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La editorial Sirio prosigue con la publicación del ‘Shobogenzo’, un libro esencial del budismo zen que tiene previsto sacar en cuatro volúmenes y del que acaba de publicar el segundo. Pedro Piquero, pianista afincado en Badajoz, está siendo el encargado de traducir este complejo texto de Eihei Dogen, un monje japonés que nació en el año 1200.

 ¿Cómo definiría el budismo? ¿Y el budismo zen?
En mi opinión, el budismo es el impulso metafísico esencial que cuestiona qué es la realidad. Creo que, desde un punto de vista general, las personas son budistas, ya que inconscientemente buscan la verdad de manera natural. Este concepto lo explica muy bien Putnam en sus experimentos de cerebros en cubetas. Al mismo tiempo, nadie lo es, puesto que “budista” es una de las categorías que el propio budismo intenta destilar. A esto se le conoce como “matar a buda”.
‘Budismo zen’, aunque Dogen rechazara esta idea, se refiere a una de las corrientes budistas provenientes de la India cuya introducción en China se atribuye normalmente a Bodhidharma.

¿El Budismo es una religión o una filosofía?
No creo que el budismo sea una filosofía, aunque tenga una vertiente filosófica. Tenga usted en cuenta que lo que aquí llamamos filosofía es algo que pretende fundamentar lo que las cosas son a través del pensamiento. En el capítulo “Shin-fukatoku”, por ejemplo, Dogen se adelanta al pensamiento posmetafísico del siglo XX, donde el pensador y lo pensado no son dos. Lo que aquí consideramos filosofía, y más desde Descartes, es el pensamiento como algo exterior, ajeno a nosotros. Desde esta base, la filosofía budista no es “filosofía” tal y como la entendemos convencionalmente. Creo que el budismo, en general, se apoya en la experiencia de la acción aunque utilice la filosofía como vía de comunicación. Por ejemplo, una de las frases recurrentes del Shobogenzo es “deberíamos investigar en la práctica”.

“El budismo es el impulso metafísico esencial que cuestiona qué es la realidad”

Es un texto muy amplio, en general te atrapa, pero a veces, como lector te sientes muy perdido, sin asideros. Así que —a grandes rasgos— ¿de qué trata el ‘Shobogenzo’ y qué importancia cultural se le adjudica? ¿Quién fue Eihei Dogen?
Eihei Dogen fue un monje del siglo XIII que trajo el budismo zen de la secta Soto (algo que, por otra parte, él rechazaba como escuela independiente) de China a Japón. Actualmente, está considerado como uno de los patriarcas budistas.
El problema del Shobogenzo no es que sea aparentemente surrealista, sino que utiliza un tipo de lógica no-dual, del todo desconocida por el lector convencional. Es normal que, como usted dice, parezca no haber un lugar donde agarrarse. Utilizamos una estructura de pensamiento polar, y la fenomenología budista no se atiene a ella. Sin embargo, este texto no es un galimatías. Es simplemente la consecuencia natural que se produce al intentar escribir sobre lo inefable. Particularmente, considero que Dogen es bastante claro en su exposición, por muy compleja que parezca. Para ello, animo a los lectores a que utilicen el aparato crítico de esta edición.

¿Qué pasajes/capítulos de este volumen sorprende más a los lectores?
A los lectores no budistas, tal vez les llame más la atención el volumen 1, donde el autor trata temas más cercanos como una introducción a la verdad budista, el aseo en los templos budistas o las normas de comportamiento en las salas de la práctica. Este segundo volumen, en mi opinión, puede sorprender más a los propios budistas por sus críticas a la creación de templos, la insistencia en el rechazo de un “budismo zen” o la defensa a ultranza del intelecto o los sutras como vía de comunicación budista, siempre teniendo en cuenta que, como dice Dogen, “un cuadro de un pastel de arroz, no sacia el hambre”.

“El budismo, en general, se apoya en la experiencia de la acción”

La mentalidad occidental (etnocentrista) y la perversión de Hollywood han llevado a crear una visión errónea, creo yo, del budismo. ¿No sé si está de acuerdo? Sobre todo en el tema de la reencarnación…
Estoy de acuerdo con usted en esa mala interpretación por parte de la moral pre-convencional de ciertos aspectos budistas, pero no sé si le llamaría perversión. Las personas utilizamos un filtro estructural para interpretar los fenómenos. Esto es y debe ser así.
En relación a su cuestión, hay una célebre historia en la que un monje le pregunta a un maestro qué hay después de la muerte. Éste le contesta que no lo sabe, a lo cual el monje le responde que cómo no lo va a saber si es un maestro budista. El maestro finalmente dice algo así como: “Sí, pero soy un maestro vivo”. Dogen, en el capítulo “Bendowa” del Shobogenzo, rechaza sin paliativos la idea de la reencarnación, y no sé si el budismo podría permitirse conjeturar sobre algo distinto de lo que acontece aquí y ahora. Creo que el tema de la metempsicosis o la transmigración está más presente en el budismo tibetano. El problema es que, como sabe, allí no solo se habla de una muerte a largo plazo, sino de una muerte y resurrección a cada instante. En mi opinión, en occidente hay una confusión parecida con el concepto “karma”, para mí, el término más malinterpretado de todo el budismo.

Eduardo Villanueva /

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