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Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Nuevamente el terrorismo ha hecho su aparición en Paris, la ciudad de la luz, de la libertad, el corazón del país más libre de Europa.

Primero en Nueva York, el 11 de septiembre, Madrid, el 11 de marzo, Paris, y su semanario Charlie Hebdod, después Líbano y una larga lista que diariamente se nutre de la muerte indiscriminada de cientos de musulmanes en los países de Oriente Medio. Irak, Yemen, Pakistan son azotados por terribles atentados cometidos, equivocadamente, en nombre del profeta.

El 13 de Noviembre su objetivo ha sido la música, el humor, la alegría de vivir de unos jóvenes que han hecho de la buena vida su forma de vida, porque a los extremistas la risa, la música, la felicidad, les produce terror.

Cuando ocurrió el atentado de Charlie Hebdod, el mundo alzó sus lápices, y ahora con aquellos lápices se escriben cartas, frases, poemas, canciones, artículos, para que las mordazas no tapen las bocas, que respiran libertad.

He leído una carta de jóvenes franceses que hablan de mirar al frente siempre, de no bajar la cabeza, de impedir que el fanatismo les arrebate una manera de vivir en la que creen y que es parte de nuestra identidad europea, una identidad que representan los asistentes a la Sala Bataclán, en la que murieron tantos inocentes Hay párrafos de la carta que emocionan porque expresan con contundencia, que no van a dar un paso atrás, que no van a cambiar sus rutinas diarias, que serán los fanáticos los que perderán esta guerra.

Hay que estar con ellos para que los intolerantes no ganen esta batalla sembrando semillas de odio.

Tenemos que blandir los lápices para que las religiones estén en las iglesias, en los templos, en las mezquitas, para que cada cual pueda rezar al dios en el que crea y que nadie en nombre de ellas trate de cambiar a la fuerza la sociedad en la que vivimos.

Europa ha sufrido durante siglos terribles guerras de religión. Tenemos memoria histórica de lo que en nombre de todas las religiones ha sufrido la humanidad, y lo que ya parecía superado vuelve con fuerza y golpea el corazón de Europa con un objetivo claro, que el miedo nos paralice. Leo en algún medio de comunicación que muchos han reconocido que han tenido miedo.

Y en medio de este horror, tenemos que impedir que los extremistas saquen réditos electorales amenazando las libertades públicas.

Por todo eso, en días como hoy, vuelvo a hacer mío el verso de Blas de Otero: Prohibido retroceder.

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