tardes sr. Fernando:
Déjeme decirle en primer lugar que esa situación de equidad a la que usted se refiere repetidamente sería más creíble si usted se identificara, no cree? De cualquier manera, dejando a un lado las consideraciones y calificaciones personales en las que no voy a entrar, hay algunas afirmaciones suyas que no comparto. Sigo pensando que es mucho más importante la decisión sobre escolarización de un alumno de once años que las posibles menciones honoríficas; pues bien, cuando cumplidos los requisitos se produce un empate, la administración acude al sorteo. De manera análoga ocurre en los otros dos ejemplos, iguales requisitos, iguales méritos: sorteo. Y lo que se dilucida es, se quiera o no, muy trascendente.
Respecto a la aprobación “rápida” a la que usted se refiere, solo puedo decirle que este asunto ha sido ampliamente debatido entre todos nosotros, y tomamos el acuerdo, en el momento que creímos oportuno, con total unanimidad. Como sin duda conocerá, desde el momento que se toma y se aprueba dicho acuerdo, se convierte en firme, sin perjuicio de cuándo se incorpore a los documentos del centro. En lo que se refiere a cuál es el órgano que aprueba según qué acuerdo, le remito a la Lomce en la que se delimitan claramente las competencias de cada uno. En todo caso, si la decisión no fuera correcta, existen instancias superiores a nosotros que la invalidarían. Por cierto, no soy yo el que insinúa la posible renuncia por parte de los agraciados, sino una frase entrecomillada del Periódico Extremadura.
No me referiré a su último párrafo que, en mi opinión, tiene un intencionado componente demagógico que añade poco al asunto principal, pero sí querría repetirle, si me disculpa la autocita, una frase del artículo: “no es la mejor solución, pero es la única posible” De ahí que también hable de autocrítica, porque es necesario.
Una última reflexión: antes de decidir los criterios para el desempate, habíamos consultado, y no rápidamente, lo que se hacía en otras comunidades en las que, por cierto, son las consejerías las que determinan los desempates y no los centros educativos. Nuestros criterios están, por lo tanto, basados en esa observación, son académicos, acordados y respetan la equidad, pero no decidimos lo más importante: el número de menciones posibles.
Finalmente, desde la respetable discrepancia que mantenemos, le invito a discutir este asunto en persona, algo muy saludable y que siempre se presta a llegar a acuerdos. Ya sabe dónde trabajo. Quedo a su disposición.
Saludos!!
¡Qué bonita letra tiene usted! señor director.
¿Por sorteo se adjudican viviendas, se decide la admisión en centros educativos y hasta se eligen alcaldes? Huelga decir que a estas alturas de la vida sabrá usted que no todas las comparaciones son odiosas, algunas como las suyas son solamente tontas; porque tonta es la comparación la adjudicación viviendas con el itinerario de una escuela graduada (desconozco si V.I. conoce ese concepto), en la que es suficiente echar una mirada atrás en el expediente de los alumnos y alumnas, fíjese que bien lo dice usted (y que mal lo hace): “ mirar los documentos del centro, conscientemente ignorados durante los seis años anteriores”, para poder comprobar fehacientemente los merecimientos del alumnado para una Matrícula de Honor, pero, ¿por qué no se hizo?. “Daría todo lo razonablemente posible para que el señor Fernández” desvelara públicamente la verdad: los intereses espurios de tal decisión.
Señor director, no es cierto que la respuesta del Servicio de Inspección o de la Secretaría General de Educación fuera: “no es la mejor solución, pero es la única posible”, no construya un relato de verdad desde la acción estratégica, porque Inspección y Secretaría General no la consideran “la mejor”, sino “una posible” y “quizás no la más acertada”, y desde luego lejana a lo considerado “justo”. Y esto, desconociendo aún el momento de tomarla: el mes de marzo. Porque señor director desde su impertérrita experiencia, díganos, ¿es legítimo y acaso legal, tomar esa decisión en el mes de marzo?, ¿en qué Ley, Real Decreto, Decreto, Orden o Instrucción se contempla?, ¿nos la puede citar usted?
Tampoco es cierto que nosotr@s digamos “sibilinamente” que “los favorecidos en el sorteo deberían renunciar como se ha hecho en otros lugares”, por favor, no pensábamos que usted desde las alturas necesitara de la victimización de nadie para crear sentido de pertenencia, no necesita que acuda la “institución” en su ayuda, porque ya la tiene ¿o quizás son momentos de flaqueza?. La única referencia a Sibila nace de sus presuntas dotes proféticas: “Puedo anticiparlo. Dirán que sus hijas han obtenido esos resultados gracias a su talento …”
Y una última pregunta: ¿A qué se debe la vehemente indecencia del título de su artículo?
