Se necesita actuar urgentemente y aumentar la ayuda para garantizar que todos los niños afectados por las explosiones de Beirut, capital del Líbano, puedan tener acceso a la educación cuando a finales de mes comience el nuevo curso escolar. Así lo ha recordado UNICEF el día que se cumple un mes de las dos explosiones masivas que asolaron la ciudad. Al menos 163 escuelas públicas y privadas resultaron dañadas, lo cual afectó a más de 70.000 estudiantes y 7.600 profesores; además, 20 centros TVET (Formación y Educación Técnica y Profesional, por sus siglas en inglés) sufrieron daños que afectaron a aproximadamente 7.300 estudiantes.
Garantizar que los niños tienen acceso a la educación es una prioridad clave para UNICEF. La educación no solo les proporciona oportunidades para el futuro, sino que también ofrece a niños y familias una sensación de normalidad, les devuelve esperanza de futuro y es un espacio seguro para los niños que están sufriendo un trauma. Se estima que 600.000 niños viven en un radio de 20 kilómetros de las explosiones, y podrían sufrir problemas psicológicos a medio y largo plazo.
UNICEF ha lanzado un breve informe –Everything around me is in ruins (Todo a mi alrededor está en ruinas)- para mostrar el impacto de las explosiones sobre los niños y familias de Beirut y para analizar la respuesta de la organización. Además, ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que aumente con urgencia el apoyo a la educación de los niños en Beirut.
“Cuando se produce un desastre como este, la educación puede suponer un salvavidas para los niños cuyas vidas se han vuelto del revés, ya que proporciona un espacio seguro si pueden ir a la escuela, y una sensación de normalidad en medio del caos”, explica la representante de UNICEF en Líbano, Yukie Mokuo. “Por eso estamos muy preocupados por los daños que han sufrido las escuelas de los barrios más golpeados por la explosión, y por el impacto que esto puede tener en los niños. El cierre de escuelas debido a la pandemia de la COVID-19 es una dificultad añadida, pero es fundamental que encontremos soluciones urgentes para que los niños retomen su educación –también en remoto- lo antes posible”.
Abdulkarim, de 10 años, de Karantina, lamenta que “No recuerdo la última vez que fui al colegio. Ahora que está destruido, tampoco tengo idea de cuándo podré volver. Venir a este parque seguro me ayuda. Jugamos y aprendemos cosas juntos. No es lo mismo que el colegio, pero cuando has perdido tantas cosas como hemos perdido nosotros, esto se convierten en algo bastante importante”.
Según las evaluaciones iniciales realizadas hasta el momento por el Ministerio de Educación y de Educación Superior (MEHE), aproximadamente el 80% de las escuelas en Líbano han sufrido daños de leves a moderados, y el 20% daños graves. Los recursos se están movilizando con rapidez para –junto con UNESCO y otros aliados- iniciar la rehabilitación de los centros menos dañados y que puedan estar operativos en octubre.
“Mi colegio está cerrado, ¡lo echo mucho de menos! Echo de menos ver a mis profesores y estudiar. Espero que podamos volver pronto”, desea Kevin, de 8 años, de Geitawi. De momento puede acudir a un parque, donde puede recuperar durante unas horas una cierta sensación de normalidad: “Me gusta venir a este parque seguro de Geitawi y jugar y aprender con mis amigos”.
Debido a la pandemia de COVID-19, todas las escuelas de Líbano planean implementar un enfoque mixto que combine un aprendizaje cara a cara con educación a distancia. Sin embargo, estos planes se han complicado debido al impacto de las explosiones. Dado que muchos hogares fueron destruidos y las familias tuvieron que ser reubicadas, y ante el inminente comienzo del curso 2020/21, se debe abordar con urgencia el tema de la conectividad y del acceso limitado a los materiales educativos. Los niños más vulnerables no tenían materiales ni conectividad, por lo que están en un mayor riesgo de que se prolongue el retraso de retomar la educación, e incluso de que dejen la escuela. Las familias que perdieron sus hogares y sus medios de vida también se enfrentan a dificultades económicas para matricular a sus hijos en la escuela y apoyar su educación.
