Historias de Plutón /
José A. Secas

Quiero que el mundo se entere de que te amo. Te amo con toda la pasión que un alma agitada puede engendrar y con la mesura de quien ha vivido la locura del amor (o una matizable expresión o versión de él) muy próxima al desamor más ingrato. Te amo con la relatividad de todas las cosas y con mi único y singular modo de amar. Te amo sin posibles referencias y comparaciones y sin que mi amor se parezca (o no) a lo que sentía por ti hace un mes, un lustro o media vida ni tampoco a lo que sentiré dentro de un rato, un año o un mundo.

Te amo a ti incomparablemente más y menos a la vez que amo a él, a ella, al otro y a la de más allá porque mi amor es, fue y será inconmensurable tanto en su calidad como en su cantidad; en su tamaño, peso o distancia de aplicación, referencia, expresión o, simplemente, presión. Mi amor es solo amor y mi amor por ti es solo mi amor por ti; nada más (y nada menos).

Mi amor nace de mí porque, creo, es mi -nuestra- natural actitud hacia las personas, aunque muchas veces no me dé cuenta o permita que se contamine de mis miedos o de los miedos de los otros (juntos o por separado). Cuando no amo no soy feliz. Solo amándote como te amo me doy cuenta de que mi vida tiene sentido y de que la felicidad se encuentra en este sentimiento motor y generador de vida. La felicidad entiende de amor; solamente amor.

El amor que te profeso es solo tuyo y también de todos porque lo traspaso y me viene de otros seres amantes que aman y me aman. No te lo entrego (mejor transmito) porque sea mío sino porque pasa por mí. Rebota, muta, se expande, se transforma y continúa su camino. Yo lo genero a la vez que lo comparto, sirvo de canal y de medio, del mismo modo que lo busco (y lo encuentro) y lo proyecto en otros canales y medios que también son destino, reflejo y caja de resonancia.

Mi amor por ti no conoce el tiempo ni la distancia. Se atesora y se siente, se manifiesta y se conduce, se alimenta y nutre a otros amores y amantes; se contagia y se mantiene eterno. Mi amor por ti confluye y se mezcla con el amor que recibo de ti, se engrandece y se retroalimenta. Con nuestro amor, generamos más amor que compartimos y aplicamos a quienes amamos y nos aman. El sentido es de ida y vuelta.

En esta red de amor que me une a ti, mi amor deja de ser mío para empezar a ser nuestro y de todos, y en su generosidad y permeabilidad también encuentra su razón de ser. Este amor nuestro pierde su egoísmo y personalidad pero no su identidad. Su concepto absorbe y ampara, engendra y se extiende. La red de amor que me une a ti nos une a otros seres amados y amantes. Todo esto es una gran verdad, pero, con toda seguridad, lo que siento por ti (si, especialmente por ti) es único y muy grande porque además de ser un gran tesoro y de que esté integrado en la energía del universo, es el motor y la razón de que quiera seguir amando (y amándote más) y la justificación de todas estas palabras confusas pero bienintencionadas.

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