Hay que conocer el papel de la mujer no solo como víctima, sino también su labor política y social activa

¿Qué significa para ti el 8M?

Es un día de lucha, reivindicación y memoria. Un día y todos los días. Es necesario seguir luchando por mejorar la situación de las mujeres y su posición en el mundo. Por una igualdad plena y real, inclusiva e integradora. Es un día también, para mí, de celebración por lo conseguido, por lo avanzado y por lo obtenido. Es un día de visibilidad y de recordar que “seguimos aquí”.

Como experta en memoria ¿es conveniente recordar de dónde venimos?

Siempre. Conocer nuestro pasado, más reciente y más lejano, nos hace conocer quién somos como sociedad y mundo. Es transcender lo que vivimos en nuestra vida. Conocer y ser conscientes de lo que ha ocurrido en el mundo, con toda su complejidad, en su totalidad, hace que alumbremos nuestro presente y sepamos de nuestro futuro. Conocer la historia y la memoria de nuestro país, y del mundo, nos hace de-construir los relatos hegemónicos y entender la realidad que se vivió y que se ha mantenido oculta e invisibilizada durante años. Nos hace entender dónde y con quiénes vivimos. Pero no con una mirada sesgada, sino en conjunto, con sus características y particularidades.

Una de tus áreas de investigación es la represión franquista en Extremadura ¿qué hay de verdad en que la sufrieron especialmente las mujeres?

La violencia hacia la mujer ha existido desde siempre en múltiples formas. Tras el golpe de Estado de julio de 1936, la violencia practicada por el ejército sublevado y sus apoyos sociales estaba totalmente diseñada y definida para eliminar, castigar y controlar a la España contraria, que era la republicana, y al resto advertirlo de lo que suponía ser “enemigo”.

La represión hacía la mujer lo fue por ser vencida pero también por ser mujer. Sufrieron las formas de violencia perpetradas, en todas y cada una de las modalidades practicadas, pues fueron detenidas, asesinadas, “desaparecidas”, procesadas, ejecutadas, condenadas, inhabilitadas y apartadas de sus cargos y profesiones, sancionadas, multadas, desterradas, etc. Pero también hubo mecanismos específicos contra ellas por su condición de mujer: violaciones, rapados, purgadas con aceite de ricino, paseadas a modo de escarnio público, siendo sus vecinos y vecinas obligados a verlas e “insultarlas”, por las calles de sus pueblos realizando actividades que las ridiculizaban y denigraban (barriendo, semidesnudas, seguidas de orquestas y bandas). Además, fueron también el objeto empleado, el cuerpo mutilado y resignado, como señal y aviso al resto de la brutalidad del Nuevo Régimen.

Ya lo dijo Queipo de Llano en Radio Unión Sevilla sobre las violaciones: “Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar, por mucho que berreen y pataleen”.

¿Qué es eso de que son traidoras a su género?

La imagen de la mujer republicana era totalmente contraria a la imagen de la mujer franquista, bañada en aspecto ultraconservadores católicos de ideal femenino. La Sección Femenina dejó muy claramente definido lo que debía ser una mujer en la “Nueva España”: sumisa, dócil, callada, sacrificada, obediente, anulada, no pensante, menor de edad perpetua, etc. En la consideración reaccionaria impuesta, la mujer era únicamente procreadora y cuidadora de la familia. Su esfera de vida era la privada, el “hogar”. En la II República, la conquista de derechos y avances en igualdad política y jurídica de la mujer posicionaron a ésta en lo público. Con el Franquismo, “se las devolvía a su verdadero ámbito por su verdadero ser”. De ahí que se las llamara, y se las castigara y persiguiera, por ser “traidoras a su género”.

Por eso debían ser reeducadas, adoctrinadas, tuteladas y controladas. Y a través de numerosos mecanismo e instituciones se impuso de forma continua un modelo de conducta para todas, diciéndoles durante años cómo comportarse tanto fuera como dentro del hogar, cómo vestir, cómo hablar, cómo y qué sentir, a qué aspirar… Este modelo de mujer se identificaba además con una “identidad nacional”.

