Con ánimo de discrepar /
Víctor Casco
No cabe duda que para la jerarquía de la Iglesia española, para los monseñores Cañizares o los arzobispos Roucos, para todos estos prelados cómodamente aposentados en palacios principescos que solo abandonan para acudir al besamanos pertinente al poder de turno, preferentemente del PP, el Papa Francisco es todo un outsider, un extraño. Y peligroso. Un radical con sotana blanca, el más peligroso de los radicales para la conservadora, vieja, anticuada y reaccionaria jerarquía católica española.
Cuando hace unos días el Obispo de Roma reclamaba abrir cada iglesia, cada monasterio, cada abadía, cada sede episcopal para albergar una familia de refugiados sirios, monseñor Cañizares se desquitaba desde los micrófonos alertando de la “invasión” de inmigrantes y refugiados y que no son trigo limpio. Tremendas declaraciones. “No huyen porque estén siendo perseguidos”, añadió. Para monseñor las bombas, la destrucción de ciudades, los fusilamientos en las calles de una devastada Siria no existen. Propaganda.
Claro que también nos ha dejado claro el prelado Cañizares que él no ve pobres viviendo bajo el puente (sic) y que hay que reconocer la mejoría económica. Todo esto dicho suavemente, modulando la voz. Como un entrañable ancianito del partido popular…
Tengo varios amigos católicos de base que se quejan amargamente de la jerarquía eclesiástica española, tan poco caritativa, tan inmisericorde, tan incapaz de situarse al lado de los seres sufrientes… “tan escasamente cristiana” me dice uno. Y me temo que seguirá así largo tiempo, ahora un poco más en estado larvario pero esperando – con paciencia – que el curso de la vida avance y puedan volver a contar con un Papa como dios manda, de derechas, reaccionario, conservador y dispuesto a todo menos a la caridad con los semejantes… No digamos ya con los desemejantes.
