Dudas de papel /
Goyo Tovar
Otra vez han vuelto a preguntar a la gente y otra vez la gente ha vuelto a decir que el principal problema que contempla, observa y percibe es aquel que impide cambiar un trabajo por un dinero. El intercambio de las diversas habilidades laborales por un salario dicen está regulado por leyes; las últimas han sido empaquetadas bajo el epígrafe “actual reforma laboral”. Este corpus parece ser el causante de que cualquiera pueda tener al lado una hija, un pariente, un amigo, una vecina,…en el inmenso campo del desempleo. Y claro está, estando en el paro, la gente no sabe decir otra cosa. Pues el último barómetro del CIS dice que las tres cuartas partes del vecindario de este país (76,4%) entienden que el paro es el principal problema que tenemos; sabiendo que no tanta gente está sufriendo en carne propia tan calamitosa situación, debemos afirmar que sigue conviviendo entre nosotros algo de humanismo y que se sigue siendo capaz de ponerse dentro de la piel del que sufre. Para nuestro manejo, digamos que este asunto se apoya en tres patas: Gobierno, Patronal y Sindicatos; tres palabras desagradables para el sentir colectivo, tres conceptos minusvalorados. El Gobierno dice habernos dirigido a otra época de bonanza y crecimiento de modo tal, que no hay en nuestra Europa parangón. Los empresarios parecen ahora estar dispuestos a subir un 2,5% los salarios más bajos, pese a que no hace tanto tiempo, sus cerebros afirmaban que lo que debía hacer el obrero es trabajar más y ganar menos. Y los sindicatos sufren una merma considerable de creyentes y afiliados que provoca una debilidad añadida al irrisorio campo de la negociación colectiva. Estos desajustes explican que no es descabellado pensar que yo, como empresario, me plantee despedir a un trabajador que gana 1200 € al mes y contrate, a tiempo parcial de cuatro horas al día, a tres nuevos trabajadores que cobrarán 400 € al mes cada uno de ellos. A la postre, he creado tres puestos de trabajo y cuatro horas que añado a mi empresa a cambio de un desempleado. Además si esto lo hago con sabia publicidad, tengo papeletas para ser reconocido como empresario del año. Así que cuando se trate a los trabajadores como frías relaciones numéricas, el humanismo se aleja y me queda la duda de la viabilidad legal del cambio del tres por uno.