Las crónicas de Cora
Cora Ibáñez

Me encuentro en el Espacio Belleartes de Cáceres, y me refugio entre las láminas expuestas por el artista Miguel Hernández.

Cruzo sus murales con la mirada prendida en ese mundo paralelo creado por él, en el que descubro los dibujos trazados en ese tiempo que levita y sumerge su creatividad y la impone en la mágica textura de un papel.

Encierra tras la llave de las transparencias, la vida cotidiana que sucede en la quietud de un instante y plasma entre las letras de una historia, la temática intrínseca de un relato cualquiera.

Busco retazos coloristas entre ceras, pigmentos y acuarelas y converjo con el juego de diferentes técnicas que componen los collages espontáneos de sus obras, donde vislumbro, a través de su mano, las imágenes artísticas que me regalan esas líneas paralelas de ideas que se van superponiendo en la imaginación con el trasfondo del silencio que proporciona un instante de paz.

Miguel Hernández me regala su quietud y su arte en formas dispares y expuestas de la manera más original posible para acercarme, por medio de sus lápices y pinceles, a esta otra dimensión que solo un artista de su magnitud es capaz de ofrecer.

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