Cruz Roja garantiza la seguridad sanitaria a las personas refugiadas
Voluntarios de Cruz Roja reparten comida a domicilio a familias vulnerables. Archivo.

Cruz Roja Española en Extremadura está refornzando sus planes de contingencia para garantizar la seguridad sanitaria de las personas refugiadas. 

Desde que comenzó la pandemia de COVID-19, la organización «ha extremado» en sus instalaciones las medidas de limpieza y desinfección. Además, ha explicado a las personas las medidas de higiene necesarias, como el lavado de manos. En este sentido, ha establecido también protocolos de actuación en caso de contagios y pautas a seguir ante posibles síntomas, ha declarado la responsable del Programa de Atención a Personas Inmigrantes y Refugiadas de Cruz Roja en Extremadura, Marta Pizarro.

Una de las medidas más importantes es el distanciamiento social, tanto entre las personas que viven en los centros como entre ellas y los trabajadores. Así, deben portar guantes y mascarillas de forma obligatoria. Igualmente, tienen que cambiarse la ropa que traen de la calle por prendas limpias una vez acceden a las instalaciones.

En edificios como el Albergue Juvenil El Prado de Mérida se han establecido varios turnos de comida. Además, se están utilizando espacios comunes como las zonas de estudio para evitar que muchas personas coincidan a la vez y se cumpla el distanciamiento social. Esta medida ha resultado de «las más complicadas a la hora de adaptarse a la nueva situación», según explica Cruz Roja en nota de prensa.

«Al principio fueron un poco incómodas porque por el distanciamiento social teníamos que estar todos separados a dos metros de distancia. Estábamos todos acostumbrados a compartir siempre y eso realmente fue lo más estresante, acostumbrarnos a estar separados unos de los otros», cuenta Omar Josué Guerrero, un refugiado venezolano que vive en el centro. 

Información y apoyo

Además de las medidas de higiene, el voluntariado y los trabajadores de la institución ofrecen información y apoyo a las personas que viven en los centros. En este sentido, la trabajadora de Cruz Roja Española en Extremadura, Rebeca Fernández, detalla: «mucha información, resolver muchas dudas, trabajar toda la ansiedad y las inseguridades que les generaba toda esta situación. Ya no solo por la pandemia, sino por su propia situación administrativa, legal y, además, laboral que tenían en el país».

Yelda Boran es natural de Turquía e indica que es una situación «totalmente nueva» y «no sabíamos qué teníamos que hacer. No sabíamos cómo teníamos que cuidarnos. La Cruz Roja nos enseñó muchas cosas, son ejemplos buenos para nosotros», acentúa.

Al mismo tiempo, reconoce que antes tenía miedo pero ahora se siente bien. En esta línea agradece el trabajo y los cuidados de los trabajadores de la Institución, un hecho en el que coincide Franklin José Santos, procedente de Venezuela.

«La Cruz Roja como ONG que nos ha acogido, nuestra familia acá en España, nos da las indicaciones, nos informa bien claro de lo que son los distanciamientos sociales, todo el protocolo de protección e inmediatamente todos entendimos el mensaje y nos hemos activado», incide.

Cabe mencionar que en estos centros también hay atención sanitaria primaria y se garantiza la alimentación, ámbitos en los que las medidas de higiene también «se han extremado para evitar contagios», también con las personas refugiadas

Los niños que residen en los centros han recibido sus clases a través de las vías telemáticas. «Han seguido con la teleformación, aquí nos han facilitado los horarios, la conexión a la red y a través de Rayuela se ha garantizado que los niños tengan esa comunicación», ha explicado Santos, quien también ha valorado la continuación de la teleformación de las personas adultas.

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