Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Los presupuestos generales del Estado han sido aprobados por el Gobierno y se han puesto en valor a bombo y platillo. Dicen que nuestra economía mejora y que por ello podremos tener algunas alegrías económicas, pero este discurso oficial no cuadra con los recortes que han sufrido determinados colectivos. Pero de todos ellos hay uno que llama poderosamente la atención, el recorte de un 69 por ciento del presupuesto que ha sufrido el deporte paralímpico, algo bastante injusto e incomprensible.

Pocos colectivos han sacado más provecho de los recursos económicos asignados que los atletas paralímpicos. Sin dopajes, han ido arrancando segundos al tiempo de sus marcas con tesón, mucho entrenamiento y mucho esfuerzo. Y hemos podido conocer nombres como el de Teresa Perales, la deportista española más laureada de la historia, con 26 medallas ganadas en los últimos cinco Juegos Paralímpicos; el de Richard Oribe, que ha conseguido16 medallas en las Paralimpiadas, 8 oros, 6 platas, y dos bronces y es el nadador, afectado de parálisis cerebral con mejor palmarés del mundo; el de la extremeña Loida Zabala, de Losar de la Vera, en la modalidad de halterofilia, que ha ganado diplomas en las Paralimpiadas de Pekín, Londres y Río de Janeiro; y el de tantos otros deportistas que han escrito páginas de gloria y han asombrado al mundo con sus medallas.

Pero nada de eso ha importado a la hora de meter las tijeras al presupuesto, para cortarles las alas a los que más se esfuerzan en volar.

Hemos oído las justas protestas del Comité Paralímpico Español y de cada uno de nuestros deportistas, porque recortar un 69 por ciento en un presupuesto es llevarlos prácticamente a la desaparición porque significa dejarlos en el dique seco, porque ellos más que nadie requieren apoyos y medios para sus entrenamientos y desplazamientos.

Esperemos que en el periodo de enmienda los grupos de la oposición corrijan este atropello, pues el deporte adaptado lo merece y se lo ha ganado a pulso.

De todas maneras se corrija o no, las pequeñas cosas, como decía Natalia Ginzburg, son las que muestran la verdadera cara de nuestros gobernantes.

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