Reflexiones de un tenor /
ALONSO TORRES

Un don (pero no el de “El Don apacible”, uno de los títulos/libros del “nobelizado” Shólojov; que por cierto, a él sí que le dejaron recoger el premio sueco en 1965 y al pobre Pasternak, del que escribo esta semana en esta torpe columna, no se lo dejaron hacer en 1958, y es que ya se sabe, el “politburó” comunista es/era la caraba).

“Entonces es un don”, menudo final para el libro y la película (homónima al libro), “Doctor Zhivago”. El libro es de Borís Pasternak, y la primera vez que me acerqué a él no tendría aún los veinte años (y en esa ocasión no me enganchó, luego, a partir de los veintiocho, todo lo eslavo me ha ido haciendo mella), la peli es de David Lean (y la vi muy joven, en el colegio, junto a “Barrabás” y “La quinta ofensiva”). Al final de la película, cuando el hermano militar (comisario político que ha resistido al frente del “strableciment” sin ser purgado, e interpretado con una nostalgia y una tristeza magistrales por sir Alec Guinness) del poeta y doctor Yuri Zhivago (Omar Sharif) encuentra finalmente a la que cree que es la hija de este (Tonya Komaróvskaia; en la vida real, Rita Tushingham) y de su amante, Lara “Larisa” Antípova (Julie Christie, por la que deja a su mujer, La Chaplin), digo, que cuando el hermano del doctor Zhivago le pregunta a la joven que si sabe tocar la balalaika, el novio de la chica le dice, “¿qué si sabe tocarla? ¡Es una intérprete magistral!”. “¿Y quién le enseñó?”, vuelve a preguntar el camarada general. “¡Nadie, aprendió ella sola!”, le responde el chico enormemente satisfecho de que su novia sepa tocar instrumento musical tan ruso, y entonces, sir Alec Guinness, le dice, o mejor, dice para sí, pero en voz un poco alta, “¡Ah!, entonces es un don” (su hermano, el doctor y poeta Zhivago, también la tocaba).

Y se van los dos jóvenes, en el penúltimo plano de la película, andando sobre la presa de una central hidroeléctrica (la de Aldeadávila, en Salamanca, porque se grabó en España, siendo los extras del film militares españoles de remplazo, en concreto los de Cuatro Vientos de Madrid… sale mi padre alborozado y gritando en una secuencia de tumulto revolucionario).

En la última imagen de la película la cámara se aleja, se aleja, se aleja, la presa toma perspectiva, ¿y para qué sirven las presas hidroeléctricas?, para generar electricidad, ¿y qué dijo Lenin de su Revolución?, “Bolchevismo es comunismo más electricidad”. Joder, qué genialidad (la frase y el final de la película, en realidad, toda la película en sí, y qué tema musical la recorre, ¡Dios!, “El tema de Lara”, compuesto por Jarré, con arreglos de Beckman y letra de Webster).

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