Extremadura, un viaje arqueológico para conectar con los ancestros

Imagina un lugar de tierras fértiles, agua dulce y buen clima que el ser humano ha escogido como su hogar desde hace miles de años. Imagina, además, que ese lugar ofrece información geológica y biológica sobre las condiciones de vida de nuestros ancestros y, por tanto, sobre los modos de vida y comportamientos actuales ¡Seguimos siendo sapiens!

Pues todo eso y mucho más es Extremadura. Es algo así como un paraíso del Neolítico repleto de yacimientos con abrigos, relieves y pinturas. Tanto es así que Extremadura es la región en la que está la mayor concentración de representaciones de arte rupestre esquemático, sobre todo de pinturas, de la Península Ibérica. La cronología de estos yacimientos va desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, llegando incluso a la Edad del Hierro.

La mayoría de las manifestaciones artísticas se encuentran en pequeños abrigos en rocas escarpadas, aunque también encontramos testimonios que dominan el paisaje y que se funden con la dehesa o las diferentes sierras extremeñas.

A continuación te presentamos la primera parte de los mejores lugares para realizar un viaje al origen del ser humano. El próximo domingo 28 de noviembre te mostramos la segunda ¡Permanece atento a Avuelapluma!

1. Maltravieso y el origen del arte neandertal

En febrero de 2018 la revista ‘Science’ publicó un dato revelador: los restos de pintura de la Cueva de Maltravieso se realizaron hace más de 66.000 años, 20.000 años antes de que el homo sapiens llegara a Europa. Por lo tanto, las famosas manos a las que les falta un dedo se atribuyen a los neandertales.

Esto muestra que esta especie humana ya tenía capacidad de abstracción, realizaba rituales y poseía el pensamiento simbólico. Toda una revolución desde el punto de vista científico, ya que tradicionalmente esas capacidades solamente se atribuían al Sapiens, al hombre actual.

La Cueva de Maltravieso, una de las pocas del mundo localizada en un área urbana, está ubicada en el popular barrio de Llopis Iborra, y se puede descubrir a través de su centro de interpretación, situado junto a la cueva. De todos modos, actualmente, la propia cavidad también se puede visitar de forma presencial con cita previa y en grupos súper reducidos “al igual que pasa con Altamira, que se puede visitar una vez a la semana. En Maltravieso es necesario que el público entre para que los científicos puedan valorar cuál es la incidencia de las visitas en el entorno. Además, es una prioridad poder visitar la cueva original” explica José Ramón Bello, arqueólogo y concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Cáceres.

 
 
 
 
 
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Además, próximamente será Carlos Callejo, el descubridor de la Cueva y al que no creían, como ya pasó con el descubrimiento de Altamira, el guía de la cueva ¿Cómo es posible? Pues gracias a las maravillas de la realidad virtual. “Una vuelta de tuerca en la que el usuario será libre de poder ir donde quiera en la cueva. Un paso más en la consolidación de la cueva como recurso cultural y turístico”, prosigue Bello.

El siguiente paso es “la construcción de una neocueva, un reto ineludible para la ciudad”. La cuestión es que tanto Altamira, como las grandes cuevas francesas como Lascaux, ya cuentan con inversiones millonarias, que en el caso de esta última va por la quinta recreación, y reciben más de un millón de visitantes al año, con lo que eso supone en pernoctaciones.

“Creemos que es importante que la ciudadanía conozca la importancia de estas cuevas” y encontrarse a un neandertal pintando o la narración de Carlos Callejo es todo un atractivo.

Por último, todo este recorrido tiene que ver con una apuesta por revitalizar y promover que Cáceres es mucho más que parte antigua, ya que posee “el arte rupestre más antiguo del mundo”, que además está al lado de la Cisterna de San Roque, la Fuente del Concejo y, por supuesto, de la Rivera del Marco, todo un foco de atracción que generará la revitalización del barrio asociado al turismo.

 
 
 
 
 
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2. El Turuñuelo, ¿una hecatombe climática?

Un altar, una vajilla rota, un sarcófago esculpido en un mortero de cal (una técnica que se pensaba inédita en la época), una bóveda de ladrillo que también se adelanta a la datación de la historiografía, una escalera que da paso a una hecatombe que alberga el sacrificio, y los restos, de 52 caballos, 4 vacas, 4 cerdos y un perro perfectamente dispuestos… ¿qué está ocurriendo en el Turuñuelo?

Su estado de conservación es tan bueno porque los moradores se preocuparon de sellarlo para que podamos disfrutarlo ahora”, explica Esther Rodríguez, codirectora de la excavación situada en el término municipal de Guareña.

Una preocupación intencionada en la zona del Guadiana, donde “destruyen todo lo que hay dentro, organizan un ritual con el sacrificio de animales y luego lo ocultan”, prosigue la investigadora. Pero… ¿qué lleva a un pueblo a hacer algo así?

