Nueva vejez

Necesitamos cambiar la forma de entender a vejez y superar el edadismo imperante en nuestra sociedad. La llegada de la jubilación implica un cambio de rol social, un cambio en las relaciones sociales, una situación nueva con unos roles aún por definir, buscamos una nueva identidad que ya no viene determinada por el trabajo que se realiza.

En esta nueva etapa conviven mayores de 65 años con una excelente salud y otros con más de 90 años que necesitan más cuidados y mayor grado de dependencia, lo que amplia mucho el abanico etario, dando lugar a una gran variabilidad individual.

El abanico de edad es de unos 35 años, si extrapolamos estas edades a otros colectivos podíamos comparar personas que viven su  infancia con otras en la vida adulta. Esa heterogeneidad,  que es la característica principal de este colectivo, hace que sea muy difícil meter en un mismo saco a todos los mayores.

La vejez la debemos entender, no como una etapa de fragilidad y dependencia, sino como  un momento idóneo para el crecimiento personal, para dar sentido a nuestra existencia, estableciendo nuevas metas y desafíos, envejecer con o sin patologías no depende solo de nuestros genes, también de nuestros comportamientos y estilo de vida.

Esta etapa de la vida durará dos o tres décadas y necesitamos levantarnos cada mañana con proyectos para dar sentido a nuestra existencia. Es el momento de empezar a planificar “la segunda parte del partido”, con nuevas metas, aficiones y nuevas relaciones sociales. Esto conlleva que se deba pensar en tener diferentes proyecto vitales dentro de un ciclo vital para vivir plenamente, viviremos varias vejeces.

El modelo de envejecimiento activo propuesto por la Organización Mundial de la Salud en los años 90 ha traído grandes beneficios a la sociedad, debemos considerar, valorar y aprovechar todos sus beneficios, pero también apostar por nuevos modelos de envejecimiento más transversales y personalizados, que tienen una mayor vinculación con el sentido de la vida, más centrados en el “ser” que en “hacer”.

Este envejecimiento significativo pone en juego todas nuestras capacidades, motivación y voluntades, con actividades que tienen significado para la persona, que crean valor social y apuestan por las relaciones interpersonales. La sociedad debe acompañar a sus ciudadanos en el desarrollo de modelos significativos de vida, dándoles sentido y significado.

Ángel Lozano

FuenteAvuelapluma
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