“Tres eran tres, las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena” ¿Por quién nos toma “señor(¿?)” Felipe? ¿Qué clase de ignominia puede justificar su insulto?
…
Hola sr. Francis:
Yo, al menos, me identifico con mi nombre. Querría usted hacerlo también, por favor? En todo caso, estoy totalmente dispuesto a discutir con usted y con el sr. Gutiérrez vis a vis todos los pormenores. Ya saben dónde estoy. Quizá lleguemos a algún acuerdo o quizá no; nunca se sabe.
Quedo a su disposición.
Saludos!!!
Probablemente tengas razón Felipe, no seré yo quien te la quite. Farragosa narrativa, seguro. Ejemplo a mis hijos, también. Pero a pesar de todo lo que te he dicho no has contra argumentado ninguna de las razones y hechos que te expongo. Lo dicho Felipe, te tuteo porque te conozco y tú sigue llamandome Sr. Gutiérrez ya que no me conoces, y me reafirmo en que algo huele a podrido y lo sabes. Y no estaría de más que si algún responsable de educación ha leído esto ordene una auditoría completa a tu centro.
(es difícil redactar en un móvil la contestación a un texto irreverente mientras quien lo hace ha dispuesto de todo el tiempo para escribir su «opinión»)
Y por supuesto, a lo siguiente que pongas ni te contestaré, ya no merecerá la pena.
Desde luego, es un ejemplo para sus hijos sin dudarlo ni un momento. Pero para referente de ejemplo USTED, DON FELIPE, todo un ejemplo a seguir……
Quizá para años sucesivos lo mejor sería plantearse qué alumnos realmente tienen 10 en todas las asignaturas. ¿uno? ? ¿ninguno? Pensemos con la cabeza… ¿10 en 18 asignaturas? ¿Nos hemos vuelto locos? Lo que ha ocurrido aquí es que los profesores han ayudado a sus alumnos, subiéndoles 1 punto, 2 puntos, para AYUDARLES, ni más ni menos, el expediente cuenta 60% de la nota de la EBAU. Y por ayudarles precisamente se ha producido esta falta de agradecimiento en tres casos, precisamente en los casos de las tres alumnas que se quedaron sin la matrícula. ¿Qué habrían dicho si en ese sorteo les hubiera correspondido en suerte a ellas? NADA.
El sorteo no es justo pero al menos es objetivo. Es la suerte quien decide, no las personas. Las personas de este Centro ya han hecho lo suyo y han ayudado a sus alumnos con un pequeño empujón. Pero eso no lo ven, queridos padres y madres.
¿Me están diciendo que en el IES Hernández Pacheco se le suben 1 o 2 puntos a los alumnos para ayudarles? ¿A todos o solo a los que el profesor elige? ¡Me sorprende!
«Me cachis» Felipe Fernandez que ingratitud el instituto Hernandez Pacheco con estas alumnas que han llevado por toda la region el nombre del instituto recibiendo premios Espiga, premios a lectura,relatos,asistiendo a olimpiadas de matematicas… sin recibir ni una felicitacion del director .
«Que bien queda luego la revista Mansabora»
Leyendo su definición de ingratitud, no puedo por menos que trasladarla a su persona. Ingrato es usted e ingrato es el trato dado a estas alumnas y a sus familias por su parte, cuando lo único que piden es lo mismo que pediría usted si fuera su hijo. Ingrata, desagradecidq y desafortunada es en la forma en la que han tratado a estas alumnas, que lo único que han hecho ha sido comerse los codos y dar prestigio a su centro. Y habla usted de ingratitud? Ingrato y osado es usted al atreverse a escribir ese articulo tan desafortunado. Don Felipe… Otra vez se ha cubierto de gloria.
Escrito despectivo impropio de un docente. Veo que no se alcanza a ver que la reinvindicacion es para cambiar una norma que desmerece el mérito educativo y el reconocimiento por el uso de una chistera para la adjudicación de méritos. Como si el tema no fuera con él. Se ha llevado a lo personal un asunto que trasciende a una persona. Es vergonzoso que nos miremos al ombligo por el mero hecho de justificar una actuación ridícula. Un cero para usted señor director.
Ingrato?? Ingrato es que unos estudiantes brillantes que lo único que han hecho es dar prestigio a su centro se queden sin su recompensa. Ingrato es usted, que no es capaz de reconocer que unos padres luchen por lo que usted no ha luchado. Cree que eso es injusto?.Usted no hubiera hecho lo mismo si le hubiera pasado a su hijo? . Reflexione sobre su artículo, porque cuando las cosas están mal hechas desde el principio, hasta el final, nada lo justifica.
Varias reflexiones y preguntas al aire :
¿Noto un cierto tono machista en el artículo? o, ¿seré yo?
