La precariedad es el principal problema del periodismo. Nacho Carretero. Premio Avuelapluma

Los Premios Avuelapluma, en su afán por defender la libertad de expresión y la cultura, han vuelto con un palmarés de lujo: Nacho Carretero, Cristina Gallego, Susana Martín Gijón, Bambikina y Cineclub El Gallinero.

Por ello, durante esta semana realizaremos un recorrido por la XIII edición de los Premios Avuelapluma para conocer en profundidad a los galardonados. 

El galardón ‘Libertad de Expresión’ ha ido a parar al periodista Nacho Carretero, autor de ‘Fariña’, que fue secuestrado por orden judicial, y ‘El Corredor de la muerte’. Además ha narrado historias procedentes del África Subsahariana, Oriente Medio así como otras zonas de conflicto. 

Tu trabajo como periodista se caracteriza por meter el dedo en la llaga, ¿cuál es tu visión sobre este oficio?

Mi motivación es ser testigo o correa de transmisión a unos lectores, en mi caso porque yo me dedico a la prensa escrita, que quieren informarse sobre aquello que está teniendo lugar.

Como reporteros tenemos que tener un papel muy aséptico y muy abierto, sin ninguna o las mínimas ideas preconcebidas o el mínimo prejuicio para poder ser una esponja que recoja información, la comprenda y la transmita a los lectores. Todo lo que sea alejarse de esta figura, aunque parezca sencillo, es muy complicado, pero hay que intentar mantenerse en esta línea. Como lector no me gusta leer cosas en las que noto que el que escribe está explicando quién es el bueno o el malo. Lo interesante es exponer unos hechos para que el lector saque sus propias conclusiones.

Por tanto, ¿qué supone para ti recibir el Premio Avuelapluma a la Libertad de Expresión?

Lo primero una alegría, un halago. Este premio lleva dos años postergándose por culpa de la pandemia y entiendo que tiene una vinculación con el secuestro de ‘Fariña’. Al final, prohibir el libro fue un intento fallido de impedir que la gente se informase en un trabajo periodístico. La demanda quedó en nada y es el mensaje más satisfactorio y optimista que existe: la libertad de información y de prensa es la que prevalece.

Después de eso cualquier reconocimiento es un premio para todos los que creemos en la libertad de prensa y el periodismo libre.

Si el periodismo no es libre no es periodismo.

El fenómeno de Fariña continúa: el secuestro del libro, el posterior éxito de ventas, la serie, la obra de teatro…

El secuestro del libro, como periodista, fue muy frustrante. Le pasaría a cualquiera porque puse mucho empeño en ser riguroso y que un juzgado pudiese poner en duda que mi trabajo no fuera veraz me enfadó mucho.

Además, se formó una bola mediática grande y que hizo mucho ruido. Yo particularmente no me sentía cómodo en ese show. No obstante, sí que recibí el apoyo de mucha gente y esta indignación me hizo pensar que somos una sociedad muy madura comparada con la de hace algunos años. No estamos dispuestos a dejar que nos censuren ni a coartar nuestro derecho a informarnos o a informar. Esa fue la buena noticia de este capítulo.

Por otra parte, en un plano más materialista, las ventas del libro se multiplicaron y también nos pusimos muy contentos, la verdad. De hecho, ya habíamos vendido 40.000 ejemplares, una cifra muy respetable y la serie ya estaba hecha. Ya habíamos superado las expectativas que luego, a raíz del secuestro, se multiplicó y nos lanzamos a hacer la obra de teatro.

Es necesario que el periodismo se adapte a otros formatos. No debería ocurrir solo con ‘Fariña’ porque además tenemos otros temas interesantes en España.

Es necesario que el periodismo se adapte a otros formatos.

La verdad es que me encantaría ver una serie de la Gürtel, por ejemplo…

Sí. El periodismo debe estar abierto a darse la mano con otros formatos, más ahora cuando la ficción española está en auge y debería tratar esos temas que antes solamente se quedaban en el periodismo.

