Extremadura, un viaje arqueológico para conectar con los ancestros (parte II)
Dólmenes en Valencia de Alcántara. Extremadura turismo.

El viaje arqueológico por Extremadura esconde en sus paisajes serranos y de dehesa pequeños abrigos, rocas escapadas así como imponentes sepulcros que se erigen dominando el paisaje, testimonios de épocas pretéritas.

Como destacamos en el primer artículo de este especial sobre yacimientos arqueológicos en Extremadura, en esta tierra se daban las condiciones ideales para que el ser humano fijase su asentamiento: tierras fértiles, agua dulce, caza y buen clima.

Además, gracias al buen estado de conservación de un buen puñado de vestigios arqueológicos, los investigadores han descubierto claves geológicas y biológica sobre las condiciones de vida de los primeros pobladores, que tanto tienen que ver con la sociedad del sapiens del siglo XXI. 

Extremadura es algo así como un paraíso del Neolítico con multitud de testimonios en abrigos, relieves y pinturas. Tanto es así que Extremadura es la región en la que está la mayor concentración de representaciones de arte rupestre esquemático, sobre todo de pinturas, de la Península Ibérica. La cronología de estos yacimientos va desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce, llegando incluso a la Edad del Hierro.

A continuación te invitamos continuar el viaje arqueológico por Extremadura con la segunda parte de los mejores lugares para realizar un transportarte al origen del ser humano ¡Sigue leyendo!

5. Tajo Internacional, la raya que se borra a base de dólmenes

El Conjunto dolménico de Valencia de Alcántara, declarado como Bien de Interés Cultural, es uno de los testimonios más impresionantes de la prehistoria en Europa. Ahora mismo, hay identificados 41 dólmenes del III y IV milenio antes de Cristo y puedes descubrirlos en las 5 rutas que ofrece la Oficina Comarcal de Turismo en Tapias, Zafra, Las Lanchas, Huertas de las Monjas y Los Mellizos.

    • Dolmen El Mellizo: el viaje arqueológico comienza en La Aceña de la Borrega, en el término municipal de Valencia de Alcántara (N-521), es uno de los clásicos en la Edad de Piedra extremeña. Su nombre viene porque existía otro dolmen cercano que se fue deteriorando y por eso se llama ‘El Mellizo’, aunque también se le conoce como Aceña Borrega, Anta de la Marquesa o Data III. Destaca su buena conservación y que conserva la tapa de la cámara sepulcral, al igual que la puerta. Además, su interior albergaba un ajuar funerario, dos puntas de flecha y partes de piezas de cerámica.
 
 
 
 
 
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  • Cueva Puerto Roque: A pocos kilómetros de Valencia de Alcántara se erige imponente Puerto Roque. Si lo que quieres es ver en primera persona arte esquemático, elaborado a base de trazos simples, tienes que visitar sí o sí esta cueva. De hecho, pertenece a la ruta europea Caminos de Arte Rupestre Prehistórico, del Consejo de Europa, de la que forma parte entre otras la Cueva de Altamira y guarda relación con los restos de Santiago de Alcántara, de los que hablaremos a continuación.
  • Cueva El Buraco en Santiago de Alcántara: A este paraje se llega por la N-521 para llegar a un abrigo con pinturas rupestres en el entorno incomparable de la Sierra de San Pedro. La ruta está señalizada desde la ermita de San Cristóbal. Al llegar, te quedarás maravillado con la impresionante entrada sobre rocas de cuarcita que dan paso a una gruta de 18 metros de profundidad que conserva en su interior pinturas rupestres de más de 5.000 años de antigüedad. Razones de sobra para considerar a este yacimiento uno de los más importantes del suroeste de la Península Ibérica.
 
 
 
 
 
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Además, puedes continuar este viaje arqueológico por el Tajo Internacional en dólmenes cercanos como el de Lagunita III, construido en pizarra o el Conjunto de Cedillo con el Dolmen La Joaninha o incluso el de Santiago de Alcántara, formado por 29 dólmenes de pizarra y 12 abrigos con pinturas y grabados como el de Herrera de Alcántara o el de Alcántara y su Menhir del Cabezo.

 
 
 
 
 
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6. Monfragüe, mucho más que un Parque Natural

El parque Nacional de Monfragüe y la reserva de la biosfera ha sido el hogar del ser humano durante milenios. Tanto es así que se conservan 107 abrigos con pinturas rupestres de hace 8.000 años, del Epipaleolítico y otros de la Edad del Hierro de 2.800 años de antigüedad y que están considerados uno de los mejores conjuntos de pintura esquemática de la península ibérica. Tanto es así que pertenecen al Itinerario Cultural Europeo CARP (Caminos del Arte Rupestre Prehistórico), junto a los principales conjuntos de arte rupestre pictórico de Europa.