¿Se quiere comparar el reconocimiento a la excelencia académica con la adjudicación de un piso o de una alcaldía?
Ciertamente, ¿será el azar es el que sirve o ha servido para adjudicar plazas docentes?
Parece mentira que seas el Director del IES HERNANDEZ PACHECO y se te llene la boca de chanclas.
La excelencia académica es logro de los alumnos, no te quepa duda. Los profesores dirigís nada más. Lo mismo tenéis buenos que malos alumnos, y lo mismo que hay que incentivar a los que no dan la talla que de la misma manera o más hay que incentivar a los buenos. Cuando te amparas en que las matriculas se han dado por sorteo, quizás deberías mirarte al ombligo y dar la razón por la que siendo el director del centro no hubieses tenido esto en cuenta, haber sido proactivo y evitar que esto se hubiera producido. Te sacas de la manga una resolución de marzo, firmada en mayo para el desempate por azar, cuando la ley dice que esto debe estar incluido en el programa educativo en el mes de septiembre antes de comienzos de año y aprobado por consejo escolar. Desde el mismo centro podíais haber arbitrado, o tu podrías haber arbitrado o pensado, algo tan difícil, el pensar, otro sistema mas justo, como el mirar las notas de las evaluaciones, o las finales de los cursos de la ESO anteriores a bachillerato, pero dejarlo al desempate por azar, deja en entredicho tu labor docente y tu imaginación a la hora de la resolución de problemas (y llevas lustros de director).
Cuando hablas de ingratitud, ¿a que te refieres, a que los padres no pagamos impuestos de los que cobráis los docentes y os debemos el pan y la sal? No te equivoques, el prestigio del Centro que tu tienes el inmenso honor, no merecido por tus palabras, de dirigir no es de los docentes, sino de los alumnos, ya que no se puedo desmerecer al resto de los docentes del resto de los centros. Ya te encargas tu, como director, de a quien no da la talla lo «desvías» a otros centros. Podía seguir hablando de los pagos a viajes de estudios, del acompañamiento de los alumnos a las olimpiadas de matemáticas o de física, que brillan por su ausencia, o de todo lo que es mejorable por parte de tu Dirección y tu equipo, pero dejémoslo ahí, ya que como mal torero ya algún revolcones te has llevado, y si fueras toro, serias devuelto a toriles.
Por supuesto se los padres nos hemos quejado de la situación injusta, simplemente por que lo es y deberías ser el primero que como docente abogues por su causa. Y si tu no lo ves e insultas a unos padres por pretender que se haga justicia lo comparas con sorteos de viviendas, te defines como docente, lo que además te inhabilita para ello.
Podría seguir hablando de tu catadura, conociéndote, ya que tu has hablado de la nuestra sin conocernos, es mas, sin conocer siquiera a nuestros hijos de los que eres Director del Centro. Pero ya termino, ya que no merece la pena seguir dándote lo que te mereces, sobre todo por tu falta de tacto, educación, mesura, y equidad.
Ya lo dijo Shakespeare, algo huele a podrido en Dinamarca, y en el IES HERNANDEZ PACHECO a rosas no gracias a ti.. Lo que es seguro es que lo que a ti te falta es vergüenza.
Sr. Fernández, de sus palabras saco no pocas conclusiones. La principal es que me dan mucha pena los alumnos del Instituto que usted dice dirigir, especialmente los que están todavía allí. Y le digo por qué: este último curso ha tenido varios alumnos merecedores de matrícula de honor, como docente imagino que sabrá que una matrícula de honor no se obtiene de la noche al día, sino que lleva mucho tiempo de trabajo y esfuerzo de alumnos, así como la correcta guía de sus docentes. Además, del consecuente prestigio para el centro. Poca previsión tuvo al permitir que un sistema de adjudicación injusto le haya metido en esta situación. En lugar de apoyar y pelear por todos los alumnos brillantes, les deja a merced del azar (que los pisos o alcaldes se sorteen no es excusa para tener ese sistema torticero en el centro).
Los que se han ido seguirán con sus carreras brillantes. Los que se quedan, lamentablemente si están fuera de ratio se verán a merced de su perrito piloto, con la desmotivación que eso conlleva.
Y hablando de ingratitud, usted tampoco se libra: «ingrato», en su tercera acepción de la RAE «Que no corresponde al trabajo que cuesta labrarlo, conservarlo o mejorarlo.»
Sr. Gutiérrez: si alguien mantenía alguna duda, leyendo su comentario -a pesar de la farragosísima sintaxis- se le habrá despejado. Por cierto, gracias por sus epítetos; son un modelo de moderación y equilibrio. Y, por supuesto, un ejemplo para sus hijos.
Saludos!!