Dolmen de Guadalperal. Patrimonio sumergido en Extremadura

La terrible sequía que está azotando Extremadura ha dejado ver algunos de los tesoros ocultos bajo sus aguas. De entre ellos, destaca el ya famoso dolmen de Guadalperal, situado en Peraleda de la Mata y apodado el Stonehenge español.

Pues bien, esta no es la única muestra patrimonial que se esconde, sobre todo, bajo las aguas del río Tajo. Francisco Javier Cambero Santano es investigador docente en el departamento de Arte y Ciencias del Territorio de la Universidad de Extremadura y actualmente está investigando sobre el patrimonio sumergido en la Provincia de Cáceres. Además de la labor de catalogación de los monumentos, el objetivo de esta tesis es la de poner en valor a este patrimonio oculto con el fin de crear recursos turísticos y promover el desarrollo sostenible.

“A día de hoy tengo catalogado alrededor de 100 elementos tanto muebles como inmuebles” y eso que tal y como aclara Cambero, en su estudio no se incluyen “molinos, ni batanes, ni tenerías, ni aceñas, ni todo lo que esta relacionado con el patrimonio etnográfico”.

Patrimonio sumergido ¿fuente de riqueza?
Ante esta pregunta, Francisco Cambero contesta un “sí” rotundo. Ahora mismo, la temporada alta en Extremadura es en primavera y en otoño, y precisamente es en verano cuando el turismo flojea ¿por qué no utilizar estos recursos como atractivo ya que es en verano cuando se ven más fácilmente? La cuestión para Cambero es la de “crear nuevas fuentes de riquezas o por lo menos para trabajar una desestacionalización que tenemos en Extremadura a través del patrimonio sumergido”.

Torre de Floripes. Patrimonio sumergido en Extremadura

Además del dolmen de Guadalperal, se han descubierto otros elementos patrimoniales como son “la espada del Neolítico que se encontró en el Vado del Alconetar y que hoy en día se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional” porque “aunque esté fuera del agua, es patrimonio subacuático”. Este estudioso considera “necesario realizar documentales, libros, guías de turismo… ¡se pueden hacer muchísimas cosas! “Esta mañana leía sobre una familia inglesa que quiere conocer el Stonehenge Español”. De ahí que “insista en que sin que se trabaje como un producto turístico lo está siendo. Una pareja del Peraleda se ofrece ya a llevar a turistas en barca, que es el camino más corto para llegar al dolmen y se comienza a generar riqueza”. Se puede decir que, se vea o no, el patrimonio sumergido es todo un valor en la región, fuente de riqueza, que, a través de las nuevas tecnologías y métodos interactivos, puede suponer un cambio en la vida de las personas que habitan en estos territorios.

Ahora mismo, se pueden contemplar construcciones que no se ven desde los años 60, fecha en la que se construyeron los pantanos. La clave es qué va a ocurrir una vez que suba el nivel de los embalses: “Hay ahora mismo dos posturas: Salvar el patrimonio o no salvarlo”.

Los vacíos legales del patrimonio sumergido

“No existe una legislación especifica de patrimonio subacuático”. De hecho, “para ser considerado patrimonio subacuático tiene que estar al menos 100 años debajo del agua, no de forma permanente, si no que al menos esté 100 años en diferentes periodos de tiempo”.

Como estos restos llevan menos de 100 años bajo el agua, volverán a sumergirse. Además, “apenas hay especialistas ni tenemos una política de conservación de este patrimonio porque es el gran desconocido de Extremadura”.

Patrimonio salvado

En el caso extremeño, hay tres testimonios de patrimonio salvado en la construcción de las presas: el puente de Alconetar, el templo de los mármoles de Augustóbriga y la Silla de Augustóbriga “que son dos templos romanos que se salvaron, ya que en los años 30 se les otorgó la catalogación de Monumentos Históricos Artísticos”.

Actualmente, tanto la teoría y la práctica conservadora y restauradora han evolucionado mucho. Tan importante es el monumento en sí el entorno y la historia del monumento. Por tanto, la cuestión es ¿dejar que vuelvan a hundirse las piedras o no? “El único documento que tenemos para poder trabajar es el Libro Verde sobre el Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático Español”, responde Cambero, “pero casi siempre se refiere a aguas marítimas”. Este patrimonio subacuático marítimo tiene problemas de conservación a la hora de sacarlo del agua y secarse. En ocasiones se llega incluso a montar un acuario dentro del museo o centro de interpretación.

En Extremadura, con el problema de la sequía, el patrimonio está sufriendo mucho desgaste porque se moja y se seca continuamente. Para más inri, en este documento de base se habla “de huesos, de madera, de marfil, pero no de piedra, como ocurre en el caso de Guadalperal y de otros monumentos como puentes romanos, que en Extremadura hay varios”, por tanto, “hay un nicho de vacío importante y no sé sabe muy bien como proceder”.

Francisco Javier Cambero. Patrimonio sumergido en Extremadura

La fuerza del Tajo

“El Tajo no es el mar Mediterráneo, sino que lleva una fuerza impresionante y arrastra mucho sedimento, como rocas, piedras, palos…” señala el investigador, “por todo esto, hay que tratar este patrimonio de forma diferente al que se encuentra en el mar”.

Polémica con el traslado

Lo más sencillo sería realizar un traslado del tempo, pero el estudioso responde que “la mayoría de estos enterramientos están orientados hacia un punto cardinal, teniendo en cuenta las constelaciones” y por eso, “no se puede mover, sino que lo más conveniente, como dicen todos los expertos, sería dejarlo in situ pero vamos a trabajar para que no se deteriore”.

Francisco Cambero está estudiando “numerosas estrategias” para prevenir el deterioro del patrimonio sumergido. Lo que sí está claro en el documento de la UNESCO es que “al menos de manera preventiva debería de tratarse”, ya sea el dolmen de Guadalperal o cualquier otro monumento o elemento mueble o inmueble. “Se debería forrar o tapar con arena y después meterlo en una caja metálica para sellarlo”. Asimismo, se deben evitar materiales como el hierro porque se oxida”.

Retomando el tema del llamado Stonehenge español, el dolmen de Guadalperal “ le han puesto unos ladrillos en la base de manera preventiva, cosa que no ayuda para nada”. De igual modo apunta que “la administración podría haberlos forrado, aunque sea con arena, y taparlos con algún tipo de cajón para cuando haya sequía, el monumento se pueda hacer visitable y no siga sufriendo este desgaste provocado por el continuo roce y el batir de las aguas”.

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