El pasado viernes se estrenó en el Gran Teatro de Cáceres, colgando el cartel de ‘no hay entradas’ un espectáculo que no dejó a nadie indiferente: ‘Dura y Extrema’, un proyecto unipersonal capitaneado por Marta Contreras, más conocida como Martuska en los teatros de variedades y una de las jóvenes promesas de la escena extremeña capaz de mezclar, así sin anestesia, en una túrmix el folclore extremeño y el burlesque. Ahí es nada.
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Todo comienza con una danza ancestral, un baile de máscaras que recuerda a las danzas tribales neolíticas representadas en abrigos y piedras, para descubrir a Las Carantoñas de Acehúche, que en esta ocasión envuelven con sus pieles y afilados colmillos, a una poderosa Venus que se erige fuerte ante un público boquiabierto. Ahora vemos a una mujer, a Martuska, despojada de su salvaje atuendo para mostrar sus curvas y empoderarse a través de su sensualidad.
Llegados a este punto, hay que subrayar que una de las cuestiones más interesantes del espectáculo ‘Dura y Extrema’ es que Martuska muestra su exuberante cuerpo, no normativo, pero poderoso a más no poder, en un escenario repleto de tradición extremeña y sin apenas elementos de escenografía. Además, no es precisamente una mujer objeto, sino una mujer que desea y siente, una mujer deseante y no solamente deseada por la mirada masculina.
Sin embargo, este deseo la lleva a la desgracia, porque como versa el texto «una mujer fuerte también es de cristal». Ahora, llega el turno de Jarramplas y la lapidación femenina con la poética lluvia de nabos. Sin embargo, la mujer, renace como el ave fénix, como tantas y tantas extremeñas que se levantan día a día, en una danza con tintes de kabuki y tiras de colores que resulta sencillamente espectacular.
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Luego, llega el turno de la muerte, representado en la figura del Empalao, donde la extremeña rinde homenaje al tema del eros y el tánatos, el amor y la muerte, rodeada de perlas, haciendo un guiño a las abuelas, a esa generación de la resilencia que se engalanaba con collares y pendientes blancos inmaculados de perlas y cubría su cabeza con velos, que escondían los dolores de una guerra y la dura represión y machismo franquista. Un momento solemne que cortó la respiración al público en un sutil alegato contra la violencia de las mujeres.
La última parte del espectáculo está llena de vida, un clímax logrado a través de una atmósfera casi mágica y espiritual, repleta de feminidad y sensualidad encarnada a través de la figura de la popular Montehermoseña. Martuska, ataviada con un espectacular corsé con más de 5000 lentejuelas y brillantes cosidos a mano, irrumpe pisando fuerte en el escenario, y se coloca la gorra de Montehermoso de una manera de lo más sorprendente, que junto con el sensual baile, provocó en el público vítores y aplausos.
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En definitiva, un espectáculo de burlesque 100% extremeño cargado glamour, sensualidad, empoderamiento femenino gracias a una elegante puesta en escena, cuidadísimo vestuario y un hilo argumental coherente capaz de fusionar este espectáculo de Vaudeville con las tradiciones extremeñas más ancestrales. Además Martuska, baila, interpreta y pisa el escenario con una fuerza que es una gloria ¡no se la pierdan!