El placentino Míchel Pedrero, «contador de historias» a través de su cámara según su propia definición, se ha colado entre los mejores fotoperiodistas del planeta. Tanto es así que postula, ya en la fase final, en el World Press Photo, el certamen de fotografía más prestigioso del mundo, gracias a su reciente trabajo ‘Sudán nos mira’. El placentino retrata en este país africano el mercado de camellos más importante del mundo hasta las revueltas ciudadanas en pleno golpe de Estado.
Su último viaje le ha llevado hasta el país africano en un principio a fotografiar el tráfico de camellos, las miradas de los sudaneses o tradicionales danzas, pero se topó con el enésimo golpe de Estado en el país africano.
Su cámara capturó las protestas de Kerma, donde cientos de personas se manifestaban civilmente contra el golpista Abdel Fattah Al Burhan.
En un contexto en el que, tal y como explica, tanto en zonas más rurales del país como la región de Nubia también se manifiestan contra el golpe y se produjeron detenciones de miembros civiles del Ejecutivo sudanés, incluido el primer ministro Abdalla Hamdok. Así, la cárama de Míchel Pedrera ha documentado la documentado y narrado la lucha del pueblo sudanés, las miradas y los escenarios durante este tiempo de conflicto.
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El golpe de Estado no desvió la atención del fotoperiodista placentino, que también consiguió plasmar en imágenes el famoso mercado de camellos en el desierto de El-Molih, a 100 kilometros de Jartum, capital del país.
En ese entorno, cientos de camellos son vendidos y cargados en camiones todos los días «sin ningún cuidado esperando para hacer su viaje desde el desierto a Egipto o el Mar Rojo para ser enviado a Arabia Saudita».
Según el testimonio de Pedrero, Sudán es uno de los mayores exportadores de camellos del mundo y tiene el segundo mayor número de camellos de todo el planeta. Los camellos parten desde este país a las carreras de alto nivel en el Golfo Arábigo como a los mercados de carne de El Cairo. En sus fotografías Pedrero capta el sufrimiento de los camellos y su lucha por huir de sus ataduras.
Además, en su periplo plasmó una ceremonia sufí en la mezquita Hamid El-Nil en Omdurman. En este rito, muchos sufíes visten túnicas muy coloridas mientras bailan al ritmo de los tambores, girando y pateando hasta que entran en trance. En el clímax de la danza, los sufíes dicen que sus almas se comunican con Alá y las purifica del mal, en un hechizo «que solo se rompe con la llamada a la oración de la tarde».
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Los sufíes de Omdurman, explica Pedrero, «ven esta ceremonia como algo sacado de los primeros días del Islam, se celebra todos los viernes al atardecer e incluso en tiempos de conflicto se sigue celebrando fielmente», algo de lo que pudo dar fe con su cámara.
Además, ha fotografiado a sudaneses aquejados de tracoma, enfermedad que les provoca ceguera en uno o ambos ojos, «un tema muy interesante» sobre el que pudo investigar en su recorrido.
«Mi vida es el camino»
«Mi vida es el camino, el viaje, una forma de vida con pros, con contras, pero lo que más me llena es la fotografía, que son mis sentimientos, son almas congeladas, ese es mi don, más que la técnica, cómo capturar la esencia. Esa es mi verdad, lo que me mueve a hacer todo esto, a compartir el mundo, cómo lo veo a través de mis ojos», explica Míchel Pedrero.
Como fotoperiodista, acude a retratar sitios donde ponerse a prueba, lugares que no están preparados para el turismo, sin hoteles, sin restaurantes, sin transporte, lo cual le ha llevado a pasar enfermedades, siempre en condiciones «muy duras».
‘Sudán nos mira’ ha sido merecedora de la nominación para Míchel Pedrero en el World Press Photo, y que le abre las puertas de convertirse en el mejor fotoperiodista del año en el mundo y de atesorar la mejor fotografía de este ejercicio.
Reconoce que solo el hecho de haber llegado a la fase final le da «mucha fuerza» para seguir adelante, un logro que ha llegado en parte después de haber conseguido publicar en medios como The Times. «Esto me da un empujón. Es un sueño, una manera de creerme que mi trabajo vale, que puedo rodearme de los mejores».
Míchel Pedrero admite que su ansia por contar «cosas al mundo» a través de sus ojos viene en parte como herencia. Así, de su padre le viene el amor por la fotografía, mientras que la poesía de su madre le legó las palabras y la voz, combinación de la cual surge empezó a hacer del relato fotográfico su disciplina artística.
Definiéndose como fotógrafo documental especializado en fotoperiodismo, retrato social, vida salvaje, fotografía callejera y danza, ha llevado al objetivo de su cámara a distintos lugares que van desde el Ártico hasta Jordania pasando por Sudán, Botswana, Namibia, Bolivia, Etiopía, India, Myanmar, Tailandia, Colombia, Egipto, Israel, Marruecos, Perú o Ecuador.
«Mi vida está en el camino, y en el camino contar historias a través de mis vivencias a todos aquellos que quieran escuchar o sentir. Me siento nómada y me apasiona todo lo salvaje», asegura Pedrero, que ha adoptado la denominación ‘Wildnomadphoto’ como nombre artístico. «Mis fotografías son sentimientos, almas heladas y mi única verdad», añade.
Próximos proyectos
A partir de ahora, la antropología y el retrato humano seguirán siendo las musas de Pedrero. De esta manera, continuará haciendo retratos o capturando vida salvaje en lugares como India, Nepal o Pakistán, sin descartar plantarse en el Amazonas.
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Todo ello junto a la muestra al mundo de su trabajo, con una primera exposición en Granada de la mano de la ONG Agua de Coco, con la que quiere sumar fuerzas en una acción benéfica con la ecuación que formarán sus fotografías con la poesía, con el mundo de la mujer como hilo conductor.