Sobran los motivos para turistear por la capital de Extremadura. Si el verano es sinónimo de festivales, es necesario marcar en rojo uno de ellos: el Festival de Teatro Clásico de Mérida, que cumple su 60º aniversario.

Un cruce de culturas en un escenario que es un referente en el circuito teatral internacional. Porque el telón se levantará en hasta tres escenarios diferentes y porque el teatro vuelve a ser protagonista durante el verano en este Acontecimiento de Excepcional Interés Público.

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A.

Un escenario incomparable. Hablar del Festival de Teatro de Mérida es hablar de un escenario único, aunque este año se desdoble para poner en escena obras en hasta tres teatros diferentes. Tres escenarios clásicos antiguos (Mérida, Regina y Medellín) que convierten a este certamen en un festival singular en el mundo. Poder asistir a un espectáculo que se desarrolla sobre las piedras históricas de un escenario construido entre los años 15 y 16 a.C. no tiene precio. Solo el hecho de pensar que hace más de 2.000 años otros espectadores ya disfrutaban de obras que en la actualidad se siguen representado provoca vértigo.

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B.

Más escenarios. Historia en todos los rincones. En el caso de Medellín, otro escenario que vuelve a la vida con esta edición del festival, el espectador podrá asistir –entre el 25 y el 27 de julio– a varias representaciones en un teatro que se ubica justo debajo de un castillo medieval y se eleva detrás de una iglesia. ¿Se puede pedir más? La iglesia en cuestión, la de San Martín, data del siglo XIII y se construyó sobre un antiguo templo romano, donde fue bautizado Hernán Cortés. Vamos, que se respira historia por todos los rincones.

El tercer escenario es el de Regina, que programa este año cuatro montajes que podrán verse del 26 de julio al 11 de agosto en este teatro romano, uno de los mejores conservados de toda la Hispania romana, situado en la localidad pacense de Casas de Reina.

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C.

60º aniversario. Avatares de un festival sin fecha de caducidad. En 1933 se desarrolló la primera edición del festival, con la puesta en escena de la «Medea» de Séneca; una versión de Miguel de Unamuno con la actriz Margarita Xirgu como protagonista. La crispación política que vivía el país en la década de los 30, que desembocó en una guerra civil, provocó la suspensión del certamen, que se mantuvo en silencio hasta 19 años. Fue con Paco Rabal que volvió este escenario a la vida, en 1954, con la obra «Edipo» de Sófocles. Desde entonces se ha celebrado ininterrumpidamente. Si ni la espantada de la actriz Blanca Portillo, ni las deudas han podido con el fulgor de este festival, parece que habrá teatro en Mérida para rato.

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D.

Programación diversa. No solo teatro. En el caso de que los autores clásicos te parezcan unos intensos, siempre puedes acercarte a Mérida a vivir la atmósfera del festival sin necesidad de aposentar tu trasero en las piedras del teatro romano y disfrutar de actividades alternativas. En palabras de su actual director, Jesús Cimarro, este año la programación es mucho más «heterogénea» debido al 60º aniversario.

Así que, sin pasarse demasiado, el festival ofrece alternativas para un público más amplio. Después del espectáculo de Saras Baras, el certamen se centra en el teatro clásico (Aristófanes con «Las ranas» y Pluto, «Coriolano» de Shakespeare, «El eunuco» de Terencio y Sófocles con «Edipo Rey»), pero sin olvidarse de una programación alternativa (teatro amateur, proyecciones de cine, etc) a la que se incorporan dos nuevos espacios: el Rincón de los Poetas y la plaza de las Termas de la capital emeritense (junto al Templo de Diana y el Pórtico del Foro romano). Este año incluso habrá circo por las calles de la capital extremeña.

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E.

Mérida. Un tesoro romano al descubierto. Como no todo va a ser teatro, en esta escapada también se debe sacar tiempo  para visitar la ciudad de Mérida, que exhibe un tesoro romano a pleno sol. Es en esta ciudad extremeña donde se encuentra uno de los conjuntos arqueológicos más importante de los restos de la época del Imperio Romano. Si ahora es el reducto de una muchedumbre de políticos en general, consejeros y directores generales del Ejecutivo extremeño y diputados (algunos expertos en el noble arte de hacer teatro y contar cuentos), en su momento el emperador Octavio Augusto la fundó para que fuese el retiro de los veteranos soldados de las legiones romanas. El teatro, el anfiteatro, el circo, los templos, los puentes y acueductos merecen una visita a la capital de la Comunidad Autónoma.

