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De Cáceres de toda la vida /
José María Saponi

Si seguimos en el camino al que algunos quieren llevar a España, la incertidumbre que generó el resultado de las elecciones del 14 de diciembre aumentará y en el camino seguiremos estancados. Sin olvidar que España es un país mucho mejor de lo que creemos los españoles, hay que tratar, que a pesar de los problemas de paro insufrible que tenemos y de nuestros problemas sociales, hay que estar identificados con el sentido de lo que hemos sido y de lo que somos y vayamos con las ideas de cada cual en la dirección de lo nuestro, el interés común.

Aquella novedad de días pasados en que se publicó la firma de un acuerdo de investidura no resuelve nada, además de no ser un pacto de investidura, ni siquiera de legislatura ni de gobierno del PSOE-C´S. más bien parece un acuerdo entre dos partidos, simplemente, o un acuerdo de perdedores, “para lamerse las heridas”.

Por mucho que quisieron escenificarlo, con los 90 escaños del PSOE y los 40 de Ciudadanos, no son bastantes porque su suma estaba y sigue estando lejos de ser suficiente para una investidura, como se evidenció en el acto de la supuesta investidura, y sigue estando muy lejos de la formación de un gobierno estable. Lo que se propone es malo, lo que calla puede considerarse peor, es una auténtica escenificación de un programa en el que proponen subida de todos los impuestos, todos, menos el IRPF, que tampoco lo quieren bajar.

Parece como si quisieran volver a empezar la carrera del déficit y el gasto sin control, como muestra su voluntad de modificar el art. 135 de la Constitución, que exige autorización mediante Ley “para emitir Deuda Pública o contraer crédito”, algo que además nos pondría en la dirección contraria a lo que establece la Unión Europea y ya se estuvo mucho tiempo al margen o de espaldas a Europa para volver otra vez.

Presentan como novedosas, algunas medidas implantadas por el PP, como la simplificación de contratos, apenas piensan en temas tan importantes, como el desafío secesionista, la financiación autonómica, las políticas de competitividad o una reforma laboral que no dicen si van a derogar o no. Por tanto, lo que propone el pacto es malo, pero lo que calla parece aún peor.

A mí me parecía simpático y novedoso el líder de “Ciudadanos” Rivera, pero ahora parece haberse convertido en un apéndice del PSOE, que hasta el último día de campaña, afirmaba que nunca apoyaría “a un grupo de perdedores” contra la lista más votada. Han pasado solamente sesenta y pocos días (dos meses más o menos) y Rivera se ha convertido en un acompañante no principal del Partido Socialista.

Ahora votar a Ciudadanos es votar PSOE, esa es al parecer la cuenta que hay que echar, y la verdad no deja de ser un fraude de Rivera. porque la suma de escaños entre los dos no garantiza ni la investidura de Pedro Sánchez ni un Gobierno «estable», y recalca que algunas de las premisas que se recogen en el pacto, como la reforma de la Constitución, «no puede llevarse a cabo sin los votos del PP».

Para cualquier reforma de la Constitución es absolutamente indispensable el voto del PP, por lo tanto es un auténtico engaño lo que están planteando a los españoles, porque si querían acordar o coaligarse, Pedro Sánchez y Albert Rivera lo podrían haber hecho igual antes de las elecciones.

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