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Pantalla /
Eduardo Villanueva

El gran cineasta que fue Berlanga (a la altura de ilustres nombres como Billy Wilder o Howard Hawks) no solo se las ingenió para sortear la censura de la época, sino que además su cine ha conseguido sobrevivir al paso del tiempo y revelarse como una realidad que todavía late en las capitales de provincia.

El término humor ‘berlanguiano’ se abre paso en la España del siglo XXI y debería incluirse en el diccionario (si es que no existe ya). El actor Juanjo Puigcorbé definió ese tipo de humor como “la situación coral aparentemente caótica o esperpéntica donde los caracteres muestran o ponen en evidencia su monstruosidad sin categoría moral pero de una forma vitalista”.

Como si de una película de Berlanga se tratara, la Plaza Mayor de Cáceres dibujó una estampa similar la semana pasada, cuando vivió el descenso de la Virgen de la Montaña (patrona de Cáceres), acompañada por un séquito de políticos: Vara, Monago, una señora a la que nombraron Delegada del Gobierno, y que ofrece ruedas de prensa que rozan el ridículo, así como un cortejo de políticos locales.

El mismo Fernández Vara que preside una Junta de Extremadura que ha reducido las horas de religión en los centros educativos (Monago las aumentó por encima del margen mínimo) en favor de la filosofía, la tecnología y los idiomas.

El mismo Fernández Vara que incluye en su agenda oficial (y pública) su asistencia a la procesión de la Virgen de la Montaña.

El mismo Fernández Vara que pertenece a ese PSOE que ha propuesto que España sea un país más laico y que ha propuesto eliminar la referencia a la Iglesia Católica en la Carta Magna y revisar el Concordato con la Santa Sede.

Una situación esperpéntica. Porque, podríamos entender que el señor presidente acudiese a la procesión de la virgen cacereña a título personal; porque resulta que es muy creyente. Pero no, acudió como presidente de la Junta y participó en ese cortejo Berlanguiano, más propio de épocas remotas, que del laicismo 2.0 que propone su partido.

Y llegados a este punto, desde la Junta de Extremadura ni se han molestado en explicar por qué el presidente de los extremeños se presta a este folklore. Podríamos entender que fuese para apoyar con su presencia que el Novenario de la Virgen de la Montaña se convierta definitivamente en Fiesta de Interés Turístico Regional. Pero lo desconocemos, porque nadie ha dicho nada al respecto.

Simplemente, procesionó junto a la virgen y nos regaló una añeja. ¿Y por qué acudir a la procesión de la Virgen de la Montaña y no a la de la Virgen del Puerto de Plasencia? ¿Se siente el oliventino Vara más cacereño que placentino o es que tiene una oculta devoción por la patrona de Cáceres?

Un misterio que la genialidad Berlanga (y su guionista Azcona) podrían haber plasmado en una película a la altura de ‘Plácido’ o ‘Bienvenido Mr. Marshall’.

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