Bambikina Avuelapluma

Tras año y medio de ausencia, los Premios Avuelapluma han vuelto para continuar en su defensa de la cultura y la libertad de expresión. 

Este año han contado con un palmarés excepcional compuesto por Nacho Carretero, Cristina Gallego, Susana Martín Gijón, Bambikina y Cineclub ‘El Gallinero’. 

Hoy nos adentramos en la música y desgarradoras letras de Esther Méndez, Bambikina, natural de Jaraíz de la Vera, cuyo último trabajo versa sobre la importancia de la salud mental.

 

¿Cómo se le ocurre a una chica de Jaraíz de la Vera dedicarse al mundo del artisteo?

Bueno, no sé si yo elegí al artisteo, o el artisteo me eligió a mí (risas). Siempre me gustó la música. Mis padres cuentan que con dos meses ya “cantaba”, dibujando pequeñas melodías con la voz. Años más tarde, con 8, empecé a interesarme por una guitarra española que había por casa. A los 11 compuse mi primera canción y cuando llegaba del colegio me ponía los vinilos de mi hermano mayor. Los Beatles, Led Zeppelin, Janis Joplin, Jimi Hendrix… me acompañaban haciendo los deberes, dando vueltas en el tocadiscos.

Con 18 años me fui a Madrid para estudiar Publicidad y Relaciones Públicas en la Complutense. Fue un salto definitivo para empezar a tocar mis canciones en pequeñas salas de la capital.

Componer y cantar me sale de manera natural. Soy muy extrovertida y creo que eso me ayuda a la hora de echarle cara para subirme a un escenario. En las obras de teatro del cole siempre era la protagonista. He sido “farandulera” desde que tengo memoria.

Eres algo así como la Chavela Vargas extremeña, ¿cómo llevas este título?

Chavela Vargas es un referente fundamental para mí. Su manera de interpretar y “llorar” las canciones es única.

Lo cierto es que yo también vivo las actuaciones en directo como algo muy visceral. Un ritual mágico en el que público y artista comulgan. Me vacío sobre el escenario en cada concierto y procuro que cada actuación sea una experiencia emocionante e inolvidable para los asistentes. Es la mejor manera de fidelizar a la gente. Procuramos que quien viene a uno de nuestros conciertos, siempre lo recuerde.

 Una personalidad, una voz y una sensibilidad tan especial como la tuya puede caer en la oscuridad… ¿consideras importante visibilizar la ansiedad, uno de los males más comunes de la sociedad?

Recientemente atravesé un proceso de ansiedad que me retiró de los escenarios durante casi dos años. La ansiedad y la depresión son enfermedades que, por desgracia, están a la orden del día. Más de 300 millones de personas en el mundo las sufren. Resulta llamativo que, a pesar de su frecuencia, siga existiendo un enorme tabú. Nunca se nos ocurriría dudar del diagnóstico de un diabético, por ejemplo, cosa que sí ocurre con las enfermedades mentales. A estos enfermos a veces se les juzga, lo que lleva a la vergüenza. Como si tuvieran la culpa, exageraran o se inventaran lo que les sucede.

 
 
 
 
 
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Es fundamental hablar del tema para liberarnos de estigmas y de prejuicios. Creo que viviríamos en una sociedad más sana si todo el mundo visitara al psicólogo de vez en cuando.

La ansiedad es una enfermedad muy incapacitante. Pero a pesar de los malos ratos, este proceso ha supuesto todo un aprendizaje vital para mí. Me ha ayudado a valorar las cosas realmente importantes y a disfrutar del momento presente. Si después de tanto dolor no sacas una lección positiva, no habrá servido para nada.

Y de la oscuridad, pasamos a los destellos de luz de ‘Túnel’. Háblame de su proceso creativo.

