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Cánovers /
CONRADO GÓMEZ

No salgo de mi asombro. Por más que intento acostumbrarme a lo cotidiano de las sorpresas en este país de circo y pandereta, noticias como la del pequeño Nicolás a uno le dejan sin aliento. En ese estado de estupor que roza la indignación y la fábula, a medio caballo entre el cuento y el ensayo filosófico, uno se pregunta si nos están tomando el pelo. Resumiendo la historia, resulta que un imberbe veinteañero se ha hecho pasar por asesor del Gobierno presumiendo de tener influencias entre políticos del PP. No sé si alguien avispado a estas alturas se habrá hecho ya con los derechos cinematográficos de la historia del joven Lazarillo posmoderno, pero hablamos de un guión de Torrente en toda regla. Francisco Nicolás Gómez está acusado de usurpación de funciones, falsedad y estafa. Con alguna extraña habilidad ha llegado a colarse en recepciones reales y reuniones cerradas de partido. “Soy amigo de Adelson y te coloco en Eurovegas”, decía el majete.

El asunto —más allá del esperpento y el surrealismo que encierra— trasciende el simple chiste que parece. Era conocido en los ambientes en los que se movía y eso generaba credibilidad en aquellos que no lo conocían. Se movía como pez en el agua. Por tanto, ¿quizás no fuese todo mentira?

No es de extrañar que Nicolasín sea ‘trending topic’ y un héroe entre los de su generación

Este país es así. Los jóvenes investigadores se marchan en busca de oportunidades y Nicolasín puede ascender meteóricamente asentado en embustes. El tema merece un análisis por lo que el muchacho hizo y por quienes se lo consintieron. Seguramente vieron en Nicolasín el tipo de muchacho que ellos fueron. Un tipo voluntarioso, pelota y con enormes ansias de agradar. Todo un cachorro de los que crecen al amparo de las organizaciones políticas juveniles. El modelo Nicolasín es un modelo de éxito. Eso sí que da miedo. ¿Cómo fueron los Rato, Blesa o Bárcenas en su infancia y juventud? ¿Cómo alcanzaron la cúspide en sus organizaciones políticas? ¿Por qué y cómo han conseguido ocupar puestos de responsabilidad pública? Esta meritocracia genera esa casta a la que se refiere PODEMOS. ¿Acaso no les falta razón? ¿Por qué a Gallardón se le recoloca en el Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid a razón de 8.500 euros brutos al mes? ¿Por qué ellos no juegan con las mismas reglas que los demás?

Nicolasín no es más que una víctima del sistema. Cuando creces con modelos de éxito como los que tenemos en este país, en el que no roba quien quiere sino quien puede, en el que confundimos lo público con lo privado y lo ajeno como un sistema de incentivos, no es de extrañar que Nicolasín sea ‘trending topic’ y un héroe entre los de su generación. Y me temo que llegarán muchos más como él.

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