La situación de los 7,5 millones de niños ucranianos es cada día más desesperada, especialmente en el este y en el sur del país. Así lo ha asegurado hoy el presidente de UNICEF España, Gustavo Suárez Pertierra, en una rueda de prensa en la que la organización ha contado el estado de la infancia en Ucrania más de dos meses después del estallido de la guerra y ha hecho balance del trabajo realizado hasta ahora.
“Cerca de 250 niños han muerto, más de 300 han resultado heridos y es muy probable que las cifras reales sean más altas. Dos tercios de los niños y niñas ucranianos están desplazados dentro de su propio país o se han visto obligados a huir y refugiarse en otro. Pero detrás de cada uno de estos datos hay un rostro infantil, una historia de miedo, huida y violencia, un presente muy injusto y un futuro, si no termina esta guerra, truncado”, ha asegurado Suárez Pertierra.
Unos 15,7 millones de niños y sus familias dentro de Ucrania necesitan ayuda humanitaria, que UNICEF ha estado proporcionando desde el primer momento con artículos de agua, saneamiento e higiene; acceso a agua segura, medicinas, vacunas, kits quirúrgicos y obstétricos, ropa infantil de invierno, suplementos nutricionales, materiales educativos, kits de ocio, ayudas en efectivo, apoyo psicológico, acceso a educación o información sobre los riesgos de las minas y los artefactos explosivos. Todo ello es parte del apoyo que la organización está dando dentro de Ucrania y en los países de acogida a refugiados.
Ver esta publicación en Instagram
En Ucrania la situación es desesperada, como ha contado James Elder, portavoz de UNICEF, desde Zaporiyia: “Las condiciones humanitarias de los niños siguen empeorando, especialmente en lugares como Mariupol. Cuando estuve aquí hace dos meses, casi tres millones de niños necesitaban ayuda. Ahora son 5,3 millones. En Zaporiyia, donde me encuentro, recibimos a quienes logran salir de Mariupol y otras zonas de intensos combates, y les ofrecemos ayuda inmediata”.
Desde Polonia, el país que más refugiados ucranianos ha recibido, Daniel Timme, del equipo de UNICEF de Respuesta a la Emergencia de Ucrania, ha recordado que “aunque el flujo de llegadas ha descendido, la angustia de quienes llegan es más visible que antes. Muchos niños se han enfrentado a riesgos de protección antes o durante su desplazamiento, como la separación de sus padres y otros parientes, haber sido testigos de violencia o la ruptura de sus estructuras sociales y comunitarias”.
Por ello, en los países de acogida, en los puntos fronterizos y a lo largo de las rutas con mayores flujos de migración, UNICEF y ACNUR han establecido los llamados Puntos Azules (21 a día de hoy), espacios seguros donde se ofrece información clave y se tiene la capacidad para identificar a niños separados y no acompañados, que por esa situación están especialmente desprotegidos y son más vulnerables al abuso, la explotación o la trata.
Los retos de España para la correcta acogida de los refugiados
Nuestro país, que desde el primer momento mostró una gran solidaridad con Ucrania, ha recibido a cerca de 130.000 refugiados ucranianos, de los que el 38% son niños, niñas y adolescentes. Hasta el 2 de mayo había 843 niños y niñas no acompañados registrados. Si bien su llegada ha supuesto avances en el sistema de acogida a refugiados o la adopción de protocolos para clarificar cómo debe ser el acogimiento familiar de quienes llegan solos, también ha generado retos a los que se debe dar solución.
“Es vital reforzar el seguimiento a los niños que se encuentran con adultos que no son ni sus padres ni sus tutores legales, y también garantizar que cualquier iniciativa de acogida sea coordinada por las autoridades competentes”, ha explicado Sara Collantes, especialista en migraciones de UNICEF España. “Nos preocupa especialmente la situación de las familias ucranianas que ya estaban en nuestro país y que ahora están acogiendo a refugiados, puesto que su vulnerabilidad socioeconómica va en aumento, y por ello hay que agilizar su acceso a protección social”.
Además, más allá de las medidas para cubrir las necesidades más inmediatas, hay que empezar a pensar en medidas más estables y a largo plazo para normalizar la vida de las personas refugiadas, como la derivación de residencias u hoteles a pisos o recursos más estables, poner en marcha estrategias de integración laboral con implicación de entidades locales y empresas, e ir más allá de la escolarización ágil y lograr que las escuelas sean auténticos entornos protectores en los que puedan recibir apoyo psicológico.
Precisamente, la salud mental es uno de los asuntos más importantes que hay que abordar. “Se trata de niños y niñas que han huido de situaciones absolutamente traumáticas, que se han separado de sus padres y abuelos, de sus amigos, que han dejado la escuela, que, en muchos casos, han sido testigos de situaciones violentas. Que, en definitiva, se han visto desarraigados de su vida, y vienen con un enorme trauma”, ha afirmado José María Vera, director ejecutivo de UNICEF España. “Por ello UNICEF España ha lanzado unos ‘Consejos Básicos para el Bienestar Emocional’ de los niños refugiados afectados por conflictos armados, y en los próximos meses ofreceremos formación a trabajadores de centros de acogida, personal de la administración local y del ámbito educativo, para que sepan atender y apoyar de la mejor manera a estos niños y niñas”.
El objetivo es que todos los pasos dados hasta ahora para apoyar a las personas refugiadas ucranianas y promover su integración se concreten en una política sólida y estable a largo plazo, de forma que España esté preparada para afrontar crisis migratorias, y que este nuevo modelo beneficie a todos los niños y niñas no acompañados solicitantes de asilo, vengan de donde vengan. “Estamos ante una oportunidad sin precedentes para fortalecer de manera permanente el sistema de acogida a refugiados, el sistema de protección a la infancia, y la respuesta de los sistemas educativo y sanitario a los niños migrantes y refugiados (…) Los niños son siempre niños, y no se debe hacer ninguna distinción en ningún contexto”, ha concluido Vera.