Al final del pasillo. Víctor M. Jiménez

El iceberg – Microrrelatos
Víctor M. Jiménez

El muchacho miraba al interior de la habitación de invitados a través de la puerta entreabierta. Era tan cuidadoso como un cazador furtivo. Llevaba algunos días merodeando por allí, cuando sabía que todos estaban dedicados a sus tareas y que no sería sorprendido ni interrogado por su comportamiento. Desde la oscuridad del pasillo, distinguía sin dificultad la cama deshecha. Por la ventana lateral penetraba un manantial de luz, regalo de un sol recién nacido de primavera.

La oía moverse, pero aún no ocupaba el espacio que abarcaba su campo visual. La voz, femenina y dulce, tarareaba una vieja canción de amor, que alguna vez le oyó a su madre. El deseo le aceleró el pulso y un sudor cálido le envolvió. Como en un fulgor, la mujer apareció desnuda frente a sus ojos. Le ardieron las mejillas con unas llamas desconocidas hasta ese instante, a la vez que una agradable sensación de mareo se apoderaba de su cabeza y debilitaba sus piernas. Entonces, un rumor a su espalda lo asustó y huyó hacia el final del pasillo sin que sus pisadas le delataran. Volvió la vista atrás y vio a Boliche, el viejo gato de la casa, atravesar sigilosamente las sombras. En sus fauces llevaba un pajarillo que, en plena agonía, aún movía las alas.

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