Dudas de papel /
GOYO TOVAR

Ha de ser una ONG triunfante la que eleve a paradigma de la honestidad la cuestión laboral. Y es que se está demostrado que las organizaciones sí gubernamentales son incapaces de garantizar tanto el derecho al trabajo digno, como al salario digno, como a la empresa digna. Los ciudadanos que trabajan, que aspiran a trabajar o que dejaron de hacerlo por su pensión, contemplan con inquietud general lo fácil que es acercarse a lo indigno. Quizá por eso ya nadie cree en los gobiernos, ni en las empresas, ni en los trabajos.

Créaselo,… los países que se dicen ser los más democráticos de este insano planeta, ya no admiten como autoridad suprema la rebuscada ley de la Oferta y la Demanda, ni tratan de salvaguardar los principios y las acciones de los sindicatos; ahora admiten como potestad económica única, las sugerencias del FMI. Pues ya habrán oído ustedes el mensaje que nos viene pincelado a través de los obedientes medios de comunicaciónpersuaciónsedación: para salir de esta crisis es preciso que las trabajadoras, los asalariados, en suma, el mundo pringado y currante se baje sus salarios un 10%.

Lo importante es saber decir que hay que bajar los salarios, y decirlo sin sonrojarse ni cambiarse de pañal

Las razones y fundamentos que embellecen tal engendro benefactor, son incluso explicados por profesores universitarios en programas televisivos de fines de semana, aprovechando las mejores horas de ocio, una vez que el personal ha cenado, está reposando en el sofá y se encuentra con la debilidad justa y apropiada para que su mente pueda ser domesticada con la mejor eficiencia. Lo importante es saber decir que hay que bajar los salarios, y decirlo sin sonrojarse ni cambiarse de pañal. Lo importante de nuestros días es profesar negación a todo lo que la Historia dice para la afirmación interesada de la Economía.

Si es verdad que la Historia recoge en sus libros y legajos experiencias pasadas, el caudal de hechos registrados y descritos nos certifica que, en mayor o menor grado, la remuneración por el trabajo del obrero –al igual que los precios globales de los productos de consumo- evolucionan atendiendo a un aumento salarial imparable, nunca regresivo aunque siempre tensionante.

La debilidad obrera y sindical de nuestros días facilita el éxito de esta patraña y permite a los altos dirigentes financieros mejorar sus salarios sin poner duda al medio. Sin duda.

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