Semillas. Alonso Torres.

Reflexiones de un tenor
Alonso Torres

Ha sido totalmente casual (o no, que hay gente que cree, porque así lo siente, que nada lo es, que todo tiene un plan) el título de esta columna, pues tengo en el ordenador donde escribo “abiertas” algunas “ventanas” de internet, y de lo que quería hablarles/escribirles era de cierta película, pero ha sido sentarme yyyyyy, y ha salido eso, “Semillas”, y es que a mi derecha hay un tarro de cristal con semillas de tres árboles: ginkgo, que dicen que es el árbol más viejo de la tierra (tiene mil propiedades, pero las dos que más me gustan es que sirve tanto para la memoria como para el corazón; somos lo que recordamos y si se nos para el corazón, ¡joder, qué fatalidad!); Árbol de Júpiter, con unas semillas casi diminutas, y eso que Júpiter era el jefe de los dioses del Olimpo (o tal vez por eso, porque de lo más pequeño sale lo más grande, ¿no?); y Árbol del Amor (¿qué era lo que cantaba Tonino Carotone? -“Me cago en el amor”-, pero yo no lo diré, no).

El mundo necesita más árboles, más oxígeno, más vida (lagranbellotada.org)…

Mientras tecleo suena en el viejo (y casi perfecto) tocadiscos de mi madre, un Philips de 1986, Jonnhy Cash (acaba de terminar su canción “Freedom”, jeje, ni que yo fuera catalán: ¡¡¡In-Inde-Independensià!!!), y antes estuve escuchando el concierto nº4 de Tchaikovsky interpretado por la Sinfónica de Estocolmo dirigida por shi-Yeon Sung (directora titular de la Orquesta de Seúl y asistente de la de Boston), y con anterioridad habíame “tragado” una película rusa, “Sacrificio”, de Tarkovsky (puuufff!!!), y de dicho filme les iba a escribir/hablar, pero lo de las semillas ha salido así, por el peso de ellas.

Las que tengo sobre la mesa me han llevado a “buscar” (en internet), y unas cosas llevaron a otras y me he encontrado con un maravilloso y necesario proyecto/acción, se llama “La Gran Bellotada” y consiste en sembrar 20 millones de bellotas por todo el país. El proyecto nace desde La Sierra de Gata gracias a la cabeza (y supongo que al corazón) de Bongui R. Ibarrondo, miembro de Reforest-Acción, ¡y joder!, me ha enamorado porque no hay cosa que me guste más que los árboles (no es coña, podría dejar de beber whisky con vitriolo si uno de ellos me lo pidiera). Ya hay “células”, grupos de acción, por todo el territorio, y en Cáceres también hay uno, y yo ya me he apuntado y espero que seamos much@s más porque sinceramente, el mundo necesita más árboles, más oxígeno, más vida (lagranbellotada.org)…

Artículo anteriorUn emigrante desmemoriado
Artículo siguienteHijita, eres ya una niña mayor

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí