Con ánimo de discrepar
Víctor Casco
Los diputados de VOX llegaron al Congreso como niños malcriados. Sin educación, sin respeto y sin un atisbo de elegancia. Debajo de sus aburridos trajes grises se esconde el niñato mimado que no entiende que le nieguen su último capricho.
Llegaron al Congreso el primer día de constitución de esta cámara muy temprano; y por una vez en su vida madrugaron. Preguntarán ustedes: ¿para hacer leyes? ¿para comenzar a trabajar?… No. Para sentarse detrás de los escaños del gobierno y hacerle gestos al Presidente Pedro Sánchez. Como críos.
Cuando los diputados de ERC juraban sus cargos, ellos se dedicaron a aporrear las mesas y gritar. A patalear. A moverse inquietos en el escaño. Un poderoso símbolo de lo que va a ser su gran aportación parlamentaria: hacer ruido. Como niños.
Samuel Johnson escribió que el patriotismo era el último refugio de los canallas
Y desde entonces solo abren la boca para decir una sandez. Para jugar a “padres de la patria” pero sin llegar a atisbar la solemnidad que requiere semejante ejercicio. Porque ellos solo hablan de ESPAÑA, pero les importa muy poco los españoles. Es una marca de la casa: el nivel de despreocupación por los problemas diarios de los hombres y mujeres que viven en esta tierra es inversamente proporcional al tamaño de la bandera que se exhibe: a más bandera, menos interés por la gente. España lo primero, los españoles… ya tal.
Samuel Johnson escribió que el patriotismo era el último refugio de los canallas. La historia está llena de ejemplos de gobernantes que llevaron a la ruina a su nación siempre en nombre de la patria, que se enriquecieron y corrompieron apelando a la patria, que provocaron millones de muertos invocando a la patria. Canallas, perennes canallas que hicieron del engaño, la mentira y el odio su carta de presentación.
Hay 23 malcriados en el Congreso. Pocos, afortunadamente. Os hablarán mucho de “la patria”, pero en el fondo solo están ahí por “el bolsillo”.
Y mientras tanto, patalean y gritan. Es lo mejor que saben hacer.