Por ejemplo, puedes visitar, como parte de este viaje arqueológico, el abrigo del castillo de Monfragüe, en la carretera del castillo. Otros muchos vestigios se encuentran en caminos por los que no se puede pasar o en peligrosos barrancos.

Pero si te has quedado con las ganas de saber más sobre los primeros pobladores de Monfragüe no te preocupes porque puedes visitar el Centro de Interpretación de Arte Rupestre de Torrejón el Rubio. 

 
 
 
 
 
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En este centro cultural comprobarás de primera mano la simbiosis entre el ser humano y la naturaleza desde hace más de 10.000 años. De hecho, abrigos y pinturas están perfectamente integrados en el paisaje y casi pasan desapercibidos ¡Toda una experiencia para conectar con nuestros ancestros a través de la naturaleza!

7. Dolmen de Magacela

Además de ermitas, palacios y castillos, Magacela tiene un valioso tesoro que es el dolmen de la zona de ‘Los Tejares’, un enclave único para proseguir con este viaje arqueológico extremeño.

Se trata de un dolmen de corredor o de galería y se conserva la cámara sepulcral megalítica, construida con 12 bloques de piedras de granito. El dolmen de Magacela pertenece a finales del Neolítico o el Calcolítico y está ubicado en una zona que se utilizó para enterramientos en el II milenio de nuestra era.

Además, pese a que el túmulo y el corredor han desaparecido, todavía puedes ver varios grabados en su interior en donde distinguirás formas antropomorfas, de animales o cósmicas.

Hay quien dice que este dolmen está vinculado a lo telúrico, pues contiene testimonios de luminarias en el interior del dolmen.

 
 
 
 
 
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De hecho, en el año 1684 el prior de Magacela, Fray Diego Becerra, dio testimonio sobre este fenómeno y argumentó que, como los restos de San Aquila y su esposa Santa Priscila fueron martirizados y enterrados en este lugar, generaban este milagroso acontecimiento… Hay lugareños que dicen que siguen viendo la luz y, en cualquier caso, lo que sí se ven son unas extraordinarias vistas de este encantador pueblo de La Serena.

8. Castillejo y Prado Castaño, las joyas arqueológicas de Sierra de Gata

“En Castillejo hay algo” decían fuentes orales, como Felipe Torres, guardia del pueblo de Villasbuenas de Gata, y este saber popular nunca se equivoca.

Tanto es así que en Villasbuenas de Gata se ha determinado que Castillejo, que todavía se encuentra en una fase inicial de investigación, se trata de un castro del Calcolítico de 5.000 años de antigüedad. Además, cuenta con una importante superficie de unos mil metros cuadrados y una muralla de 1,20 metros de alto por 1,30 de ancho que es perfectamente visible en algunos tramos.

Durante los últimos meses se ha vaciado el recinto y se ha realizado un trabajo de documentación. Los arqueólogos han encontrado cerámicas, barros con incrustaciones de vegetales y restos de un molino de agua, entre otros vestigios.

A este yacimiento hay que sumar la necrópolis de Pradocastaño, situada en la Dehesa Boyal de Hernán Pérez, cuyas campañas de excavaciones ya han finalizado y han determinado la existencia de un dolmen de corredor largo, fechado entre 2.500 y 3.000 años antes de Cristo con importantes hallazgos. Además, este yacimiento ya se puede visitar, como ocurrirá próximamente con el castro de Villasbuenas.

 
 
 
 
 
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Según los expertos, existió una sociedad que podría datarse entre el final del Neolítico y hasta la Edad del Bronce habitando en Sierra de Gata, y que cuenta con otros testimonios en municipios como Gata, Villamiel, Trevejo, Acebo y Robledillo.

Con todo esto Francisco Pérez Urbán, director General de Patrimonio, ha alabado el trabajo que se realiza “de forma coordinada entre administraciones, universidades y centros de investigación”, que trabajan, prosigue el director, “en un marco internacional de colaboración que permite obtener resultados rigurosos”.

Asimismo, “el siguiente paso es su divulgación manteniendo el equilibrio entre la conservación y utilizarlos como revulsivo económico”.

Sin embargo, esto que puede parecer tan fácil, no resulta baladí, pues tal y como apunta Pérez Urbán, “pasar del proceso de investigación de un yacimiento a convertirlo también en un elemento turístico requiere de tiempo y recursos”. No obstante, como ya se ha apuntado, varios vestigios ya forman parte de la Red de Arte Rupestre Europeo, “que permite que nuestros yacimientos de arte rupestre sean cada vez más conocidos, por lo que se continuará trabajando en esta senda”, concluye el director General de Patrimonio.

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