UNICEF y sus aliados están trabajando en las zonas afectadas por las explosiones para apoyar la rehabilitación de escuelas dañadas y el reemplazamiento del mobiliario y equipamientos dañados; promover unas directrices de seguridad escolar; formar al profesorado en apoyo psicosocial; y coordinar la distribución de suministros educativos y kits de desarrollo infantil temprano entre profesores y cuidadores. UNICEF está buscando también soluciones innovadoras para el aprendizaje remoto, con un aumento de la conectividad y el acceso a dispositivos electrónicos.
Hasta el momento, esta ha sido la respuesta de UNICEF para cubrir otras necesidades urgentes de los niños afectados:
- UNICEF ha enviado 18 cargamentos de ayuda humanitaria esencial -67 toneladas en total-, además de proporcionar suministros de emergencia locales.
Junto con sus aliados, UNICEF ha reconectado más de 155 edificios al sistema público de agua, y ha instalado más de 870 tanques de agua en hogares afectados. - 2.400 personas han recibido acceso temporal a una cantidad adecuada de agua segura para beber y para uso doméstico.
Hemos distribuido 4.485 kits de higiene y 462 kits para bebés entre las familias afectadas. - 1.406 niños, padres y cuidadores han recibido apoyo psicosocial.
Se ha proporcionado una alternativa de cuidado adecuada a tres niños que habían quedado sin atención parental o familiar. - 308 niños menores de 5 años de Líbano han recibido suplementos nutricionales esenciales.
- Hemos proporcionado dos neveras solares nuevas que se instalarán en el Hospital Rafic Harriri y hemos apoyado los trabajos de mantenimiento de dos cámaras frigoríficas del hospital en las que se almacenan vacunas.
- Hemos evaluado las necesidades de rehabilitación de 23 centros sanitarios dañados.
Hemos colaborado con el MEHE para evaluar rápidamente los daños en escuelas públicas y centros de TVET. - Hemos distribuido más de 430.000 mascarillas de tela a la población afectada en Líbano.
Hemos suministrado Equipos de Protección Personal (EPI) a centros de atención primaria y dispensarios y hemos prestado servicios de vacunación. - Los suministros de EPI que hemos encargado incluyen más de 3,5 millones de mascarillas médicas, 8.070 protectores faciales, 124.810 batas, 11.145 gafas protectoras, 7.646 termómetros y 2,6 millones de pares de guantes.
- Hemos movilizado a más de 1.900 jóvenes que han colaborado en tareas como limpieza, reparaciones menores en hogares y preparación y distribución de comidas para las familias vulnerables.
“Un mes después de las devastadoras explosiones, las necesidades siguen siendo graves y debemos mirar hacia el futuro”, ha explicado Mokuo. “Con el tiempo que puede llevar reconstruir y rehabilitar las escuelas dañadas y reemplazar los muebles y el material escolar perdido, urge impulsar alternativas de aprendizaje remoto para los niños afectados. Debemos proporcionar a los maestros la capacitación y el apoyo que necesitan para garantizar que los niños, especialmente los de las áreas afectadas más pobres, reciban no solo un aprendizaje remoto de calidad, sino también el nivel de atención psicosocial que necesitan para superar el trauma”.
Niños como Hanan, de 8 años, de Karantina, reconocen que “Me siento diferente desde las explosiones. Estoy asustada siempre, todavía sueño con aquella sensación. No puedo dormir por las noches”. Su escuela quedó dañada por las explosiones, por lo que, además de al trauma por lo vivido, se enfrenta a las consecuencias de no ir a clase. “Echo de menos ir al colegio. Echo de menos estudiar y pasar tiempo con mis profesores”.
UNICEF necesita 50 millones de dólares (42 millones de euros) para responder a las necesidades inmediatas de los niños y familias durante los próximos tres meses en Líbano. La respuesta se centra en cubrir las necesidades psicosociales de niños y cuidadores, mantener seguros a los niños, rehabilitar servicios básicos esenciales y capacitar a los adolescentes y jóvenes para que adquieran las destrezas que necesitan para ser parte del esfuerzo de reconstrucción de su país. Todo ello, mientras se intenta frenar la propagación de la COVID-19.