Además de ‘Fariña’ has escrito sobre el ébola en África, sobre Siria, el genocidio de Ruanda… ¿tu visión del periodismo tiene que ver con los Derechos Humanos?

No conscientemente. Más bien me interesan ciertas historias, no sé explicarte por qué, pero lo que me mueve es la curiosidad, el qué y por qué están ocurriendo cosas en distintos lugares que son muy diferentes al nuestro y protagonizadas por personas que son muy distintas a nosotros. Eso me ha movido desde pequeño, que siempre estaba con un atlas y una bola del mundo.

Al final todo eso me ha llevado a sitios y situaciones que funcionan por injusticias, violencia, desigualdad, crisis humanitaria… Al final sí que te das cuenta de que el nexo común son los derechos humanos.

Sin embargo, vuelvo al inicio: no hago activismo. Mi labor es la de reportero y creo que lo que tengo que hacer ahí es informar y contar de una forma narrativa qué está pasando para que la gente tome partido, saque sus conclusiones y haga activismo si quiere.

Sin embargo, no es nada fácil llevar a cabo todo esto porque la profesión es cada vez más precaria, ¿cómo afecta esto a una información de calidad?

Afecta de una manera muy profunda. Si en España no se hacen más y mejores reportajes es porque no hay medios económicos para llevarlos a cabo. La precariedad es el principal problema del periodismo por encima de otros de los que se habla más, como pueden ser los intereses políticos o empresariales.

Siempre que vemos un reportaje en Estados Unidos y resaltan que el redactor estuvo dos años investigando… No hay nada genético que haga que ellos escriban mejor que nosotros, es una cuestión de tiempo y medios. En España hay muchos reporteros, y muy buenos, que harían reportajes de primerísimo nivel si les ofrecieran medios. Al final la cantidad influye en la calidad para hacer buenos reportajes, que además pueden convivir perfectamente con la inmediatez y la instantaneidad de las redes sociales.

Este formato instantáneo de noticias en las redes ha venido para quedarse, la gente quiere saberlo todo al minuto, pero debe convivir con los que queremos informarnos en profundidad. Si no hay medios esas historias no son posibles.

No sé si es que no hay medios o no quieren que los haya…

También podríamos hablar de la redistribución de la riqueza en el periodismo. Hay una Eurocopa y hay desplegado un becario hasta en la última ciudad de Europa y, sin embargo, para otros temas no… El periodismo no deja de ser un negocio y en los grandes medios estaría el equilibrio.

A pesar de todo hay grandes reportajes porque hay reporteros que se tienen que buscar la vida. Al final acabas viajando con una oenegé o con una institución que te ayuda, que te da cobertura o te financia una estancia… y así puedes llevar a cabo reportajes que de otra manera no podrías. Todo se resume en que ser reportero freelance en España no es posible. No existe esa figura.

Ser reportero freelance en España no es posible.

Sin buen periodismo no hay democracia. La calidad de la información es fundamental para una sociedad madura. No sé cómo ves el horizonte que se nos plantea…

Yo estoy en el barco de los diagnósticos… desde hace un tiempo vivimos en una sociedad en la que los canales de comunicación se han multiplicado y se han democratizado. Todo el mundo opina y además al instante. Hay espacios donde podemos participar todos, pero que se han vuelto muy hostiles y tóxicos como Twitter. Eso es una consecuencia de que la comunicación y el periodismo era un privilegio reservado a unos pocos. Ahora cualquiera coge el teléfono, escribe lo que le pasa por la cabeza y le llega a todo el mundo. Eso tiene una parte muy bonita, aunque también muy confusa.

Necesitamos un poco de espacio generacional para que se regule. Somos una sociedad analógica en un mundo digital y esa tensión todavía está por resolver. Pasa lo mismo que cuando vemos un programa de los 80 y nos escandalizamos, y en unos años lo harán al leer nuestros tuits por la manera de linchar a la gente, por ejemplo. Ahora lo que hace falta es que el periodismo dé un paso al frente para terminar de diferenciarse y que establezca un espacio propio y visible para que se note que hay un medio detrás. Para ello necesitamos un periodismo de calidad y creíble.

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