Lunes de papel
Emilia Guijarro

Cuando una ciudad y una región quieren encontrar nichos de mercado y empleo en el turismo, no puede apostar solo por el cuidado del conjunto monumental, y además ser rácano con los recursos que se destinan a ello. Las acciones deben ir más allá y abarcar otros espacios que no son específicamente turísticos.

Hay un entorno que rodea a la ciudad antigua donde bulle la vida ciudadana, con su comercio y su hostelería, y que sufre un abandono de décadas. La primera imagen que se encuentra el viajero cuando llega en coche hasta el aparcamiento de Obispo Galarza desde donde se sumergirá en la historia, es la mala cara de unas calles con muchas casas en un estado lamentable de conservación. Esa será la primera imagen de su álbum de fotos: fachadas pintadas, puertas rotas, ventanas sin cristales, y huecos tapiados.

El viajero, apresura el paso ante los negocios que un día cerraron sus persianas y nunca más las volvieron a abrir, donde antes los escaparates mostraban un surtido de productos, y hoy cartones y cajas se han adueñado del espacio vacío, porque si el estado de las viviendas es mejorable, el tejido comercial precisa un empujón para que retome el brillo de antaño.

Todo está inventado, muchas ciudades tienen el mismo problema, y en Extremadura, Badajoz y su Casco antiguo están a la cabeza; pero no hay voluntad política para abordar este tema, que en primer lugar lo incumple la Administración, no hay más que ver lo que ocurre con el Palacio

Godoy, para darse cuenta de ello, o con el Museo Municipal. Hace pocas semanas, se derrumbó el baño de una casa, con graves consecuencias para su inquilino, por tanto no estamos hablando solo de estética sino también de seguridad. No debería pagar los mismos impuestos el dueño de una casa o un local que la mantiene bien que aquel que la ha abandonado a su suerte, sin preocuparse de ella y permite que, por desidia, se convierta en un foco de plagas, suciedad, e inseguridad para el resto de sus vecinos.

Alguno dirá que la decadencia es hermosa, turísticamente hablando, pero Cáceres no es Lisboa.

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1 COMENTARIO

  1. Yo, cacereño de nacimiento, siento verguenza por mi ciudad csda vez que voy, que suele ser muy frecuentemente, pero procuro quedarme lo menos posible, ya que veo su decadencia, dia por dia, con un abandono total,en todos sus aspectos

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