El retroceso brutal que la mujer vivió en cuanto a derechos y avances, condenándola únicamente a su papel doméstico y eliminándola de todos lo demás es algo que ha costado en recuperar. Y esa imagen de mujer abnegada, sacrificada, callada, dominada en todos los aspectos, o esa demanda, aún a veces siguen coleando en nuestros días.

En muchos colectivos sigue perviviendo la idea de Franco vino a salvarnos de la República…

Sí. Es fruto del adoctrinamiento y la tergiversación que de la experiencia republicana se hizo durante el Franquismo. Y que continuó después aunque en menor calado, por la falta de modificación y reconstrucción de este relato hegemónico. Esa historia distorsionada impregnó a todos. Y conformó una imagen totalmente polarizada y hasta casi infantil de la II República. Su demonización e identificación con el mal, el desorden y el caos estuvo presente en todos los medios de los que el Franquismo, desde incluso antes del golpe de Estado, se sirvió para imponer su legitimidad. Construyeron una imagen desproporcionada, un discurso y un argumentario que les valió para justificar la necesidad de la sublevación y la represión, y la dictadura. Ellos se atribuyeron de forma totalmente intencionada “el derecho y el deber” de “salvar el solar patrio” que “en gallardo gesto” tuvieron que sublevarse ante el caos en el que estaba sumido el país. Y eso fue lo que durante décadas se enseñó, inculcó y celebró. El miedo “a los rojos” y a todo lo que significase “república”, basándose este concepto en algo difuso e identificado con el desorden y la violencia, impregnó a la sociedad.

Por eso, a día de hoy, la divulgación de los estudios de Historia y la Memoria son tan importantes. Porque ayudan a alumbrar esa oscuridad.

¿Hay algún antídoto posible para los negacionistas que incluso alardean de posiciones neonazis en público?

Seguir haciendo nuestro trabajo. Y seguir divulgando el conocimiento de nuestro pasado con una visión integradora. Todas las personas que trabajamos en la Memoria y la Historia hacemos partícipe al resto de la sociedad de lo que hacemos y mostramos el fruto del mismo. Es cierto que existen posiciones contrarias pero con divulgación y educación se pueden transformar.

Y creo que algo muy importante que debemos hacer es fomentar la participación ciudadana en la construcción de valores democráticos de la memoria. Cuando recogemos testimonios y los mostramos, o son los propios protagonistas quienes los dan; cuando se realizan actos de reivindicación y homenaje, cuando se promueve la defensa de los Derechos Humanos y su integración en nuestra cultura…todo esto hace que conozcamos más y mejor nuestro pasado y tengamos una actitud consciente y crítica contra esas voces contrarias. Es un camino largo y nada fácil pero seguiremos haciéndolo.

¿Cómo trabajáis para llegar a un público más joven?

Pues acercándonos a ellos y mostrándoles lo que hacemos y lo que significa lo que hacemos. Damos charlas en centros de secundaria, llevamos la exposición del PREMHEX ‘Represión franquista y Memoria Democrática en Extremadura’ y hacemos visitas guiadas. En los institutos a los que vamos, interactuamos con el alumnado acercándolos a este conocimiento. La respuesta que hemos tenido ha sido siempre muy buena. Y muy grata.

Por último, cuéntame hacía donde van avanzando tus últimas investigaciones.

Pues continuo analizando la represión hacia la mujer en las múltiples formas de castigo a las que fueron sometidas. El trabajo que actualmente desempeño no me deja mucho tiempo libre. La investigación requiere tiempo. Pero en las actuaciones que hemos realizado en estos últimos años, hemos puesto el foco de las labores de investigación en la violencia ejercida contra las mujeres de las localidades donde hemos exhumado fosas comunes. Es muy importante estudiar la represión hacia ellas para entender la realidad de lo vivido y lo que aún sigue en el presente. Y sobre todo, es importantísimo visibilizar a estas mujeres de forma individual y colectiva porque son referentes que necesitamos en los que mirarnos. En la cultura de los Derechos Humanos es necesario conocer el papel de la mujer. Y no sólo como víctima sino también su labor política y social activa. Debemos integrarlas en la Historia para comprenderla en toda su dimensión.

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