Rocío Sánchez
Rocío Sánchez, ganadora del Premio de Periodismo Dionisio Acedo de Diputación de Cáceres

En Avuelapluma.es seguimos dando voz a los ganadores de los Premios que concede el Área de Cultura de la Diputación de Cáceres. Esta vez hablamos con Rocío Sánchez, redactora jefe de ‘El Periódico Extremadura’, y ganadora del Premio de Periodismo Dionisio Acedo de Diputación de Cáceres, gracias a un relato descarnado sobre la explotación sexual con su reportaje ‘Puteros’.

1 de cada 5 extremeños es putero. Esto quiere decir que todos conocemos a alguno, aunque no lo sepamos, incluso puede ser nuestro novio o nuestro padre…

La estadística es tan elevada que cuesta creérsela, sobre todo si se ponen como ejemplos personas cercanas a nuestro entorno. Los datos dicen exactamente que uno de cada cinco extremeños reconoce que ha sido putero alguna vez en la vida; planteado así ya no resulta tan raro. De hecho, pregunté a un par de personas de mi entorno cercano cuando empecé a elaborar el reportaje y en una mañana ya tenía a dos testimonios dispuestos a hablar, eso sí, de manera anónima. No fue difícil encontrar a puteros.

¿Por qué decides realizar un reportaje sobre este tema?

Leí un informe de la Universidad de Valencia y la Miguel Hernández de Elche que aportaba los datos nacionales y también los desgranaba por regiones. La estadística me llamó mucho la atención y quise abordarlo poniendo el foco en los puteros. Había hecho previamente varios reportajes sobre la explotación sexual y el contexto en el que se encuentran las mujeres víctimas, pero en esta ocasión quise centrarlo en ellos, preguntarles por qué lo hacen y mostrar cómo alimentan un negocio millonario en el que la mujer no tiene opciones. 

Además, por lo que cuentas, los hombres lo admiten y parece que les hacen hasta un favor a las chicas… ¿Cómo fue ese momento en el que hablas con puteros que, entre otras cosas, afirman que como no ligan acuden a los clubs?

Uno de ellos me dijo: “Yo allí no voy a pensar”. Creo que la frase resume muy bien la actitud con la que lo viven. Ni mala conciencia ni remordimientos. Tienen clarísimo que, para ellos, tener relaciones sexuales es un derecho adquirido por el simple hecho de ser hombres. Un derecho que pueden comprar cuando quieran. Y te sueltan que gracias a eso hay menos violaciones. Es ahí donde sientes, de verdad, la falta de educación sexual que tenemos y cómo se siguen alimentando los mismos roles de siempre: el hombre es el sujeto activo en el sexo, el que disfruta, el que recibe el placer y al que, por decirlo de manera burda, le duelen los huevos; la mujer es el sujeto pasivo, solo un objeto cuyo fin es que el hombre goce. Ese objeto lo compro y durante determinado tiempo puedo hacer lo que quiera con él. Y además, efectivamente, creen que les hacen un favor porque les dan 50 euros para que ella y sus hijos coman. Se sienten sus salvadores. A veces también juegan con la posibilidad de conseguirle los papeles (la mayoría de las mujeres son extranjeras en situación irregular) para obtener sexo gratis.

Pese a esto, no lo admiten públicamente…

No porque saben que está mal visto por la sociedad, al menos aparentemente, porque en este sentido también hay mucha hipocresía, y no tienen ganas de que nadie los señale ni de dar explicaciones. Viven más cómodos en el anonimato. Pero eso sí, echan la culpa del rechazo hacia ellos a las feministas. Si de algo tiene culpa el movimiento feminista es de evidenciar que la mujer también tiene deseo sexual y orgasmos. Por desgracia ha habido demasiadas mujeres casadas que se han muerto sin saber qué era un orgasmo. A lo que todos tenemos derecho es a una educación sexual sana. 

Otro de los datos alarmantes es que cada vez son más jóvenes. No sé cómo podemos contribuir desde los medios a concienciar sobre esta lacra.

Una fiesta universitaria o una despedida de soltero termina con demasiada frecuencia en un prostíbulo. La pornografía a la que se accede de manera tan fácil a través de Internet tiene mucho que ver con que cada vez sean más jóvenes. En esa pornografía se muestran ciertas prácticas sexuales extremas que después se quieren repetir. ¿Qué podemos hacer los medios? Abordar temas sobre educación sexual.        

Y es que ellos son jóvenes… pero ellas también y en muchas ocasiones prefieren a chicas con aspecto aniñado.

Sí, así lo denuncian las asociaciones que trabajan sobre el terreno. Hay casos de chicas menores de edad, muchas veces hijas de mujeres víctimas. Y una tendencia que llega de los países asiáticos, que es vestirlas de colegialas para que parezcan más niñas aún.

Hablando ya de nuestro gremio, has realizado un reportaje de investigación, algo cada vez más difícil, pero a la vez necesario por la precariedad y la cada vez mayor velocidad que se exige en los medios…

La precariedad del sector y la rapidez que se ha impuesto en las ediciones digitales son los principales enemigos del periodismo, y por desgracia van de la mano. Tenemos que pelear por la dignidad de la profesión en todos los sentidos. No obstante, yo me siento privilegiada y siempre hay manera de organizarse y también semanas más tranquilas. Aun así, para mí este oficio es una forma de vida y desde el primer día que puse un pie en una redacción supe que me iba a quitar muchas horas libres…   

¿Qué ha supuesto para ti ganar el Premio Dionisio Acedo de Periodismo de la Diputación de Cáceres?

Un enorme chute de energía positiva. Sientes que tu trabajo se valora y, sobre todo, que se expande. Que sirve para algo. La sensación es muy bonita.    

Para terminar, ¿consideras necesario un periodismo activista para mostrar estas realidades?

Hay que tener mucho cuidado y no confundir periodismo con activismo. Si el periodista toma parte corre el riesgo de perder credibilidad. Mi función es ponerte la información con todas sus aristas por delante, no tratar de convencerte, porque si la información es buena no hace falta nada más. Ahora bien, dicho esto, el periodismo está para mostrar las contradicciones del sistema y para poner el foco en situaciones vulnerables, para alumbrar aquellas realidades que están en un segundo plano y no por ello son menos importantes, pero apenas se les da voz.

FuenteAvuelapluma
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