Los nuevos tiranos
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Aquel día de noviembre frío y resplandeciente se parecía a otros, pero en absoluto era igual. Sabíamos a primera...
Mi única decisión
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Paseaba Juan Humilitas por donde siempre lo había hecho. Recorría, cuatro veces por semana, metódicamente, el mismo trayecto que...
Buenos días, caminante
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Me gusta caminar, como a Machado, pero no comparto su talento literario ni, por fortuna, su angustia vital. A...
Si yo fuera catalán
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Si fuera catalán, debería elegir cuidadosamente el manual que me informe de lo que hicieron mis predecesores porque algunos...
Solo un niño
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Despierto bruscamente del inesperado sueño. El cansancio me ha vencido y, acomodado entre los brazos, sobre el libro de...
Vida de perros
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Habíamos quedado como otros muchos días para hacer deporte. Llegó un poco tarde y cariacontecido; me alarmé. Pensaba que...
Un buen patriota
La amistad y la palabra
Enrique Silveira
Soy un patriota porque me enardezco cuando la selección española de cualquier especialidad obtiene un sonoro triunfo. Grito como...
Misas sin Iglesias
La amistad y la palabra/
Enrique Silveira
Apenas había llegado a la adolescencia cuando decidí renunciar a la misa de los domingos. No dejaba de ser...
Pueblos sin alma
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Desde la loma situada en la misma entrada del pueblo, divisaba Gervasio las casas entre las que había...
Biencasado
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Nada más llegar al bar donde solíamos acampar los sábados, me encontré con un conocido que sobrevolaba las...
Con los pies en el suelo
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Tiempo atrás leí en uno de los diarios más apreciables de España una entrevista a Javier Sardá, personaje...
Concertados, o sea, público
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
En respuesta a un compañero, José María Cumbreño
Me atrevo a tutearte, José María, porque tenemos muchas cosas en...
Miedo y esperanza
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Recordaba Marién aquel desventurado día en el que conoció de verdad el miedo. No pasaron muchos minutos hasta...
Dependentistas
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
No se elige aquello con lo que se ha de convivir en el momento de nacer. Te encuentras...
Mejor con un apretón de manos
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Ser profesor me ha gustado siempre. Como todas las profesiones, tiene cosas buenas y otras que no lo...
Aire fresco
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Miró Juan Gañán incrédulo al camarero que le ofrecía la carta de vinos. Nunca había visto una, no...
Banderas afiladas
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
Siempre se escudriña en lo protagonizado por los que pueblan nuestro árbol genealógico, aunque no se sabe bien...
Gran Teatro
La amistad y la palabra /
Enrique Silveira
El cine era por entonces una convocatoria ineludible. No resultaba barato, sobre todo para las menesterosas arcas de...






