“Siempre se ha pensado que la civilización tartésica desapareció por culpa de la presión de las tribus célticas del norte, pero ocultar un edificio de esta magnitud y con tanto cuidado no se hace en una tarde y menos en un contexto bélico”, prosigue Rodríguez, “por tanto barajamos que el clima cambió y que varias crecidas del río obligaran a trasladarse a estas personas, aunque todavía estamos investigando en este sentido”.

 
 
 
 
 
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El clima y el paisaje siguen determinando los modos de vida del ser humano y “es posible que estos edificios se inundasen”. Por eso, en este auténtico desafío arqueológico se están estudiando las cuarcitas, las pizarras, así como el clima para determinar cómo fue el paisaje en el que vivieron estos pueblos tartésicos.

“Una sociedad que se dedica a la explotación de los recursos del campo, agricultura, ganadería y pesca, supeditada a las deidades, se ve envuelta en una o varias catástrofes y decidió sacrificar su riqueza, algo que vemos por ejemplo, en la famosa hecatombe: un banquete en el que participaron los pobladores de la zona a modo de despedida del lugar”, explica la codirectora del proyecto. No obstante, “todo está por determinar porque no disponemos de la escritura, pero pensamos que se expandieron por la geografía peninsular porque no hay evidencias de una migración en masa”.

Cabe destacar que esta zona es una mina para la arqueología, pues cuenta con un total de 13 túmulos aún por descubrir. Tan solo se han trabajado de forma científica Cancho Roano (situado en Zalamea de la Serena), La Mata (en Campanario) y el citado Casas del Turuñuelo (en Guareña), todos en la provincia de Badajoz. Cabe destacar que actualmente la ciencia está a la espera de poder seguir trabajando en el yacimiento porque la finca de Guareña es de titularidad privada y la Junta de Extremadura está organizando su expropiación.

 
 
 
 
 
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Ahora se trabaja para conocer más sobre estos yacimientos, pues tan solo se conoce el 20% de su totalidad. De hecho, en 2018 se encontró una nueva habitación donde descansaban los restos de un hombre junto a una puerta tapiada y tres braseros.  

3. Guadalperal y los tesoros sumergidos de Valdecañas

Las cada vez más frecuentes sequías que azotan Extremadura han dejado ver algunos de los tesoros ocultos bajo sus aguas. Uno de ellos es el ya famoso dolmen de Guadalperal, situado en Peraleda de la Mata (Cáceres) y apodado el Stonehenge español.

Se trata de un conjunto megalítico localizado en una de las zonas que se inundan del embalse de Valdecañas, de titularidad estatal y adscrito a la Confederación Hidrográfica del Tajo. Normalmente está sumergido y solo cuando el nivel de las aguas baja se puede acceder a él.

Tal y como afirma Francisco Cambero, perteneciente al ‘Grupo de Investigación Extremadura y América’: “no se puede trasladar el monumento porque tan importante es el monumento en sí, como su entorno y la historia del dolmen, que cobra todavía más importancia si se trata de un templo construido en base a la astronomía”.

 
 
 
 
 
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Así, recientemente se ha llevado a cabo la consolidación del monumento, que sufre los vaivenes de las aguas del Tajo, a través del relleno con áridos de la zona y la colocación de una malla para frenar el arrastre junto a una cobertura con gravilla.

Igualmente, en Valdecañas ha aparecido una talla de estructura zoomorfa de dos verracos unidos, cada uno tallado en una de sus caras, datados en la Edad del Hierro y característicos de los vetones.

Además, por estas aguas asoma el Convento de Alarza y es que el paisaje y el patrimonio extremeño ha cambiado mucho con los embalses, tanto es así que Cambero tiene catalogados alrededor de “100 elementos, tanto muebles como inmuebles”, que dan testimonio de la historia sumergida en Extremadura.

 
 
 
 
 
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4. El placer de saborear un vino en Huerta Montero

 Se trata de una de las sepulturas más especiales de Extremadura ya que se encuentra en un excepcional estado de conservación.

Esta construcción, datada en el III milenio, tal y como arrojó en el análisis de Carbono 14, es un enterramiento colectivo de 109 personas, cuyos huesos aparecieron esparcidos por todo el espacio. También cumplía una función religiosa, pues posiblemente fuera un lugar de culto ya que es el lugar donde habitaban los antepasados, que actuaban de mediadores con los dioses.

 
 
 
 
 
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Además, hay que destacar su peculiar estructura y orientación, que es solar. Así, ofrece un espectáculo único en el solsticio de invierno: la luz penetra a través del corredor en la cámara, que hará que conectes con nuestros ancestros de la Edad del Bronce.

Para completar la experiencia nada mejor que realizar una cata de vinos biodinámicos con la Ruta del Vino y del Cava Ribera del Guadiana, que incluye una visita guiada al yacimiento y la posterior cata de estos vinos, en cuya “elaboración tiene mucho que ver las distintas fases de la luna y las constelaciones para realizar las labores en el campo”, explica Isabel García Vázquez, jefa de sección de Turismo y Comercio de Almendralejo y responsable de la Gestión Turística de la Ruta del Vino. 

Te recordamos que el domingo 28 publicaremos la segunda parte de este especial de viaje con los ancestros de Extremadura. 

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