Concatedral Santa Maria

Minimalismos
Vicente Rodríguez Lázaro

(A los Galarza, Carvajal, Golfín)

Cuando el silencio envuelve por completo las piedras centenarias del casco antiguo y los vivos descansan en sus hogares alejados de la historia del ayer, ellos se levantan de su reposo y ocupan sus lugares de privilegio en la Concatedral. Apenas se miran, sin ojos humanos para ver como antaño lo hicieron, sin bocas para hablar de los asuntos ya prescritos en sus trayectorias culminadas. Simplemente aguardan la llegada del obispo trascendente, aquel que fuera consejero real y amigo de los grandes intelectos de su época, aquel que cada madrugada dirige la celebración espectral que demandan los antiguos señores de la ciudad para mitigar su espera en el tránsito forzado.

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