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F.

Visitas nocturnas al Museo Romano. Arte y aparte. Es aconsejable iniciar una visita a Mérida por el Museo Nacional de Arte Romano, obra del ilustre (y a ratos temible) arquitecto Rafael Moneo, que en esta ocasión se conoce que estuvo inspirado. Autor de obras gozadas y sufridas por los ciudadanos a partes iguales, el museo romano es un ejemplo de buen hacer arquitectónico.

Con motivo del festival, los visitantes del museo de Mérida tendrán la oportunidad de disfrutar de visitas guiadas gratuitas a su colección permanente durante todos los jueves de julio y agosto. Una buena oportunidad para sumergirse en este excelente muestrario de objetos de época romana, antes de desembocar en el graderío del teatro romano.

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G.

Gastronomía. Tapas y cocina de excepción. Recalar en Extremadura es sinónimo de buena gastronomía, y Mérida no es una excepción. Que te den comida gratis cuando pides una bebida, me sigue pareciendo un asombro. Como buen británico que soy, I love tapas e ir de pinchos en Mérida siempre es un acierto; más allá de probar la típica cocina regional (migas, caldereta de cordera, gazpacho…). No te puedes ir de esta ciudad sin desayunar en Casa Benito, situado en la plaza del mercado y con una terraza muy agradable. También es recomendable para tapear, si no tienes inconveniente en tomarte unas cañas rodeado de cabezas de toro.

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H.

Lugares curiosos donde comer (y beber). Para degustar alguno de los platos típicos de la cocina extremeña, en Mérida hay restaurantes curiosos, que son como una extensión de la feria romana. Uno de ellos es Tábula Calda. Una casa de comidas situada en una antigua vivienda de la aristocracia agraria. Un salón principal puedes disfrutar de una caldereta de cordero o un arroz caldoso con mero y almejas, mientras observas los rostros de los dioses de la mitología romana. También puedes salir al patio para encontrarte rodeado de restos arqueológicos, por si no has tenido suficiente.

Otro lugar para apuntar: La taberna de Sole. Especializado en carne de cerdo ibérico, de ternera retinta y bacalaos.

Pero si buscas una gastronomía más vanguardista, Mérida también ofrece esta posibilidad con restaurantes como el de Gonzalo Valverde, a orillas del paseo fluvial del Guadiana (otro recorrido que realizar, si es por la noche, mejor).

Habrá que mencionar el Parador de Mérida, que tiene una ubicación magnífica, en pleno centro de la ciudad. Las habitaciones son sobrias (por no decir antiguas, tirando a rancias), pero espaciosas y la relación calidad-precio es muy buena.

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I.

El rey del jamón y otros alimentos de Extremadura. Tampoco te puedes despedir de la ciudad sin acudir a la bodega del cortador de jamón más famoso: Nico Jiménez. En la tienda de este maestro cortador también se pueden adquirir algunos de los productos extremeños más requeridos: Torta del Casar, Ribera del Guadiana (Torremayor, Reserva de Viña Santa Marina o Habla del Silencio) a muy buen precio, además del cava de Bodegas Vía de la Plata. Y, por supuesto, jamón por doquier. Por piezas o cortado, el mostrador de Jiménez es un desfile de patas de ibérico.

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J.

Fiebre romana. Más monumentos en Emérita Augusta. En Mérida la fiebre romana no tiene fin. No en vano, es la única ciudad de España que ostenta la denominación de Conjunto Histórico Arqueológico, además de ser Patrimonio de la Humanidad. No he mencionado, por ejemplo. el Acueducto de los Milagros, conocido así por la admiración que causaba en lugareños y forasteros su estado de conservación a pesar de las tribulaciones del paso del tiempo.

La Casa de Mitreo, descubierta en 1960, en la que destacan sus peristilos con jardín interior y el célebre mosaico cosmogónico.

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K.

Bonus track. Abandonar la Mérida romana también es posible con una visita a la Alcazaba Árabe, que fue la primera alcazaba moruna de la península Ibérica.

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