Desde mi ventana
Carmen Heras

Si ustedes me preguntaran por mi fruta preferida yo les contestaría sin dudarlo que me encantan las fresas, pero también los melocotones, las manzanas o la piña. Resulta que alabo una, pero me atraen muchas, por aquello de que en la variedad está el gusto. Depende de la hora, la estación del año, la comida o el calor… Lo importante es que sean frutas. Para eso está el criterio. Y el conocimiento previo, claro.

Dice una antigua canción de Sabina algo ya sabido desde tiempos inmemoriales y que él recrea con su toque de cinismo: que no existe la mujer, sino las mujeres y los muchos tipos diferentes de ellas: “mujeres que tocan y curan, que besan y matan, que ni cuando mienten dicen la verdad…” y como lo dice con mucho arte pues todos lo hemos canturreado sin criticarlo. Eran otros tiempos para la lírica. También para la aceptación popular de un tipo de relaciones entre hombre y mujer que han sufrido una profunda modificación -al menos, teórica- en la forma de concretarse y entenderse por el grueso del personal, convertido ahora (a mi modo de ver) en terriblemente puritano para ciertos asuntos…

Algo de eso ha tenido a bien explicar el Museo Del Prado por boca de uno de los comisarios de la gran muestra de hermosas obras de arte clásicas que ahora expone (la pinacoteca reúne, por vez primera en cuatro siglos las seis pinturas mitológicas que Tiziano hizo para Felipe II y el conjunto se completa con obras de Rubens, Poussin o Velázquez). El experto, curándose en salud, aconseja ver las pinturas con una mente abierta, siendo conscientes de que fueron hechas en otro tiempo, por lo que las imágenes que muestran no deben analizarse, sin más, con la mirada de hoy. “Si uno lee las Metamorfosis, de Ovidio, (añade) se dará cuenta de que lo que ahí se describe está casi todo tipificado en el Código Penal. Son cuadros pintados hace 400 años, y basados en textos de hace 2.500. Es lógico que no compartamos esos valores. Pero es importante no intentar ver estas obras solo desde nuestro tiempo; a eso se le llama anacronismo, y es uno de los pecados peores del historiador del arte” (El País: “El Prado desata pasiones cruzadas con las ‘poesías’ de Tiziano”, 1/3/2021), Son pinturas, ensayos sobre las pasiones y los cuerpos humanos y no apologías o símbolos de una manera de ser y actuar.

“Hacíamos mientras vivíamos” le confiesa Pilar Yzaguire, conocida productora musical de 85 años, a su entrevistadora cuando ésta le pregunta sobre lo conseguido por el feminismo pionero de las mujeres de su generación. Ahora todo pareciera más enlatado a fuer de prohibiciones sobre lo idóneo, o no, del lenguaje, en los temas de género, conforme a la opinión más extendida. Dándose la paradoja de que, a pesar de la libertad de conducta que aparentemente tenemos, existen sectores de población profundamente “cuadriculados” en relación con algunos asuntos reivindicativos. Cuando creo que sería mucho más fácil guiarse siempre por lo que sigue siendo lo fundamental en las relaciones humanas, el respeto verdadero por el otro. Sea hombre o mujer. Porque desde ese respeto, cuando es cierto, todo lo demás llega por añadidura.

Carmen Heras

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