El periodismo informa sobre temas clave como los derechos humanos o los conflictos bélicos, pero ¿hay libertad de expresión en el periodismo?
Sí… a ver, en teoría, legalmente hablando, la libertad de expresión está reconocida como un derecho fundamental, lo dice el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero la práctica es otra cosa. No todos tienen acceso real a ese derecho, y además depende muchísimo del país en el que estés. Muchas veces, en contextos de guerra o bajo regímenes autoritarios, se limita o directamente se anula. Y, sinceramente, me da pena decirlo, pero no siempre hay verdadera libertad de expresión en el periodismo. Muchos medios con los que trabajamos siguen una cierta línea y contratan periodistas para reforzar esa narrativa. El periodismo independiente es difícil de encontrar. Para serlo de verdad, primero hay que ser económicamente independiente, y eso es muy complicado. También influye muchísimo el entorno: en países represivos, directamente no hay ninguna libertad. Y, lamentablemente, muchos compañeros y compañeras han sido asesinados o encarcelados solo por hacer su trabajo. Mira Gaza, por ejemplo… hasta hoy, Israel ha asesinado a más de dos centenares de periodistas. Es la mayor matanza de periodistas en el mundo. Es escalofriante.
Has trabajado en países como Irak, Líbano y Turquía. ¿Cómo han influido estas experiencias en tu perspectiva periodística?
Muchísimo. Trabajar en lugares distintos me ha abierto los ojos. Te das cuenta de lo pequeño que es tu propio mundo, lo limitados que estamos a veces por lo que conocemos. Estas experiencias me han hecho ver las cosas en común que tienen diferentes sociedades y me ha hecho rechazar aún más la guerra y las injusticias. De verdad, es lo peor que le puede pasar a la humanidad. Ver la destrucción, el dolor en la mirada de los inocentes… eso no se te borra nunca.
Y, al mismo tiempo, me ha motivado a seguir en esto. Creo firmemente que el periodismo no tiene fronteras, que nuestra voz puede llegar lejos, hacer ruido, aunque sea un poco. Quiero usar mi voz para denunciar, para decir no a la guerra, para gritar por justicia, y para tocar esas puertas que normalmente están cerradas. Estoy muy agradecida a todas las personas que he conocido por el camino. Me han enriquecido muchísimo, no solo como periodista, sino como persona.
Una de estas experiencias no fue muy agradable… En el canal saudí Sport Channels sufriste una campaña online de acoso sexista, ¿cómo viviste esta situación?
Fue durísimo, la verdad. Y lo peor es que lo viví completamente sola. Mira que había estado en zonas conflictivas… pero jamás me imaginé algo así en una cobertura tranquila desde España. Fue una pesadilla, una campaña brutal de acoso y difamación. Y encima el tema no tenía nada que ver con política ni religión ni con cosas polémicas. ¡Era sobre fútbol! Pero aun así, como yo era la única mujer del equipo de cuatro reporteros, fueron contra mí. No les gustó que yo pensara diferente, sobre todo por mi postura contra la guerra en Yemen. Y lo que empeoró todo es que una mujer, además extranjera y sin velo, estuviera hablando de fútbol en su canal de deportes.
Como consecuencia de la campaña, en vez de apoyarme, algunos medios prefirieron no trabajar conmigo para no tener problemas. Pero mira, yo sigo pensando igual: estoy en contra de la guerra, no me arrepiento de haberlo dicho, y lo volvería a decir.
«Quiero usar mi voz para denunciar, para decir no a la guerra, para gritar por justicia, y para tocar esas puertas que normalmente están cerradas»
Y, aun así, tu compromiso como defensora de la verdad, los derechos humanos y el feminismo sigue firme. ¿Cómo integras tu labor periodística con tu activismo en estos ámbitos?
Para mí, el ser humano es indivisible. Todo lo que hago es integral e interconectado, y va en paralelo con mis intentos de ser una mejor persona. Defender los derechos humanos incluye ser feminista. La realidad de las mujeres, en general, es difícil, y hay mucho por hacer para lograr la justicia. Como periodista, y a través de mis coberturas informativas, intento transmitir la noticia desde la voz de las mujeres testigos, porque muchas veces son excluidas y sus voces no son escuchadas, aunque forman una parte esencial de la verdad.
En Palestina se está viviendo una situación muy difícil e injusta para miles de familias. Niños, mujeres y hombres mueren y sobreviven entre escombros y destrucción. ¿Puede el periodismo, de alguna manera, contribuir a la resolución de conflictos como este?
Lo primero que quiero decir es que no “mueren”, sino que están siendo asesinados. Y es importante cómo lo contamos: los niños no “mueren” por un motivo abstracto, los están matando con bombas, los están quemando.
En Gaza, Israel no deja entrar a periodistas porque no quiere testigos de sus crímenes. Así que son nuestros compañeros y compañeras allí dentro quienes están jugándose la vida cada segundo para contarnos lo que pasa. Ellos están haciendo un trabajo brutal. Y es gracias a ellos que las víctimas no se convierten en simples números. Necesitamos saber sus nombres, sus historias.
Y a pesar de todo, yo no creo que el periodismo pueda directamente resolver nada, pero sí puede hacer algo muy importante: crear conciencia y movilizar a la opinión pública. Esa es nuestra función: mostrar lo que pasa a una sociedad informada. Así, el periodismo puede incomodar, denunciar y aumentar la presión sobre nuestros líderes. El problema es que vivimos en un mundo donde ni esa presión ni la justicia internacional consiguen frenar el genocidio.
En el mundo actual, además de los periodistas, hay muchas personas que informan o se convierten en altavoz para la sociedad. ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a esas personas y a las nuevas generaciones de periodistas?
Estoy feliz de ver a tanta gente, periodistas y no periodistas, usando su voz para contar lo que pasa. Es algo muy potente. Pero también me preocupa el tipo de contenido que circula. Estamos viviendo en un mar de información, donde no todo es cierto, y eso es muy peligroso.
Por eso, mi mensaje es claro: tened mucho cuidado con lo que compartís. Verificad. Sed responsables. Porque ahora mismo una palabra puede tener muchísimo impacto, para bien o para mal. Y creo que todos, especialmente quienes tienen plataformas o seguidores, deberían tener presente esa responsabilidad. La ética no es opcional, es parte del trabajo.