Me gusta jugar con la cara A y la cara B de la vida. Tomás Pavón.

‘El último Romántico’ suena a bolero…

Es que es una canción de los años 70, un bolero.

¿Por qué has optado por este título?

Juego siempre con la dualidad, que se podría interpretar de como una cara A y una cara B de la vida. La novela está dividida en dos partes. El tema es que el protagonista es un cantante y el eje argumental de la novela es que, durante un concierto, él va rememorando la historia de su vida a través de flashback.

Los capítulos de la novela son títulos de canciones.

¿Cómo son tus personajes?

El protagonista es un tipo que empieza a cantar en los años 70 en una orquesta por las verbenas. Todo su repertorio, y a su vez los capítulos de la novela, giran en torno a los discos de la época.

Tienes que tener en cuenta que los discos de los 70 eran discos de grandes éxitos que siempre solían tener el título de la canción que iba a ir de promoción.

La cuestión es que el protagonista iba a grabar un disco pero no lo consiguió. Por otro lado, yo he querido jugar con el título del disco y la novela.

¿Es compatible este romanticismo con la pandemia mundial que tenemos encima?

Hay dos conceptos del Romanticismo. Por un lado, está el concepto popular de una persona soñadora, ñoña… pero dentro del Romanticismo literario hay un punto de ruptura con la rigidez del racionalismo y se atiende más a los sentimientos que a la razón. Por tanto, en estos momentos de pandemia los sentimientos están a flor de piel.

¿Cómo ha sido el proceso creativo?

Siempre trabajo sobre la dualidad de la vida porque siempre hay una parte que vemos y otra que no vemos e, incluso, a veces imaginamos. La cara A y la cara B. El argumento es muy sencillo con un protagonista friki, muy metido en el mundo de la música y que el público, en general, acaba tomando por loco.

Vive en una ciudad de provincias y siempre está cantando, empieza en un grupo humilde, luego entra en una orquesta potente de verbena, quiere irse a Madrid a probar suerte… la cuestión es que, de repente, en una actuación en una discoteca decadente de su ciudad de provincias, aparece un manager. Éste es el típico tío listo que tiene una productora muy relacionada con el mundo de la televisión, en plena efervescencia del Missisipi y Crónicas Marcianas.

A ver a nuestro protagonista, Jesús María de la Cruz, lo convierte en Suso Cruz y se las arregla para meterlo en estos programas televisivos con estos personajes tan estrambóticos. Se acaba haciendo una estrella de la televisión al ganar un concurso y llegar a este todo tipo de programas.

Esta es la Cara A del libro ‘El Último Romántico’, cuando maneja pasta y tiene éxito, siempre, por supuesto, acompañado de su manager, que es quien maneja el negocio.

Sin embargo, la cara B, estos artistas son flor de un día y al igual que suben bajan… y Suso Cruz no iba a ser menos. Llega el momento en que deja de hacer gracia.

¿En qué tiempo está enmarcada la novela?

El tiempo que comprende la novela comprende desde los años 70, desde que era un adolescente hasta la crisis de 2008, cuando Suso Cruz está en decadencia total.

Además, el final queda un poco abierto y tanto él como el manager están bastante hechos polvo, pero queda un toque romántico porque Suso Cruz sigue soñando con triunfar con su música.

Siempre hay un juego entre el protagonista, un soñador empedernido con su música, y el manager, que siempre lo está colocando en programas, conciertos que no sirven para nada, productoras…

¿Qué tiene de especial Suso Cruz para triunfar en la tele?

Pues un gargajeo muy curioso al cantar sumado a que cierra los ojos. Empiezan a imitarle los humoristas, se hace popular entre los niños…

En el fondo es pura ternura…

Sí, pero quien maneja los hilos es su manager que le dice que ha cobrado una cosa y luego es otra, que habla con este y con aquel para nada… permanentemente la Cara A y Cara B.

Hay una tendencia ahora, siendo el caso más sonado el de la Veneno, de recuperar las Caras B de estos personajes que entrañan una persona a la que las que le puede la ilusión y también cierta ignorancia…

Al hilo de lo que cuentas, te cuento que protagonista ha tenido una vida dura y que no aparecen en su biografía oficial, su cara A. No es fácil ser bisexual en plena dictadura franquista y sufrió bulling en el colegio, inmediatamente se le señaló en una época en la que todo está prohibido y no se puede hablar de sexo, lo que supone para su persona y su madurez.

Luego, asume la fama y un descenso inmediato al ser un personaje televisivo gracias al poder hipnótico de la pequeña pantalla en la que hay una gran subida, todo el mundo lo conoce, hasta que nadie pasa de él.

Podemos decir entonces que es un juguete roto.

Sí, además aquí entra en juego su manager, que siempre le está contando que “somos muy amigos, que te quiero mucho”, pero en realidad está exprimiendo hasta la última gota del limón.

¿Sale Cáceres en algún momento?

Sí, uno de los capítulos en un homenaje a esta ciudad. Resulta que a Jesús maría de la Cruz le toca hacer la mili en Cáceres. Te puedes imaginar el servicio militar en aquellos tiempos para una persona con lo que se llamaba ‘el amaneramiento’.

Así aparece Cáceres a finales de los 70, aunque aparece ahí un puticlub que se llamaba Totem, en Clavellinas, que era donde iban los militares y los policías secretas, también se habla del Hotel Alfonso IX, donde se alojó Miguel de Molina cuando estuvo confinado y había un bar al que iban los militares a calentarse. Allí conoce a un personaje bastante peculiar que es cantaor de flamenco a la vez que comunista y al final habla de esto sitio y se sobreentiende que la noche acabará en el puticlub…

Era una ciudad muy provinciana que guardaba la moral de la época.

Volviendo al plano más literario, ¿con qué género te sientes más cómodo?

Con el realismo puro. Lo fantástico y lo histórico me parece maravilloso, pero yo de siempre he sido realista.

Por último, ¿cómo ves el panorama de las letras en Extremadura a día de hoy?

Excepcional, de verdad. Tenemos a grandes escritores, como la generación de Basilio Sánchez, que lo gana todo, Álvaro Valverde, Irene Sánchez Carrón, Pilar Galán, Cercas Landero…

Luego hay una generación en torno a los 40 y tantos años, que son los que se mueven en torno a Letras Cascabeleras que también es una generación bastante interesante. El momento es muy bueno, la pena es una región en la que se venden pocos libros, pero la calidad es muy buena.

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