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Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Este verano ha sido el del drama de los refugiados, y el del fracaso de Europa. Largas colas de refugiados que huyen de países sin futuro, y de una muerte casi segura, han llegado al viejo continente en busca de una seguridad y de unos valores que no encuentran en su tierra ni en otros países de su entorno.

Y ha sido la presencia de estos refugiados la que ha hecho a Europa mirarse en su propio espejo y la imagen que le devuelve es una imagen desconfiada, tacaña, rácana y cruel. Ha tardado en despertar impactada por el cadáver flotante de un niño sirio en el Mediterráneo.

El núcleo de Europa está en el eje francoalemán, pero también son Europa los países de la periferia, lo estados más recientes en su incorporación

Nos avergüenza como europeos lo visto en Hungría y en Caláis, en Lesbos o en Lampedusa. Pero lo de Hungría supera con creces todo lo imaginable. ¿Pueden formar parte de nuestro mundo un país con esos planteamientos?¿qué tenemos en común con ellos?¿qué valores democráticos y humanitarios compartimos?

Europa no es solo lo que se vive en el entorno geográfico, político, y cultural de Centro Europa, una idea bastante extendida. El núcleo de Europa está en el eje francoalemán, pero también son Europa los países de la periferia, lo estados más recientes en su incorporación, y es ahí, en esos estados donde pueden desarrollarse las tendencias centrífugas, el desinterés y donde más valor tiene el europeísmo. Si no profundizamos en el diálogo con ellos en todos los niveles, Europa no tendrá un corazón común dentro de la diversidad. Y imágenes como el denigrante trato a los refugiados sirios seguirán abochornándonos desde las pantallas de nuestros televisores, sin esperanza.

 

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