El pasado mes de abril, el jurado de una de las citas literarias más relevantes en Extremadura, eligió la obra de José Luis García Herrera, “Niebla en Costafreda”, como ganador del XXVI Premio Flor de Jara de Poesía 2023, de la Diputación de Cáceres.
Este poeta, narrador y crítico literario, nacido en Esplugues de Llobregat (Barcelona) en 1964, ha publicado 24 libros de poesía. Recibió su primer premio en 1981 y, a día de hoy, sigue cosechando éxitos con su poesía.
¿Quieres conocerle un poco más? ¡Hoy le entrevistamos en Avuelapluma!
Técnico Químico Alimentario, poeta, rapsoda, narrador y crítico literario. Has publicado más de una treintena de libros de poesía. La pregunta más clásica, ¿cuándo empezaste a tener claro que lo tuyo era la poesía?
Desde muy joven. Ya en el colegio, cuando estudiábamos Literatura, me sentía atraído por la poesía y por recitarla. En el instituto conseguí un par de premios en los concursos de poesía que se organizaban para el día del libro. Eran un buen estímulo. Así que, cuando tuve dieciocho años y empecé a pensar en escribir mi primer libro de poemas, supe que la poesía me iba a acompañar durante toda mi vida.
La obra “Niebla en Costafreda” te ha hecho merecedor del Premio Flor de Jara de Poesía, ¿qué nos puedes contar de ella?
“Niebla en Costafreda” es un acercamiento, y un homenaje, a la poesía de Alfonso Costafreda, poeta de la llamada Generación del 50. En los poemas trato de plasmar trazos muy importantes de su poesía, de su personalidad, de su biografía… Desde que conocí su obra me he sentido muy próximo a su poesía, a su manera de afrontarla. En sus inicios, desde una poesía de ámbito más social y, en sus último años, desde una vertiente más íntima y expresionista. Creo que es un poeta que no ha recibido los reconocimientos que su obra merece y, en cierto modo, con “Niebla en Costafreda”, intento rescatar los valores que perviven en su obra.
¿Cómo ha sido el proceso de creación de “Niebla en Costafreda”?
Siempre tuve la idea de escribir sobre él, ya fuese como inspiración o como reivindicación. En otros libros míos, de manera muy puntual, a pinceladas, aparecieron poemas escritos bajo la inspiración de la lectura de sus poemas. Para este libro quise poetizar aquellos poemas y aquellas vivencias que marcaron su obra y su biografía. Los poemas, en el libro, siguen una, podríamos decir así, línea biográfica (siguiendo también esa misma línea en la publicación de sus libros). Los poemas abarcan desde la muerte de su padre, cuando Alfonso todavía es un niño, hasta la noche de su suicidio, en Ginebra. Los poemas no fueron escritos siguiendo esa secuencia, pero a la hora de agruparlos y darle forma al libro, era sin duda la idea más coherente de secuenciarlos.
¿Qué te impulsó a participar y cómo conociste este certamen?
El premio “Flor de Jara” de poesía es un premio con un gran prestigio. No ha sido la primera vez que he participado en el premio. Ya lo intenté en años anteriores. En esta edición me pareció que “Niebla en Costafreda” podía, también, tener sus opciones. Después, cuando leí la noticia de que se habían presentado más de mil trescientas obras, pensé que las opciones eran escasas, pero la esperanza siempre la mantienes. El premio lo conocí hace años, por las redes sociales, a través de las páginas que publican bases de premios literarios.
¿Qué te parece que la Diputación de Cáceres fomente este tipo de certámenes con los que pretenden contribuir a la creación y el desarrollo de la expresión escrita, a través de obras literarias en el género poético?
Me parece muy bien que la Diputación de Cáceres apueste por la creación literaria y que le dé un impulso, firme y decidido, al género poético que, necesitado siempre de apoyos y visualización, agradece toda ayuda para adquirir, aunque sea a una escala menor que otros géneros, espacio público y reconocimientos. Por dicho motivo, apuestas como la de la Diputación de Cáceres, son siempre muy valoradas, y muy apreciadas, por todos los escritores.
Cuando escribes, ¿eres tú o eres otro José Luis, más poetizado, transformado?
Creo que, cuando me siento frente al ordenador, soy yo. Pero cuando el primer verso cae sobre la pantalla, soy otro. O que atravieso la barrera de otra dimensión. Al escribir pierdo la noción del tiempo y del espacio. Lo único que importa es la palabra, el verso, la poesía… que van guiándome por lugares, por vericuetos, por recuerdos, por imágenes… que me asaltan buscando su lugar en la página. A veces sé —o intuyo que sé— hacia donde voy; otras, son las palabras las que trazan su propio camino. Es parte del duende, del misterio.
¿Qué lecturas sueles tener en la mesilla de noche? y ¿en qué autores te inspiras?
En mi mesilla de noche, aunque pueda parecer extraño, no suelo tener libros de poesía. Para antes de ir a dormir prefiero otras lecturas, ya sea una novela o una biografía… Y los autores en los que me inspiro son aquellos poetas con los que tengo más afinidad por su manera de escribir o por cómo tratan los temas. En castellano leo con bastante frecuencia a Antonio Gamoneda, Francisco Brines y Vicente Aleixandre. Y también poesía joven, pero más variada. En los últimos dos años, quienes más han estado sobre mi mesa han sido Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik y Alfonso Costafreda. He de reconocer que tengo cierta debilidad por los poetas suicidas, o que han tenido grandes crisis, y la poesía ha sido el lugar común donde han vertido sus miedos o sus fantasmas.
