Medidas de la Fase 0: cita previa y se suprime fichar con huella
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c.q.d.
Felipe Fernández

He ido a comprarme ropa. Entre lo que ha tardado en llegar el calor y la pereza que me provoca este asunto, lo he retrasado todo lo posible. Como la moda es un concepto ajeno y procuro pasar por el trance de los probadores de la manera más rápida posible, elijo franjas horarias solitarias y selecciono las tiendas en función de mis gustos individuales a los que sumo experiencias anteriores. Nunca me han preocupado mucho los adornos personales; en todo caso, nunca más allá de lo razonable –o eso creo yo-, del respeto por los demás y de la mínima vanidad personal que a todos nos ocupa. Como en otras muchas decisiones, he encajado los consejos, las críticas –ácidas o no- y las alabanzas –si es que las ha habido- tamizadas por el tiempo que deben ocupar estas cosas en la vida, esto es, muy poco. Así que, con estas premisas, mentalizado para la ocasión, con una idea clara de

Nunca me han preocupado mucho los adornos personales; en todo caso, nunca más allá de lo razonable

las necesidades y sin intención ninguna de distraerme en nada que no fuera lo necesario, acudí a mi tienda de referencia. Si frecuento esta tienda en concreto no es porque la alienante publicidad moderna me conduzca hacia ella de manera inevitable, sino porque, con el tiempo, he comprobado que su oferta se ajusta a mis gustos y a mi bolsillo. Y si, además, cuenta entre su plantilla con una antigua alumna, simpática y buena profesional, todo resulta más fácil y, en algunos momentos, hasta agradable y divertido. Pues bien, lo que algunas personas utilizan como medio de relajación, como un entretenimiento para algunas tardes ociosas, puede convertirse en un auténtico martirio cuando compruebas que las tallas y las hechuras no se adaptan en absoluto a tu cuerpo y que lo que sobra por aquí, aprieta por allí. De manera que, cuando finalmente aceptas que, a pesar de los esfuerzos profesionales de la dependienta, de sus halagos bienintencionados y de su búsqueda exhaustiva para encontrar el modelo que se adapte a tus necesidades te estás quedando desclasificado, una irritación más asoma en tu ceño y maldices, aunque sea un instante, todas las tardes “gastadas” en lectura en vez de en gimnasios. Es en ese momento, y en otros cada vez más frecuentes, en los que te acuerdas de los poetas, cantantes y titiriteros varios que glosaron y glosan los cincuenta como el momento estelar de la vida, al que atribuyen no sé cuántas propiedades y beneficios que, en la realidad, cuesta identificar. Tal es así que, cuando por fin pagas la compra y te vas sin ella porque los pantalones necesitan algunos arreglos de costura, es cuando recuerdas a Sabina y piensas que, una vez más, no puedes dejar de darle la razón.

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