Después de vivir la ansiedad, sentí la necesidad de compartir mi experiencia personal con el mundo. En primer lugar por mí misma, como algo terapéutico. Quería soltar lastre y verbalizar lo que te ha ocurrido en muchas ocasiones ayuda. Y en segundo lugar, quería aportar mi granito de arena hablando con naturalidad del tema, intentando que quien escuchara las canciones se sintiera identificado y supiera que no está solo.

Así nació ‘Túnel’. Un disco conceptual que describe desde dentro la lucha contra los trastornos de ansiedad. El orden de las canciones en este trabajo es muy relevante, ya que comienza con las composiciones más crudas como ‘Testamento’, y termina con las más luminosas, simulando el viaje a través de un túnel: primero envuelto en oscuridad pero cada vez más claro hacia la salida.

Con este trabajo he recibido mucho feedback por parte de personas que han sufrido la enfermedad. Cuando me dicen que mis canciones les han reconfortado o que les han ayudado a salir del trance, es alucinante. Esta es la razón que me empuja a seguir haciendo música. Trascender de esa manera tan bonita a la vida de los que te escuchan es la mayor recompensa.

Eres consciente de que en pandemia adquiere otro significado, ¿verdad?

Sin darme cuenta, mucho antes de la pandemia, estaba componiendo canciones casi premonitorias. Lo que hablaba de una situación personal de superación se podía aplicar perfectamente al contexto de lucha colectiva que estábamos viviendo con la pandemia. Al final, en ambos casos se trata de buscar la luz en medio de la oscuridad.

Canciones como ‘Fe’ se han convertido para muchas personas en todo un himno para estos tiempos tan convulsos que nos ha tocado vivir. De hecho, durante el confinamiento pedimos a nuestros seguidores que se grabaran interpretando el tema y que nos lo enviaran. Con todos los fragmentos que recibimos montamos un videoclip. El resultado fue maravilloso y el vídeo refleja fielmente la realidad que vivimos en aquellos días tan raros. Sanitarios, familias enteras desde sus casas, hasta una bióloga desde el laboratorio… No esperábamos tanta participación. Entre todos creamos una cadena de esperanza que ayudó a espantar al virus.

 
 
 
 
 
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Tu último single ‘Hazme llorar un río’ resulta desgarrador… ¿en qué momento artístico te encuentras ahora? Cuéntame tus proyectos actuales y futuros.

En este disco tuve la suerte de colaborar con grandes artistas que además son amigos, como Jairo Zavala (DePedro) o Club del Río. Con estos últimos grabé ‘Hazme llorar un río’. Es una canción que habla de la culpa y la redención, acompañada de ritmos étnicos. Me encanta el alma acústica que tiene. La grabamos de madrugada, en medio de la noche, y se preservó ese ambiente intimista que había en el estudio.

Este tema además puede escucharse en el capítulo 1 de la segunda temporada de la serie Valeria, de Netflix. Recibimos la noticia con muchísima ilusión. Apenas suena unos segundos, pero han sido suficientes para generar una gran repercusión. Durante más de una semana hemos estado en el top 1 de canciones más “shazameadas” en España, y las reproducciones en Spotify se han disparado. Es increíble lo que mueven las series. Ahora estamos esperando a que nos llame Tarantino para incluir alguna de nuestras canciones en su próxima peli, que le pegan mogollón (risas).

Para terminar, ¿qué supone para ti recibir el Premio de la Música de Avuelapluma?

Un reconocimiento así es un soplo de aire fresco. Supone una inyección de energía brutal. El mundo de la música está muy complicado, y más para un proyecto tan personal como el mío. Además, con la pandemia tuvimos que cancelar la gira y aún a día de hoy es difícil cerrar fechas de concierto. Por eso, este premio ha llegado en el momento oportuno. Los ánimos están un poco flojos, pero hay ganas de seguir luchando. Que valoren tu trabajo desde fuera y te crean merecedora de un premio como este es fundamental para renovar energías y suponen un empujón anímico muy grande. No puedo estar más agradecida.

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