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Versos del insomnio /
Víctor M. Jiménez

La bola rueda por el tapiz,
choca -con un sonido seco- contra sus vecinas
y desaparece, tragada por un agujero ineludible.
Fuera está helando,
pero el calor de estos muros guarda la risa,
los secretos de las altas horas
y cierto sabor a whisky barato.
Con los dedos manchados de tiza azul, toma el taco,
apunta,
golpea
y las sombras engullen la bola negra.
Una moneda es suficiente para que todo retorne,
al menos hasta que el dueño, fatigado,
decida tapiar la noche.

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